El efecto Cronenberg en Cannes
En Crímenes del futuro, David Cronenberg viene con todo. Protagonizada por Léa Seydoux, Kristen Stewart, Viggo Mortensen y Scott Speedman, opta por la Palma de Oro.
No es la primera vez que David Cronenberg se imagina el futuro. Plantearle al espectador un posible devenir parece ser su misión como cineasta. La cosa con Cronenberg es que en su imaginación el escenario es poco placentero, oscuro, incomprensible, perverso y hasta cierto punto horrible.
La otra cosa con Cronenberg es que como hombre de hoy que es, la concepción de ese futuro se fundamenta profundamente en lo que vivimos en nuestro presente, lo cual es producto del pasado. Es un hecho que duele profundamente porque con el tiempo, lo que vimos una vez como una de sus historias raras e imposibles, se cumple como una profecía. Es entonces cuando a David Cronenberg se le otorga el título de visionario.
Le sugerimos leer: “Aribada”, presencia colombiana en el Festival de Cannes
En Crímenes del futuro, su más reciente cinta que compite por la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el director canadiense hace que nos tapemos los ojos, se nos revuelva el estómago, arruguemos la cara y hasta provoca que se nos escapen risillas incómodas.
Algunos espectadores nos quedamos como adheridos a las butacas, hipnotizados y fascinados. Pero otros no se pueden resistir al deseo de emprender huída, tal como sucedió en el Grand Auditorium Lumière donde se proyectó la cinta en estreno mundial. La incomodidad superó a la curiosidad, pero no pasa nada, es válido y comprensible.
Ese es el efecto Cronenberg, y el mismo cineasta celebra todas y cada una de las reacciones. La indiferencia sería lo peor, y nunca quedamos indiferentes ante sus películas. Para muestra están La mosca, Crash, Spider, Promesas del Este, y muchas más.
En Crímenes del futuro, David Cronenberg a sus casi 80 años, viene con todo. Protagonizada por Léa Seydoux, Kristen Stewart, Viggo Mortensen y Scott Speedman, nos traslada a un mundo en el que los humanos atraviesan un proceso de adaptación a un entorno sintético.
El artista de performance Saul Tenser (Mortensen) escenifica sus órganos en plena transformación, ayudado por Caprice (Seydoux) como su asistenta y compañera de vida. La pareja es vigilada muy de cerca por Timlin (Stewart), una funcionaria del Registro Nacional de Órganos, que está tras la pista de un misterioso grupo que prepara una nueva fase de la evolución de los humanos.
En ese futuro donde “la cirugía es el nuevo sexo”, el cuerpo y los órganos internos – así como el control sobre los mismos - constituyen el eje de la vida. Con Crímenes del futuro, después de haber navegado por otras aguas, el veterano director regresa a su esencia que se nutre de la ciencia ficción, el terror y la fantasía.
Contaba David Cronenberg en el encuentro con la prensa internacional en el Festival de Cannes, que hace 20 años escribió esta historia de ciencia ficción, terror corporal y trans humanismo. Se remontó a aquel pasado y lo enlazó con el presente trayendo a colación el dato científico de que el 80% de la gente vive con micro plásticos en el torrente sanguíneo. Allí está el futuro de mutación sintética.
Como también puso sobre la mesa la actualidad político-judicial relacionada con la posible derogación de la ley del aborto Roe vs. Wade en EE. UU. Allí tenemos el dominio.
“En la historia de la humanidad es recurrente que en algún lugar en el mundo se quiera ejercer un control sobre el cuerpo de la gente”, afirmaba el cineasta en la conferencia de prensa.
“Sin dudas son tiempos extraños”, terminaba con esta reflexión que, viniendo de él, causa sorpresa: su cine es el que precisamente nos prepara para enfrentarnos a escenarios imposibles.
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No es la primera vez que David Cronenberg se imagina el futuro. Plantearle al espectador un posible devenir parece ser su misión como cineasta. La cosa con Cronenberg es que en su imaginación el escenario es poco placentero, oscuro, incomprensible, perverso y hasta cierto punto horrible.
La otra cosa con Cronenberg es que como hombre de hoy que es, la concepción de ese futuro se fundamenta profundamente en lo que vivimos en nuestro presente, lo cual es producto del pasado. Es un hecho que duele profundamente porque con el tiempo, lo que vimos una vez como una de sus historias raras e imposibles, se cumple como una profecía. Es entonces cuando a David Cronenberg se le otorga el título de visionario.
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Algunos espectadores nos quedamos como adheridos a las butacas, hipnotizados y fascinados. Pero otros no se pueden resistir al deseo de emprender huída, tal como sucedió en el Grand Auditorium Lumière donde se proyectó la cinta en estreno mundial. La incomodidad superó a la curiosidad, pero no pasa nada, es válido y comprensible.
Ese es el efecto Cronenberg, y el mismo cineasta celebra todas y cada una de las reacciones. La indiferencia sería lo peor, y nunca quedamos indiferentes ante sus películas. Para muestra están La mosca, Crash, Spider, Promesas del Este, y muchas más.
En Crímenes del futuro, David Cronenberg a sus casi 80 años, viene con todo. Protagonizada por Léa Seydoux, Kristen Stewart, Viggo Mortensen y Scott Speedman, nos traslada a un mundo en el que los humanos atraviesan un proceso de adaptación a un entorno sintético.
El artista de performance Saul Tenser (Mortensen) escenifica sus órganos en plena transformación, ayudado por Caprice (Seydoux) como su asistenta y compañera de vida. La pareja es vigilada muy de cerca por Timlin (Stewart), una funcionaria del Registro Nacional de Órganos, que está tras la pista de un misterioso grupo que prepara una nueva fase de la evolución de los humanos.
En ese futuro donde “la cirugía es el nuevo sexo”, el cuerpo y los órganos internos – así como el control sobre los mismos - constituyen el eje de la vida. Con Crímenes del futuro, después de haber navegado por otras aguas, el veterano director regresa a su esencia que se nutre de la ciencia ficción, el terror y la fantasía.
Contaba David Cronenberg en el encuentro con la prensa internacional en el Festival de Cannes, que hace 20 años escribió esta historia de ciencia ficción, terror corporal y trans humanismo. Se remontó a aquel pasado y lo enlazó con el presente trayendo a colación el dato científico de que el 80% de la gente vive con micro plásticos en el torrente sanguíneo. Allí está el futuro de mutación sintética.
Como también puso sobre la mesa la actualidad político-judicial relacionada con la posible derogación de la ley del aborto Roe vs. Wade en EE. UU. Allí tenemos el dominio.
“En la historia de la humanidad es recurrente que en algún lugar en el mundo se quiera ejercer un control sobre el cuerpo de la gente”, afirmaba el cineasta en la conferencia de prensa.
“Sin dudas son tiempos extraños”, terminaba con esta reflexión que, viniendo de él, causa sorpresa: su cine es el que precisamente nos prepara para enfrentarnos a escenarios imposibles.
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