Aunque Edgar Allan Poe (foto) es reconocido por sus cuentos de terror también incursionó en la poesía. Su primer libro, publicado en 1827, títulado “Tamerlán y otros poemas” estaba compuesto por este género literario.
Foto: Pixabay
Navegar por la cabeza de un asesino es emprender un viaje siniestro que no todos se arriesgan a hacer, sobre todo cuando la crudeza es la primera arma contra la que se debe combatir. Viajar acompañado del “villano” implica estar dispuesto a abrir la mente para no juzgar y más bien escuchar. Porque lo primero aniquila lo segundo. No se puede escuchar cuando se invalida al otro. Cuando creemos que los demás nada tienen que decir porque todo nos lo han dicho, aunque no hayan pronunciado ni siquiera una sola palabra. Las palabras sobran porque...
Por Danelys Vega Cardozo
Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com