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                                                                                                                                “El cascanueces y el rey de los ratones” (Novena literaria)

                                                                                                                                Presentamos el séptimo cuento de navidad de la novena literaria de El Magazín Cultural, en donde publicaremos cuentos o poemas navideños. En esta ocasión compartimos el primer capítulo de “El cascanueces y el rey de los ratones”, relato escrito por Ernest Theodor Amadeus Hoffmann en 1816.

                                                                                                                                Ernest Theodor Amadeus Hoffmann

                                                                                                                                "El cascanueces y el rey de los ratones" (1816), de Ernest Theodor Amadeus Hoffmann, también cuenta con un ballet escrito por el compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski en 1892.
                                                                                                                                Foto: Pixabay

                                                                                                                                La Nochebuena

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Federico opinaba que no debía de ser otra cosa que una fortaleza, en la cual pudiesen marchar y maniobrar muchos soldados, y luego vendrían otros que querrían entrar en la fortaleza, y los de dentro los rechazarían con los cañones, armando mucho estrépito.

                                                                                                                                - No, no -interrumpía María a su hermano-: el padrino me ha hablado de un hermoso jardín con un lago en el que nadaban blancos cisnes con cintas doradas en el cuello, los cuales cantaban las más lindas canciones. Y luego venía una niñita, que se llegaba al estanque y llamaba la atención de los cisnes y les daba mazapán.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los niños comentaban lo que aquella vez podría ser el regalo. María pensaba que la señorita Trudi -su muñeca grande- estaba muy cambiada, porque, poco hábil, como siempre, se caía al suelo a cada paso, sacando de las caídas bastantes señales en la cara y siendo imposible que estuviera limpia. No servían de nada los regaños, por fuertes que fuesen. También se había reído mamá cuando vio que le gustaba tanto la sombrilla nueva de Margarita. Federico pretendía que su cuadra carecía de un alazán y sus tropas estaban escasas de caballería, y eso era perfectamente conocido de su padre. Los niños sabían de sobra que sus papás les habrían comprado toda clase de lindos regalos, que se ocupaban en colocar; también estaban seguros de que, junto a ellos, el Niño Jesús los miraría con ojos bondadosos, y que los regalos de Navidad esparcían un ambiente de bendición, como si los hubiese tocado la mano divina. A propósito, recordaban los niños, que solo hablaban de esperados regalos, que su hermana mayor, Elisa, les decía que era el Niño Jesús el que les enviaba, por mano de los padres, lo que más le pudiera agradar. Él sabía mucho mejor que ellos lo que les proporcionaría placer, y los niños no debían desear nada, sino esperar tranquila y pacientemente lo que les dieran. La pequeña María quedóse muy pensativa; pero Federico decíase en voz baja:

                                                                                                                                - Me gustaría mucho un alazán y unos cuantos húsares. Había oscurecido por completo. Federico y María, muy juntos, no se atrevían a hablar una palabra; parecíales que en derredor suyo revoloteaban unas alas muy suavemente y que a lo lejos se oía una música deliciosa. En la pared reflejóse una gran claridad, lo cual hizo suponer a los niños que Jesús ya se había presentado a otros niños felices. En el mismo momento sonó un tañido argentino: “Tilín, tilín.” Las puertas abriéronse de par en par, y del salón grande salió tal claridad que los chiquillos exclamaron a gritos “¡Ah!... ¡Ah!...” Y permanecieron como extasiados, sin moverse. El padre y la madre aparecieron en la puerta; tomaron a los niños de la mano y les dijeron: -Venid, venid, queridos, y veréis lo que el Niño Dios os ha regalado.

                                                                                                                                El abeto (El árbol de navidad) (Novena literaria)

                                                                                                                                “Los enanos mágicos” (Novena literaria)

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Cuento de navidad” (Novena literaria)

                                                                                                                                “La Nochebuena en el infierno” (Novena literaria)

                                                                                                                                “La niña de los fósforos” (Novena literaria)

                                                                                                                                “El regalo de los Reyes Magos” (Novena literaria)

                                                                                                                                "El cascanueces y el rey de los ratones" (1816), de Ernest Theodor Amadeus Hoffmann, también cuenta con un ballet escrito por el compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski en 1892.
                                                                                                                                Foto: Pixabay

                                                                                                                                La Nochebuena

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Federico opinaba que no debía de ser otra cosa que una fortaleza, en la cual pudiesen marchar y maniobrar muchos soldados, y luego vendrían otros que querrían entrar en la fortaleza, y los de dentro los rechazarían con los cañones, armando mucho estrépito.

                                                                                                                                - No, no -interrumpía María a su hermano-: el padrino me ha hablado de un hermoso jardín con un lago en el que nadaban blancos cisnes con cintas doradas en el cuello, los cuales cantaban las más lindas canciones. Y luego venía una niñita, que se llegaba al estanque y llamaba la atención de los cisnes y les daba mazapán.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los niños comentaban lo que aquella vez podría ser el regalo. María pensaba que la señorita Trudi -su muñeca grande- estaba muy cambiada, porque, poco hábil, como siempre, se caía al suelo a cada paso, sacando de las caídas bastantes señales en la cara y siendo imposible que estuviera limpia. No servían de nada los regaños, por fuertes que fuesen. También se había reído mamá cuando vio que le gustaba tanto la sombrilla nueva de Margarita. Federico pretendía que su cuadra carecía de un alazán y sus tropas estaban escasas de caballería, y eso era perfectamente conocido de su padre. Los niños sabían de sobra que sus papás les habrían comprado toda clase de lindos regalos, que se ocupaban en colocar; también estaban seguros de que, junto a ellos, el Niño Jesús los miraría con ojos bondadosos, y que los regalos de Navidad esparcían un ambiente de bendición, como si los hubiese tocado la mano divina. A propósito, recordaban los niños, que solo hablaban de esperados regalos, que su hermana mayor, Elisa, les decía que era el Niño Jesús el que les enviaba, por mano de los padres, lo que más le pudiera agradar. Él sabía mucho mejor que ellos lo que les proporcionaría placer, y los niños no debían desear nada, sino esperar tranquila y pacientemente lo que les dieran. La pequeña María quedóse muy pensativa; pero Federico decíase en voz baja:

                                                                                                                                - Me gustaría mucho un alazán y unos cuantos húsares. Había oscurecido por completo. Federico y María, muy juntos, no se atrevían a hablar una palabra; parecíales que en derredor suyo revoloteaban unas alas muy suavemente y que a lo lejos se oía una música deliciosa. En la pared reflejóse una gran claridad, lo cual hizo suponer a los niños que Jesús ya se había presentado a otros niños felices. En el mismo momento sonó un tañido argentino: “Tilín, tilín.” Las puertas abriéronse de par en par, y del salón grande salió tal claridad que los chiquillos exclamaron a gritos “¡Ah!... ¡Ah!...” Y permanecieron como extasiados, sin moverse. El padre y la madre aparecieron en la puerta; tomaron a los niños de la mano y les dijeron: -Venid, venid, queridos, y veréis lo que el Niño Dios os ha regalado.

                                                                                                                                El abeto (El árbol de navidad) (Novena literaria)

                                                                                                                                “Los enanos mágicos” (Novena literaria)

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “La niña de los fósforos” (Novena literaria)

                                                                                                                                “El regalo de los Reyes Magos” (Novena literaria)

                                                                                                                                Por Ernest Theodor Amadeus Hoffmann

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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