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En nuestros días actuales, los puentes de Bogotá, tan oscuros y sombríos, se encuentran acompañados de “dibujos”. Tal parece que existe una estrategia denominada “Museo Abierto de Bogotá: pintura en espacio público”, que busca transformar los espacios urbanos a través del arte y la participación de los habitantes de comunidades de “once Zonas Bajo Puente - ZBP priorizadas en Bogotá. La iniciativa es del Instituto Distrital de las Artes (IDARTES), en conjunto con el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), con el apoyo de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP). “A través del Programa Distrital de Estímulos 2021, 25 colectivos y artistas fueron seleccionados para realizar intervenciones figurativas, realistas e hiperrealistas en los costados y techos de las Zonas Bajo Puente” (IDARTES).
Uno de los ganadores de este programa fue el colectivo Saint Cat Crew, por su propuesta “Utopías de andén”, la cual se centra en relatar la cotidianidad de los habitantes de las calles, para entender las razones que los llevaron a habitar la calle y el significado que tiene para ellos. Eso comenta en entrevista exclusiva para El Espectador Camilo Bacca, miembro del colectivo. Para encontrar las historias que quedaron plasmadas en los murales del puente ubicado entre Avenida de las Américas con Puente Aranda, entre la Carrera 50 y la Avenida Colón por Calle 13, hicieron todo un recorrido por el sendero del cartón, ese mismo camino que todos los días los recicladores del Barrio Gorgonzola realizan a diario.
Los encargados de hacer dicho recorrido fueron miembros del equipo social del colectivo, personas que realizan trabajo de campo. Este se encontraba conformado por seis personas, cuatro de ellas fueron habitantes de calle, y por lo tanto conocían la zona y la problemática de primera mano. Durante ese recorrido, el equipo social se encontró con historias de habitantes de calles que son hijos de policías o han tenido que ver con la milicia, con exguerrilleros, ex paramilitares, “personas que han tenido que sufrir violencia multidimensional en sus hogares. Por eso, rompen con esos lazos y habitan la calle”, afirma Bacca.
El pasado 18 de diciembre, la iniciativa del colectivo Saint Cat Crew causó polémica en redes sociales, debido a que en uno de los murales se observa la imagen de lo que parece ser un policía con unas calaveras alrededor. Dos concejales de Bogotá se pronunciaron al respecto a través de sus cuentas de Twitter. El concejal Jorge Colmenares aseguró: “¿Este es el plan de la alcaldesa de pintar los puentes? Idartes destina más de $700 millones para esta intervención artística, que termina en insultos e irrespeto contra la fuerza pública. Por su parte, el concejal Emer Rojas señaló: “Señora Directora del Idartes. ¿Se usaron recursos del Distrito para financiar este mural en contra de la Policía Nacional? Es necesario que le ponga la cara a la ciudad y explique semejante infamia contra miles de Policías en Colombia”.
Pero Camilo Bacca afirma que se ha tergiversado políticamente su propuesta artística. “La persona que tomó la foto, y las personas que están de una manera censurando nuestra obra artística, no tomaron en cuenta toda nuestra composición, solo vieron una parte del mural, que está compuesto por cuatro lados y que muestra la relación que existe entre la violencia multidimensional y todo el tema de la familia, y todo lo que está alrededor de la violencia militar y de la policía, y el consumo de sustancia psicoactiva”.
Al respecto, Wilson Baquero, jefe de prensa de la Policía Nacional de Colombia, comentó que la Policía Nacional estaba ocupada cumpliendo su deber y que no iban a entrar a debatir en un “show mediático y político”. Agregó que los colores que acompañan al uniforme del “policía” del mural, no corresponden a los utilizados por la institución; por lo tanto, no se sentían representados por medio de esa imagen.
A su vez, la directora del Instituto Distrital de las Artes, Catalina Valencia, aseguró que “Somos una entidad pública cuya misión es fomentar las artes en la ciudad y ello implica fomentar a los artistas en toda su diversidad. No podríamos censurar las expresiones artísticas y culturales, ya que esto iría en contra de los derechos constitucionales”.
Sobre el surgimiento del arte callejero como movimiento
En otros tiempos en los que los derechos constitucionales estaban en pleno debate, y las luchas del arte se daban para que hubiera transformaciones sociales, y en otras sociedades, un televisor se prendió y ahí se veía el origen de lo que comenzaría a denominarse arte callejero. No buscaba entretener, al menos no por esta ocasión. La crudeza de lo que antes parecía tan lejano se hizo cercano. Nadie tuvo que contarlo porque millones pudieron televisarlo. Pero, al parecer, la sociedad no estuvo preparada para ver con sus propios ojos los horrores de la guerra. Entonces, lo que se pensó que sería un “bien”, terminó convirtiéndose en toda una oleada de protestas. Jóvenes, madres, esposas, estudiantes, maestros, y miles de personas más salieron a la calle a demostrar su descontento.
Incluso, los que estuvieron al frente del fuego, como carne de cañón, se sintieron avergonzados de su participación en todo aquello. Pero las balas no cesaron y a miles de kilómetros supieron donde apuntar. Bajo todo ese escenario la mente tenía que buscar la forma de descansar. La gente necesitaba “sacar” la rabia, el dolor y la impotencia que llevaba por dentro. El arte fue el refugio ideal. En los años 60, las calles de Filadelfia, en Estados Unidos, se pintaron de imágenes…De clamor. Mientras la sangre corría sin parar por el territorio de Vietnam, unos “dibujos” adornaban “las esquinas” norteamericanas.
Pero el movimiento denominado como arte callejero o urbano prontamente se expandió. Porque el malestar era general, no solo de una parte de la población. Porque con “pinturas” también se podía protestar. Entonces, los metros de Nueva York se llenaron de imágenes. Luego fue el turno para las ciudades europeas como Londres, Berlín y Paris. Y un día, en un abrir y cerrar de ojos, los “pinceles” se trasladaron a Latinoamérica. Las calles de Brasil, México, Venezuela, Argentina, Colombia, etc., terminaron adornadas con “dibujos”. Ahora, en cada esquina que doblamos, a donde quiera que vayamos, en ciudades como Medellín y Bogotá, nuestro “paisaje” está acompañado de murales… De imágenes… De voces que no hablan, sino que “pintan”. Porque el arte urbano, busca precisamente eso: plasmar con “dibujos” el clamor de una comunidad, de una sociedad, de un país, o al menos de una porción del territorio.