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                                                                                                                                  El coronavirus y la vacuna poética: Pensamientos desde casa, día 20

                                                                                                                                  Para proteger la mente y el alma en la cuarentena, hoy propongo una dosis de inspiración que nos manda el poeta Porfirio Barba Jacob desde el más allá.

                                                                                                                                  Nelson Fredy Padilla *

                                                                                                                                  El retrato más clásico de Miguel Ángel Osorio Benítez, que pasó a la historia de la literatura como el poeta Porfirio Barba Jacob (1883-1942). / Cortesía Alfaguara
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Y qué mejor referencia para empezar que Barba Jacob: Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo, que tiembla de pasión: bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, el alma está brotando florestas de ilusión. Llamado a indagar nuestras jornadas más lúgubres, más sórdidas, así sean días “en que discurren vientos ineluctables”.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  A leer poesía, a cometer versos... Ojalá tomando referencias mayores, desde Homero (Siglo VIII a.C.) hasta Paul Celan (1920-1970). Aquellos autores que nos atrapan con esa técnica condensada y significante de interpretar el mundo nos enseñan los límites del dominio del lenguaje, y en eso Barba Jacob era un maestro, hasta para inventar palabras. Por ejemplo Acuarimántima, que empieza así: Vengo a expresar mi desazón suprema y a perpetuarme en la virtud del canto. Yo soy Maín, el héroe del poema, que vio, desde los círculos del día, regir el mundo una embriaguez y un llanto. Todavía nos invita desde la Primera canción delirante: Goza tu instante, goza tu locura: todo se ciñe al ritmo del amor, y son solo fantasmas de la vida el bien y el mal, la sombra y el fulgor.

                                                                                                                                  Barba Jacob hubo solo uno y por eso aún inspira. La humanidad acorralada por un virus, con “la pálida muerte llamando a patadas en las puertas”, parodiando a Horacio (también a. C.), reclama a jóvenes y viejos, por qué no, nuevas metáforas, nuevas formas de diálogo con la realidad y la irrealidad, métricas renovadas donde la acción del verso consulte el horror y la esperanza. Qué gran momento cuando uno descubre en la musicalidad de un soneto al poeta o a la poetisa que se identifica con nuestras sensaciones y nos descubre otras, mejor insospechadas. Y lo hace con las palabras justas, con sencillez y eficacia, con significación y ambigüedad. Decía nuestro Porfirio: “La poesía es la religión de los pueblos cultos”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Si quieren profundizar en la vida y obra de Porfirio Barba Jacob lean El Mensajero, editado por el sello Alfaguara, y su poesía completa publicada por Planeta y por el Fondo de Cultura Económica de México. Termino con el poema que resume la vida de este genio desfachatado, y que él pidió que se leyera en su funeral. Murió de tuberculosis:

                                                                                                                                  Futuro

                                                                                                                                  Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!)

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,

                                                                                                                                  en el vital deliquio por siempre insaciado,

                                                                                                                                  era una llama al viento...

                                                                                                                                  Vagó, sensual y triste, por las islas de su América;

                                                                                                                                  en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;

                                                                                                                                  la tierra mexicana le dio su rebeldía,

                                                                                                                                  su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

                                                                                                                                  De simas no sondadas subía a las estrellas;

                                                                                                                                  un gran dolor incógnito vibraba por su acento;

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  fue sabio en sus abismos, —y humilde, humilde, humilde—,

                                                                                                                                  porque no es nada una llamita al viento...

                                                                                                                                  Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,

                                                                                                                                  que nunca humana lira jamás esclareció,

                                                                                                                                  y nadie ha comprendido su trágico lamento...

                                                                                                                                  Era una llama al viento y el viento la apagó.

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  @NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  *Apóyanos con tu suscripción.

                                                                                                                                  El retrato más clásico de Miguel Ángel Osorio Benítez, que pasó a la historia de la literatura como el poeta Porfirio Barba Jacob (1883-1942). / Cortesía Alfaguara
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Y qué mejor referencia para empezar que Barba Jacob: Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, como en abril el campo, que tiembla de pasión: bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, el alma está brotando florestas de ilusión. Llamado a indagar nuestras jornadas más lúgubres, más sórdidas, así sean días “en que discurren vientos ineluctables”.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Barba Jacob hubo solo uno y por eso aún inspira. La humanidad acorralada por un virus, con “la pálida muerte llamando a patadas en las puertas”, parodiando a Horacio (también a. C.), reclama a jóvenes y viejos, por qué no, nuevas metáforas, nuevas formas de diálogo con la realidad y la irrealidad, métricas renovadas donde la acción del verso consulte el horror y la esperanza. Qué gran momento cuando uno descubre en la musicalidad de un soneto al poeta o a la poetisa que se identifica con nuestras sensaciones y nos descubre otras, mejor insospechadas. Y lo hace con las palabras justas, con sencillez y eficacia, con significación y ambigüedad. Decía nuestro Porfirio: “La poesía es la religión de los pueblos cultos”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Futuro

                                                                                                                                  Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!)

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,

                                                                                                                                  en el vital deliquio por siempre insaciado,

                                                                                                                                  era una llama al viento...

                                                                                                                                  Vagó, sensual y triste, por las islas de su América;

                                                                                                                                  en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;

                                                                                                                                  la tierra mexicana le dio su rebeldía,

                                                                                                                                  su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

                                                                                                                                  De simas no sondadas subía a las estrellas;

                                                                                                                                  un gran dolor incógnito vibraba por su acento;

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  fue sabio en sus abismos, —y humilde, humilde, humilde—,

                                                                                                                                  porque no es nada una llamita al viento...

                                                                                                                                  Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,

                                                                                                                                  que nunca humana lira jamás esclareció,

                                                                                                                                  y nadie ha comprendido su trágico lamento...

                                                                                                                                  Era una llama al viento y el viento la apagó.

                                                                                                                                   

                                                                                                                                  @NelsonFredyPadi / npadilla @elespectador.com

                                                                                                                                  No ad for you

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