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El “Corean Dream” aterriza en Case E Borrero

El grupo La casa de atrás presenta una de sus más emblemáticas piezas teatrales de la mano de la directora Paola Barrero, en complicidad de un equipo envidiable.

Carlos Moisés Ballesteros P.
09 de noviembre de 2023 - 11:00 p. m.
La obra de teatro "Gloria y Ramona" se presentará en el teatro Casa E Borrero hasta el 18 de noviembre.
La obra de teatro "Gloria y Ramona" se presentará en el teatro Casa E Borrero hasta el 18 de noviembre.
Foto: Cortesía grupo La casa de atrás

La comedia es, indudablemente, uno de los géneros teatrales más generosos. La devolución del público es siempre inmediata; si el espectáculo es afilado y certero, la risa se da al instante y la conversación con el público es directa, más que en cualquier otro género. Sin embargo, proporcionar un buen espectáculo de comedia, no es tarea fácil, hace falta una suma de esfuerzos colectivos que deben alinearse con una precisión cuyas fallas pueden llegar a ser implacables. Una de las muestras de comedia más exploradas que podemos encontrar en nuestra cartelera teatral es el Clown, el payaso teatral, cuyas compañías cada vez son más y sus espectáculos de mayor visibilidad. Grandes representantes de este género han ido apareciendo en el camino con manifestaciones que tratan toda clase de temáticas desde las más triviales circunstancias hasta las tragedias nacionales más vergonzosas. El abanico de sus probabilidades es infinito y con ello, nosotros vamos diversificando nuestras posibilidades de consumo sin dejar de reír.

Gloria y Ramona o porque las jirafas nunca hablaran coreano, que actualmente se encuentra en temporada en la sala Buenaventura del Multiplex de Casa E Borrero, es un ejemplo perfecto sobre la alineación de todos los elementos de los que hablamos arriba y que ahora describo; una dramaturgia ágil pensada para la comedia, una dirección afinada y elocuente al género, y dos actrices de difícil comparación en el terreno de la comedia y la interpretación (No solo son dos grandes payasas).

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La historia fue escrita por los hermanos Ricardo y Nicolás Dávila hace ya unos años para el proyecto Disparate, Dicho y Hecho, en el que se juntaban con vértigo varios elementos (Actuación, dirección y dramaturgia) con el fin de escribir, a contrarreloj, una pieza teatral para comedia que debía competir con otras piezas que debían escribirse y montarse bajo las mismas premisas. El azar, en ese entonces, juntó a los hermanos Dávila con la directora Paola Barrera y este Match dio paso a una obra teatral que, de la mano y decisión de su directora se convertiría en un clásico del payaso teatral, al menos en mi opinión, nada experta sobre el género.

La obra, cuya historia es simple y disparatada, nos cuenta la historia de Gloria, una mujer que sueña con la posibilidad de vivir de las artes escénicas y que encuentra en el K-pop y en la posibilidad de viajar a Corea del Sur una vía rápida para lograr su sueño, sin embargo, la travesía para llegar hasta este país tan distinto en sus naturalezas y modos al nuestro, pondrá en riesgo no solo el sueño de Gloria si no su vida y la de Ramona, su hija, único cómplice en esta travesía que las llevará por un camino más que trágico. Nosotros por nuestro lado, desde las sillas, no pararemos de disfrutar de principio a fin con este espectáculo que cuenta con una puesta muy simple pero que, bajo la mirada aguda de Paola Barrera, nos propone un viaje y una composición espacial mediada por la iluminación de dos linternas manipuladas por las actrices; Allí, casi en la penumbra, el foco se vuelve protagonista y nuestro viaje asemeje sin pretensiones a un viaje casi audiovisual, como si pudiéramos reducir la puesta solo al gesto del rostro o al detalle de un pequeño bicho que muere en las manos de uno de los personajes.

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Finalmente, esta apuesta reduccionista en sus medios termina por cerrar sus grandes hallazgos de la mano de dos interpretes a la altura de la pieza. Luisa Acuña y Jennifer Ortiz nos venden la ya conocida formula de los personajes dispares que tanto humor le regalaron al cine de blanco negro con personajes como el Gordo y el Flaco, en donde los juegos de la comedia pasaban por la construcción de situaciones llenas de contraste, a veces, una gruñona y la otra alegre, una ingenua y la otra suspicaz, pero siempre, un complemento maravilloso la una de la otra ¡Un deleite de pares! Esta fórmula, después de un largo periplo no pueden lograr otra cosa que la empatía de un grupo de espectadores que ya se ha comprometido emocionalmente con ellas y su historia. Al final, de esto se trata el teatro y este equipo lo ha logrado con esta bella, divertida e infaltable obra en el repertorio del espectador bogotano.

Por Carlos Moisés Ballesteros P.

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