Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Cromos

                          Vea

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Suscriptores

                                      Beneficios

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      EE ADS

                                                                                                        Cursos y programas

                                                                                                          Más

                                                                                                          Blogs

                                                                                                            Especiales

                                                                                                              Descarga la App

                                                                                                                Edición Impresa

                                                                                                                  Suscripción

                                                                                                                    Eventos

                                                                                                                      Foros El Espectador

                                                                                                                        Pauta con nosotros en EE

                                                                                                                          Pauta con nosotros en Cromos

                                                                                                                            Pauta con nosotros en Vea

                                                                                                                              Avisos judiciales

                                                                                                                                Preguntas Frecuentes

                                                                                                                                  Contenido Patrocinado
                                                                                                                                  25 de diciembre de 2019 - 05:12 p. m.

                                                                                                                                  "El concursante": una cita con el absurdo

                                                                                                                                  "El concursante" se estrenó el 7 de noviembre en las salas colombianas. Presentamos una crónica que da cuenta de una de las primeras proyecciones del filme que se realizaron en Bogotá.

                                                                                                                                  Santiago Díaz Benavides @santiescritor

                                                                                                                                  Carloa Osuna, director de "El concursante", una de las últimas películas nacionales proyectadas en el año. / Cortesía del Festival de Cine de Tallin.
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  ¿Quién va a cine un martes a las 10:30 de la mañana? Me habían dicho que valdría la pena, que se trataba de una cinta prometedora. Le dije a mi amiga Liz que me acompañara y recuerdo ver su cabello rojizo moviéndose con el viento que soplaba ese día. Ella llegaba en su bicicleta y la estacionaba allí donde luego veríamos la película. Yo le había dicho que tenía buenos comentarios y que solo esperaba un rato agradable. Entramos al sitio y estaban allí los afiches de aquellas películas de los 90 que tanto ruido hicieron en el país. Tal vez estaba allí la imagen icónica, el cartel promocional, de Pulp Fiction, la cinta de Tarantino. Digo que tal vez estaba allí porque no lo recuerdo muy bien. Yo estaba más concentrado en la cabellera de Liz y en los libros que se encontraban en una estantería de madera negra. Eran libros sobre cine, naturalmente. Hablamos durante un par de minutos y la gente llegaba de a poco. Dijeron que ya podíamos ingresar. Hacía frío en la sala y había un olor intenso a humedad. Los tobillos podían sentirse fríos muy cerca del suelo y en el techo reinaba un aire de soledad que, si uno bajaba la vista, no se correspondía con lo que sucedía en realidad. La sala estaba llena. De repente, las luces se apagaron y todo se puso oscuro.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Una imagen apareció en la pantalla. Silencio. Un reloj sobre la mesa indicaba la hora. Silencio. Era bastante temprano. La alarma sonó y una mano se estiró para detener el sonido. Era la mano de Cristóbal, el personaje central de la historia. La primera toma que registra su cuerpo yace justo en frente de él y lo captura levantándose de la cama, sentándose ligeramente en ella para terminar de despertarse. A lo lejos se oye la voz de su madre. Son gritos. Ella lo insulta. Le pide que se levante. Cristóbal lo hace de mala gana y se dirige al modesto comedor que hay en la casa. Allí hay un plato servido. Se supone que es su desayuno, pero parece más un almuerzo, o el recalentado de la cena del día anterior. La madre de Cristóbal sigue gritando y él no es capaz de probar bocado. Discute con ella y sale de la casa dejando a la mujer enfrentada al silencio de la madrugada. Entonces, la música… El joven desciende por una calle del barrio Nelson Mandela, la locación escogida para la filmación hacia la que parece ser su cita con el destino mientras la música se hace presente. Ritmos costeros, tonadas alegres que lo mueven todo, sonidos del África, sonidos del negro. Esto le da a la película un impulso, pues al presentar un guion que es, en apariencia, bastante simple, los pequeños detalles sonoros hacen que quien está asistiendo al encuentro con esta cinta se sienta mucho más integrado a lo que sucede, atraído, de alguna manera.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Le podría interesar: El absurdo y salvador pasado que nos une

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  La madre de Cristóbal le ha pedido que vaya a reclamar la olla que anunciaban días antes en la televisión. Solo tenían que reunir veinte envolturas de productos “Pa’ la olla” y estar presentes el día de la entrega. Al llegar al sitio, a merced de un sol abrazador, Cristóbal se encuentra con una fila de personas que llevan esperando desde el día anterior. Él toma unas cajitas y se sienta a esperar sin pronunciar palabra. A su lado se encuentra una mujer mayor que habla cada tanto y parece conocerlo: le pregunta por su mamá y el restaurante. Él dice que está todo bien, pero en realidad no lo está. Él no lo está. Hace mucho tiempo que Cristóbal y su madre pasan por un mal momento. Él es quien lleva los almuerzos que ella prepara, los entrega a domicilio y con eso hacen la vida, pero no alcanza para estar tranquilos. Por eso ella lo regaña tanto, le pide que no se vaya de vago y pierda el tiempo. A Cristóbal lo tiene cansado tanto regaño y lo mejor que encuentra para hacer es caminar por ahí sin rumbo fijo. Y esta es la película dividida en capítulos, todos de una duración similar, con un aire muy teatral, casi como acudiendo a una reconstrucción de “Esperando a Godot”, salvo que aquí no se está esperando a una persona que nunca llega, sino una entrega que nunca encuentra su cauce.

                                                                                                                                  Cristóbal es el elegido para obrar como actante principal y lo hace bien. Quien lo interpreta es un chico que jamás ha actuado y se da a la tarea de reconstruir la sensación que muchas personas sentían ese día. Porque sí, esta historia ocurrió realmente. Una marca de productos para la cocina había anunciado que se entregarían cerca de 200 ollas a las primeras personas que llegaran con las envolturas y fue tanta la expectativa que el anuncio generó, y tanto el poder de convocatoria, que mucha gente se puso cita con hasta dos o tres días de anticipación. Lo cierto es que no había ollas para tanta gente y la cosa terminó en hecatombe.

                                                                                                                                  En la cinta, Cristóbal tiene la mala suerte de que ese día todo está en su contra. Como no ha desayunado se siente débil y va a buscar algo de comer, pero no tiene dinero. Le pide a una de las personas que lo acompañan en la fila el favor de que le cuide el puesto mientras regresa. En el camino encuentra un árbol de mangos y esto basta para calmar su hambre. Cuando regresa al sitio de la fila se da cuenta de que la gente de logística ha repartido unas manillas, son tirillas que los concursantes deben usar para garantizar la entrega de su olla. Cristóbal no consigue la tal manilla y se va desesperado a buscar una. La encuentra, sí, pero para obtenerla tiene que dar el poco dinero que tiene en sus bolsillos, no más de setecientos pesos, y su cinturón. Regresa a la fila contentísimo y se ve enfrentado al absurdo más evidente. Sus compañeros en la fila le han conseguido una manilla. Ahora tiene dos.

                                                                                                                                  Le sugerimos: Los últimos estrenos de cine colombiano de 2019

                                                                                                                                  No es lo único malo que le ocurre al joven. Uno como espectador sufre con él. No ha terminado de reponerse de una caída cuando ya se está enfrentando otro obstáculo. Por eso digo que la película tiene un aire muy teatral. El personaje está a merced de su destino y no puede hacer nada para ir en contra de él. Es víctima y héroe a la vez. Puede ser esta una de las apuestas del director Carlos Osuna, quien pareciera que se esmeró en entregar una historia sencilla, pero envuelta en una complejidad especial. Ya digo yo que el guion pudo haberse abordado mejor. Me habría gustado ver un poco más de la vida de Cristóbal, acudir a los saltos en el tiempo para explorar estos resquicios y así entender las dimensiones del personaje que, ciertamente, es un sujeto de lo más caótico. Se trata de un chico bueno al que le pasan cosas malas. Los diálogos también pudieron haber sido más profundos, pero no están mal. Son apuntes que dan cuenta de la cotidianidad de estas personas. Ellos hablan sobre el calor, sobre la vida a merced del calor y lo que tienen que hacer diariamente para sobrevivir. Hablan sobre el gobierno y el futuro de la sociedad. Se trata, al fin y al cabo, del retrato de una serie de encuentros simples que se prestan para reflexionar mientras se espera. La cosa es que la reflexión aquí no es lo suficientemente profunda. Con un marco como el que se presenta en la película, la reflexión interna del personaje podría haber sido mejor y hubiese sido lo adecuado. No se logró, en mi opinión, pero eso no le resta merito al trabajo del director, quien ha logrado, con muy poco, llevar la película al festival AFRIFF, por ejemplo. Esto ocurrió en Nigeria y se trata de uno de los encuentros cinematográficos más importantes en el continente africano.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El Concursante es, pues, una apuesta interesante para llevar a la pantalla la historia de un evento real que no se exploró lo suficiente y que, después de esto, uno se da cuenta de que ofrecía elementos literarios y cinematográficos muy potentes. Osuna logra fijarse en ellos y rescatar lo mejor posible. Fue esa la sensación que me quedó cuando la cinta llegó a su fin. Me di la vuelta para ver las caras de la audiencia y no puedo decir si eran expresiones de satisfacción o de desasosiego. Yo me quedo con lo que experimenté. Las luces se encendieron nuevamente y le dije a Liz: “Creo que hay mucho para digerir”. Salimos del lugar y yo me sentía un poco como Cristóbal al final de la cinta. En lo más alto, pero sin entender muy bien lo que había ocurrido. Entonces, me hice esa pregunta: ¿Quién va a cine un martes a las 10:30 de la mañana?

                                                                                                                                   

                                                                                                                                   

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Carloa Osuna, director de "El concursante", una de las últimas películas nacionales proyectadas en el año. / Cortesía del Festival de Cine de Tallin.
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  ¿Quién va a cine un martes a las 10:30 de la mañana? Me habían dicho que valdría la pena, que se trataba de una cinta prometedora. Le dije a mi amiga Liz que me acompañara y recuerdo ver su cabello rojizo moviéndose con el viento que soplaba ese día. Ella llegaba en su bicicleta y la estacionaba allí donde luego veríamos la película. Yo le había dicho que tenía buenos comentarios y que solo esperaba un rato agradable. Entramos al sitio y estaban allí los afiches de aquellas películas de los 90 que tanto ruido hicieron en el país. Tal vez estaba allí la imagen icónica, el cartel promocional, de Pulp Fiction, la cinta de Tarantino. Digo que tal vez estaba allí porque no lo recuerdo muy bien. Yo estaba más concentrado en la cabellera de Liz y en los libros que se encontraban en una estantería de madera negra. Eran libros sobre cine, naturalmente. Hablamos durante un par de minutos y la gente llegaba de a poco. Dijeron que ya podíamos ingresar. Hacía frío en la sala y había un olor intenso a humedad. Los tobillos podían sentirse fríos muy cerca del suelo y en el techo reinaba un aire de soledad que, si uno bajaba la vista, no se correspondía con lo que sucedía en realidad. La sala estaba llena. De repente, las luces se apagaron y todo se puso oscuro.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Una imagen apareció en la pantalla. Silencio. Un reloj sobre la mesa indicaba la hora. Silencio. Era bastante temprano. La alarma sonó y una mano se estiró para detener el sonido. Era la mano de Cristóbal, el personaje central de la historia. La primera toma que registra su cuerpo yace justo en frente de él y lo captura levantándose de la cama, sentándose ligeramente en ella para terminar de despertarse. A lo lejos se oye la voz de su madre. Son gritos. Ella lo insulta. Le pide que se levante. Cristóbal lo hace de mala gana y se dirige al modesto comedor que hay en la casa. Allí hay un plato servido. Se supone que es su desayuno, pero parece más un almuerzo, o el recalentado de la cena del día anterior. La madre de Cristóbal sigue gritando y él no es capaz de probar bocado. Discute con ella y sale de la casa dejando a la mujer enfrentada al silencio de la madrugada. Entonces, la música… El joven desciende por una calle del barrio Nelson Mandela, la locación escogida para la filmación hacia la que parece ser su cita con el destino mientras la música se hace presente. Ritmos costeros, tonadas alegres que lo mueven todo, sonidos del África, sonidos del negro. Esto le da a la película un impulso, pues al presentar un guion que es, en apariencia, bastante simple, los pequeños detalles sonoros hacen que quien está asistiendo al encuentro con esta cinta se sienta mucho más integrado a lo que sucede, atraído, de alguna manera.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

                                                                                                                                  Le podría interesar: El absurdo y salvador pasado que nos une

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  La madre de Cristóbal le ha pedido que vaya a reclamar la olla que anunciaban días antes en la televisión. Solo tenían que reunir veinte envolturas de productos “Pa’ la olla” y estar presentes el día de la entrega. Al llegar al sitio, a merced de un sol abrazador, Cristóbal se encuentra con una fila de personas que llevan esperando desde el día anterior. Él toma unas cajitas y se sienta a esperar sin pronunciar palabra. A su lado se encuentra una mujer mayor que habla cada tanto y parece conocerlo: le pregunta por su mamá y el restaurante. Él dice que está todo bien, pero en realidad no lo está. Él no lo está. Hace mucho tiempo que Cristóbal y su madre pasan por un mal momento. Él es quien lleva los almuerzos que ella prepara, los entrega a domicilio y con eso hacen la vida, pero no alcanza para estar tranquilos. Por eso ella lo regaña tanto, le pide que no se vaya de vago y pierda el tiempo. A Cristóbal lo tiene cansado tanto regaño y lo mejor que encuentra para hacer es caminar por ahí sin rumbo fijo. Y esta es la película dividida en capítulos, todos de una duración similar, con un aire muy teatral, casi como acudiendo a una reconstrucción de “Esperando a Godot”, salvo que aquí no se está esperando a una persona que nunca llega, sino una entrega que nunca encuentra su cauce.

                                                                                                                                  Cristóbal es el elegido para obrar como actante principal y lo hace bien. Quien lo interpreta es un chico que jamás ha actuado y se da a la tarea de reconstruir la sensación que muchas personas sentían ese día. Porque sí, esta historia ocurrió realmente. Una marca de productos para la cocina había anunciado que se entregarían cerca de 200 ollas a las primeras personas que llegaran con las envolturas y fue tanta la expectativa que el anuncio generó, y tanto el poder de convocatoria, que mucha gente se puso cita con hasta dos o tres días de anticipación. Lo cierto es que no había ollas para tanta gente y la cosa terminó en hecatombe.

                                                                                                                                  En la cinta, Cristóbal tiene la mala suerte de que ese día todo está en su contra. Como no ha desayunado se siente débil y va a buscar algo de comer, pero no tiene dinero. Le pide a una de las personas que lo acompañan en la fila el favor de que le cuide el puesto mientras regresa. En el camino encuentra un árbol de mangos y esto basta para calmar su hambre. Cuando regresa al sitio de la fila se da cuenta de que la gente de logística ha repartido unas manillas, son tirillas que los concursantes deben usar para garantizar la entrega de su olla. Cristóbal no consigue la tal manilla y se va desesperado a buscar una. La encuentra, sí, pero para obtenerla tiene que dar el poco dinero que tiene en sus bolsillos, no más de setecientos pesos, y su cinturón. Regresa a la fila contentísimo y se ve enfrentado al absurdo más evidente. Sus compañeros en la fila le han conseguido una manilla. Ahora tiene dos.

                                                                                                                                  Le sugerimos: Los últimos estrenos de cine colombiano de 2019

                                                                                                                                  No es lo único malo que le ocurre al joven. Uno como espectador sufre con él. No ha terminado de reponerse de una caída cuando ya se está enfrentando otro obstáculo. Por eso digo que la película tiene un aire muy teatral. El personaje está a merced de su destino y no puede hacer nada para ir en contra de él. Es víctima y héroe a la vez. Puede ser esta una de las apuestas del director Carlos Osuna, quien pareciera que se esmeró en entregar una historia sencilla, pero envuelta en una complejidad especial. Ya digo yo que el guion pudo haberse abordado mejor. Me habría gustado ver un poco más de la vida de Cristóbal, acudir a los saltos en el tiempo para explorar estos resquicios y así entender las dimensiones del personaje que, ciertamente, es un sujeto de lo más caótico. Se trata de un chico bueno al que le pasan cosas malas. Los diálogos también pudieron haber sido más profundos, pero no están mal. Son apuntes que dan cuenta de la cotidianidad de estas personas. Ellos hablan sobre el calor, sobre la vida a merced del calor y lo que tienen que hacer diariamente para sobrevivir. Hablan sobre el gobierno y el futuro de la sociedad. Se trata, al fin y al cabo, del retrato de una serie de encuentros simples que se prestan para reflexionar mientras se espera. La cosa es que la reflexión aquí no es lo suficientemente profunda. Con un marco como el que se presenta en la película, la reflexión interna del personaje podría haber sido mejor y hubiese sido lo adecuado. No se logró, en mi opinión, pero eso no le resta merito al trabajo del director, quien ha logrado, con muy poco, llevar la película al festival AFRIFF, por ejemplo. Esto ocurrió en Nigeria y se trata de uno de los encuentros cinematográficos más importantes en el continente africano.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El Concursante es, pues, una apuesta interesante para llevar a la pantalla la historia de un evento real que no se exploró lo suficiente y que, después de esto, uno se da cuenta de que ofrecía elementos literarios y cinematográficos muy potentes. Osuna logra fijarse en ellos y rescatar lo mejor posible. Fue esa la sensación que me quedó cuando la cinta llegó a su fin. Me di la vuelta para ver las caras de la audiencia y no puedo decir si eran expresiones de satisfacción o de desasosiego. Yo me quedo con lo que experimenté. Las luces se encendieron nuevamente y le dije a Liz: “Creo que hay mucho para digerir”. Salimos del lugar y yo me sentía un poco como Cristóbal al final de la cinta. En lo más alto, pero sin entender muy bien lo que había ocurrido. Entonces, me hice esa pregunta: ¿Quién va a cine un martes a las 10:30 de la mañana?

                                                                                                                                   

                                                                                                                                   

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  Por Santiago Díaz Benavides @santiescritor

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
                                                                                                                                  Aceptar