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El pasado 12 de febrero, Carolina Sanín publicó: “Hay un escritor que dicta en una gran universidad pública colombiana un curso ¡sobre su propia obra! Lleva su nombre: ‘Seminario sobre Fulano’. Sí: resulta que en el masturbatorio de mediocridad masculina que es la literatura colombiana, esa corrupción no es escándalo”.
Hay un escritor que dicta en una gran universidad pública colombiana un curso ¡sobre su propia obra! Lleva su nombre: "Seminario sobre Fulano". Sí: resulta que en el masturbatorio de mediocridad masculina que es la literatura colombiana, esa corrupción no es escándalo. Magínense.
— Carolina Sanín (@SaninPazC) February 12, 2022
El trino de Sanín comenzó a compartirse y a circular por WhatsApp, lo que produjo una réplica:
“El gran tema del debate que se abre con esta clase de Twitter de Carolina Sanín es el del sentido de los estudios universitarios y la vida intelectual colombiana. El debate no puede dirimirse en abstracto, como un asunto endémico, en medio de la emergencia de la globalización y la pandemia. Esto sería una invitación, se podría pensar, a hablar de todo con todo y contra todo y cocinar así un popurrí dialéctico, por su naturaleza estéril e indigesto. Puro ocasionalismo oportunista (sic)”, escribió Juan Guillermo Gómez García, abogado de la Universidad Externado de Colombia y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia.
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Gómez tocó puntos más allá del seminario que dicta Montoya para referirse al trino de Sanín: primero, que presume que esta publicación es una especie de respuesta o símbolo de molestia de la escritora sobre una columna escrita por Montoya sobre Jaime Jaramillo Escobar, poeta fallecido el pasado 10 de septiembre de 2021. En ella, Montoya contó su experiencia en el taller que Jaramillo dictó en Medellín en los años 90 y su “perplejidad” ante las valoraciones del escritor con respecto a la poesía de Gómez Jattin, otros compañeros y la suya, a la que jamás le puso una nota superior a 3.5.
“Sus gustos y opiniones al respecto no me satisfacían del todo. Por aquel entonces había irrumpido como un meteoro de luz y escoria, la poesía de Raúl Gómez Jattin. Jaime Jaramillo Escobar y Darío Jaramillo Agudelo pregonaron que se trataba del gran poeta esperado, de la palabra veraz del maldito, la grande y libre y desgarrada expresión de una sexualidad tórrida. Cuando me aproximé a esos poemas tan celebrados, solo vi una zoofilia excesiva atravesada por fulgores edípicos y otros asuntos tristes. Jaramillo Escobar, además, se entusiasmaba tanto con los poemas que unos chicos buenos mozos le presentaban que yo, la verdad sea dicha, me quedaba perplejo”, escribió Montoya, que también tiene la percepción de que el trino de Sanín es una reacción a su columna sobre X-504.
El escritor le explicó a este diario que el seminario llamado “Cruces entre literatura y artes en la obra de Pablo Montoya” era parte de la especialización en literatura comparada, y se diseñó con el objetivo de abordar las relaciones de la literatura con las artes y la historia.
Según Montoya, la facultad y él consideraron pertinente trabajar ese tema desde los planteamientos de sus libros, además de otros autores que han trabajado el tema. A partir de eso o, en ese contexto, el escritor y profesor se refiere a algunas de sus obras en las que ha tratado esas relaciones. Para él, su tesis de maestría sobre literatura comparada es otro de los motivos que le dan el sustento académico para hablar de ese tema.
También aclaró que no les exigía a los estudiantes que leyeran sus libros ni que hicieran sus trabajos o exposiciones sobre los mismos. “Eso sí sería antiético. Lo que ellos hacen en este seminario, que he dado dos veces en esa especialización, es trabajar otros escritores, así que les pongo una lista extensa para que escojan obras que abordan este asunto. No sé qué hay de acto masturbatorio y por eso decidí no responderle a Carolina Sanín, además de que es normal que los escritores hablen sobre sus libros. Ya lo he hecho en otros lugares como la EAFIT y en otras universidades del mundo”.
Pablo Montoya, autor de los libros “La sombra de Orión”, “Tríptico de la infamia”, “La sed del ojo”, entre otros, piensa que para que un escritor hable en sus seminarios sobre su obra, debe tener un reconocimiento y contó que, a lo largo de 20 años, ha conjuntado su labor de profesor con la de escritor. “Es decir, yo no estoy en la universidad hace seis meses. Gracias al respeto y el reconocimiento que he obtenido, a la universidad le pareció comprensible, obvio, casi natural, que diera un curso de literatura comparada a partir de mis libros”, concluyó.
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En el programa oficial del curso, que hace parte de la facultad de comunicaciones y filología, dice que el objetivo general es “comprender las maneras en que la obra del escritor colombiano Pablo Montoya establece cruces entre la literatura y las artes”. Y aunque, por ejemplo, la unidad dos del seminario propone el tema de literatura y fotografía en la obra de Pablo Montoya, los subtemas mencionan a autores como Baudelaire, Walter Benjamin y Roland Barthes.
“Durante el curso haremos un recorrido por algunos de los libros del escritor colombiano, Pablo Montoya, para entender las maneras en que se abordan los cruces ente literatura y música, literatura y fotografía, y literatura y pintura. Estos libros son La escuela de música (2018), relación música y literatura; La sed del ojo (2004), relación literatura y fotografía; y Tríptico de la infamia (2014), relación literatura y pintura”, dice la descripción general del seminario explicado en el programa académico.
El Espectador buscó al decano de la facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, Edwin Carvajal Córdoba, que consideró innecesario opinar públicamente con respecto al tema.
En la réplica a Sanín, Juan Guillermo Gómez dijo que el debate debería centrarse en los estudios universitarios y la vida intelectual colombiana, además de referirse al efecto de las tensiones crecientes entre las especialidades científicas de las disciplinas académicas y la vida intelectual. Calificó las columnas que Sanín publicaba en la revista Arcadia como “eruditas, bien redactadas y fuera de foco”. Criticó la forma en la que la escritora se refirió a Montoya (vulgares lugares comunes, sin respaldo, formas argumentativas para mal de una juventud sin liderazgo social, político y cultural, tan ajenas a las formas de estimable retórica (aristotélica) como lo exhibe la tuitera en otras ocasiones”), y concluyó precisando que era sobre los jóvenes de la primera línea y toda la ausencia de garantías que tuvieron al momento de manifestarse durante el Paro Nacional que se debería “hablar y discutir provechosamente” en Twitter.
Sobre el texto de Gómez, Carolina Sanín opinó que era una sarta de disparates furibundos, algunos llamativamente violentos. “Es un galimatías para desviar la atención del tema, que era simplemente la pregunta por si es procedente, normal o provechoso que un profesor de literatura dicte, en la universidad, un curso sobre su obra. Es evidente que el interés del autor de esa página era descalificarme (mi trabajo, mi escritura, mi carrera) con ira revestida de condescendencia, como suele ser la estrategia de quienes creen que tienen una autoridad y saben que nada fundamenta esa autoridad”, le dijo la escritora a este diario, agregando que era una reacción a la que estaba acostumbrada. “Entiendo que les irrite y les asuste que alguien ponga en evidencia los pactos de caballeros de las letras (tan frecuentes en Colombia y obligados en Antioquia) que llevan décadas o siglos entronizando la mediocridad y haciendo ver como respetable lo ridículo”.
Para la autora de libros como “Tu cruz en el cielo desierto”, “Somos luces abismales”, entre otros, el punto no es que un escritor lleve su conocimiento o su experiencia a sus clases: “eso es algo que todos los profesores y las profesoras hacemos, y es una perogrullada”. El punto, para ella, es que Montoya “dicta un curso en la Universidad de Antioquia —que, por cierto, termina siendo obligatorio, pues suple un requisito básico llamado “Estética literaria”— cuyo nombre, como consta en el programa oficial del curso, es “Cruces entre literatura y artes en la obra de Pablo Montoya” y cuyas unidades son: ‘Literatura y música en la obra de Pablo Montoya’”, “literatura y fotografía en la obra de Pablo Montoya” y “Literatura y pintura en la obra de Pablo Montoya’. Es suficientemente explícito y gracioso”.
Sanín cerró agregando que para ella este seminario es una falta de respeto para la docencia, pero le preocupa que el país lo tome como algo normal, aceptado y financiado por una universidad pública: “Me preocupa que en Colombia se pierdan tanto la sensatez, el sentido de las proporciones y el respeto por los estudiantes y la docencia, que algo así, que no se ve en ninguna universidad del mundo, pase por normal. Por eso lo conté. Y porque el caso tiene un potencial humorístico increíble que creo que no se debe desaprovechar”.