El compromiso de Francisco con Latinoamérica
El Papa Francisco inició este año 2018 con una valiosa peregrinación en Chile y Perú, estuvo desde el 15 hasta el 21 de enero en estos dos países. En los años anteriores ya había visitado Colombia, Cuba, México, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Brasil, con el fin de solidarizarse y dar aliento a las necesidades de los pueblos latinoamericanos.
Olenka Piotrowska
Francisco, como Jefe de Estado del Vaticano, siempre obra de forma heroica, con el fin de salvar a su Iglesia, a los pobres, a los descartados y a los oprimidos. Esto genera gran controversia en donde Francisco esté, pues su bandera no coincide con la bandera de muchos políticos del mundo y tampoco con muchas banderas globales de economías poderosas. A pesar de los atentados a varias Iglesias en Santiago y de la amenaza de muerte a su Santidad, el Papa decidió embarcar su vuelo, sin dar marcha atrás, hacia Chile.
Perú, y sobre todo Chile, tienen resistencia a la visita de su Santidad Francisco. Estos dos países están pasando por un ambiente convulsionado socialmente, debido a los procesos políticos que cada país enfrenta. Al mismo tiempo, la Iglesia Católica enfrenta situaciones muy complejas por abusos de poder, causados por algunos miembros del Estado del Vaticano. Esto causó malestar social y reacciones que no fueron positivas, sobre todo en el caso de Chile.
La última vez que un Sumo Pontífice visitó a Chile y Perú fue hace ya tres décadas, cuando en 1987 San Juan Pablo II viajó a Santiago, única visita en la época de la dictadura de Pinochet. El año siguiente, en 1988, fue la segunda y última visita de San Juan Pablo II a Lima, recibido por el presidente electo Alan García.
El Papa se solidariza con los pueblos latinoamericanos y alza su voz para ofrecer la oración por la paz y también la oración por la creación. Es innegable que su impulso y su apoyo constante frente a la paz, frente a nuestra causa común y frente al bien común, toda Latinoamérica lo necesitan. Su gran preocupación por el dolor de la humanidad hacen que sea firme en su lucha por lograr equilibrio social y ambiental.
En Chile, Francisco trabajó varios asuntos importantes durante cuatro días: La reunión con la presidenta Michelle Bachelet; el encuentro con más de 400 reclusas; la misa por el progreso de los pueblos, que se realizó en Temuco (allí el papa Francisco se encontró con representantes de la comunidad indígena Mapuche), un tema muy sensible en la realidad actual chilena por la marginación hacia esta comunidad; el encuentro con los jóvenes y también el encuentro con el mundo académico, entre otros.
El 18 de enero tomó rumbo hacia Perú, donde estuvo tres días. Allí tuvo un encuentro con el presidente Pablo Kuczynski, una reunión con los representantes de los Pueblos Indígenas en Puerto Maldonado, un encuentro con los damnificados por el Niño Costero, el ángelus al medio día en la Plaza de Armas, y por último, la Misa en la base área Las Palmas.
La construcción transformadora de Francisco atrae al mundo entero, e incentiva la paz, ofreciendo enfoques de unión y solidaridad para lograr cooperación en las soluciones con el fin de lograr un desarrollo integral y sostenible en el mundo globalizado.
Las múltiples relaciones de diálogo y apertura que el papa Francisco desarrolla, entre la existencia de conflictos y soluciones, fomentan un abanico de posibilidades que generan positivos cambios en las sociedades, por eso es fundamental desarrollar un adecuado discernimiento y juicio de valor.
Una parte fundamental de Francisco es ahondar sobre las construcciones sociales. Quiere incentivar a los pueblos latinoamericanos para que reflexionen día tras día sobre los problemas, pero aún más, sobre las diferentes soluciones que el ser humano puede ofrecer. Mirar el error es importante y ser consciente de ello es fundamental, pero dar solución eficaz es primordial.
Francisco, como Jefe de Estado del Vaticano, siempre obra de forma heroica, con el fin de salvar a su Iglesia, a los pobres, a los descartados y a los oprimidos. Esto genera gran controversia en donde Francisco esté, pues su bandera no coincide con la bandera de muchos políticos del mundo y tampoco con muchas banderas globales de economías poderosas. A pesar de los atentados a varias Iglesias en Santiago y de la amenaza de muerte a su Santidad, el Papa decidió embarcar su vuelo, sin dar marcha atrás, hacia Chile.
Perú, y sobre todo Chile, tienen resistencia a la visita de su Santidad Francisco. Estos dos países están pasando por un ambiente convulsionado socialmente, debido a los procesos políticos que cada país enfrenta. Al mismo tiempo, la Iglesia Católica enfrenta situaciones muy complejas por abusos de poder, causados por algunos miembros del Estado del Vaticano. Esto causó malestar social y reacciones que no fueron positivas, sobre todo en el caso de Chile.
La última vez que un Sumo Pontífice visitó a Chile y Perú fue hace ya tres décadas, cuando en 1987 San Juan Pablo II viajó a Santiago, única visita en la época de la dictadura de Pinochet. El año siguiente, en 1988, fue la segunda y última visita de San Juan Pablo II a Lima, recibido por el presidente electo Alan García.
El Papa se solidariza con los pueblos latinoamericanos y alza su voz para ofrecer la oración por la paz y también la oración por la creación. Es innegable que su impulso y su apoyo constante frente a la paz, frente a nuestra causa común y frente al bien común, toda Latinoamérica lo necesitan. Su gran preocupación por el dolor de la humanidad hacen que sea firme en su lucha por lograr equilibrio social y ambiental.
En Chile, Francisco trabajó varios asuntos importantes durante cuatro días: La reunión con la presidenta Michelle Bachelet; el encuentro con más de 400 reclusas; la misa por el progreso de los pueblos, que se realizó en Temuco (allí el papa Francisco se encontró con representantes de la comunidad indígena Mapuche), un tema muy sensible en la realidad actual chilena por la marginación hacia esta comunidad; el encuentro con los jóvenes y también el encuentro con el mundo académico, entre otros.
El 18 de enero tomó rumbo hacia Perú, donde estuvo tres días. Allí tuvo un encuentro con el presidente Pablo Kuczynski, una reunión con los representantes de los Pueblos Indígenas en Puerto Maldonado, un encuentro con los damnificados por el Niño Costero, el ángelus al medio día en la Plaza de Armas, y por último, la Misa en la base área Las Palmas.
La construcción transformadora de Francisco atrae al mundo entero, e incentiva la paz, ofreciendo enfoques de unión y solidaridad para lograr cooperación en las soluciones con el fin de lograr un desarrollo integral y sostenible en el mundo globalizado.
Las múltiples relaciones de diálogo y apertura que el papa Francisco desarrolla, entre la existencia de conflictos y soluciones, fomentan un abanico de posibilidades que generan positivos cambios en las sociedades, por eso es fundamental desarrollar un adecuado discernimiento y juicio de valor.
Una parte fundamental de Francisco es ahondar sobre las construcciones sociales. Quiere incentivar a los pueblos latinoamericanos para que reflexionen día tras día sobre los problemas, pero aún más, sobre las diferentes soluciones que el ser humano puede ofrecer. Mirar el error es importante y ser consciente de ello es fundamental, pero dar solución eficaz es primordial.