Oliver Twist: el ejemplo de un altruismo que propende por ser espejo
Panamericana Editorial lanza una edición de Oliver Twist, de Charles Dickens, que se caracteriza por el cuidado en los lenguajes, en las ilustraciones, en la investigación de época y en la información adicional que le habita en sus pies de página.
Mauricio Palomo Riaño
El origen de Oliver Twist va más allá del orfanato miserable donde nació y tuvo la primera parte de su infancia, sin embargo, es precisamente ese orfanato el lugar en donde el lector verá florecer una de las historias más fascinantes y tremendistas de la literatura universal.
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El origen de Oliver Twist va más allá del orfanato miserable donde nació y tuvo la primera parte de su infancia, sin embargo, es precisamente ese orfanato el lugar en donde el lector verá florecer una de las historias más fascinantes y tremendistas de la literatura universal.
Cuando empezamos a hablar de nacimiento parece un oxímoron absurdo y terrible empezar a dialogar también con los caminos de la muerte, y, aunque sea muy temprano para hablar de ella, es una de las grandes temáticas de la novela del escritor inglés. Morir, y morir trágicamente, para Oliver parece ser el precio que se debe pagar por nacer. La gran mayoría de escenas en la novela son de una crudeza y de una desesperanza sin límites.
Lo que significa el ser de una condición social en contraposición de la opuesta. Precariedad vs. opulencia. El nacimiento de Oliver en medio de estas circunstancias refleja una realidad que sigue vigente. Dickens,de una manera demoledora, narra la honda sensibilidad del jovencito Twist frente a todas sus vicisitudes.
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En el interior de esta narrativa el lector asistirá como testigo a toda la corruptela que se encaja en los Estados, el robo del presupuesto a los más pobres y el problema de sanidad con el sarampión que acabó con la vida de muchísimos niños en la Europa del siglo XIX, pero también al drama de los oprimidos, una suerte de relato autobiográfico del propio Dickens, sus autocuestionamientos, sus dudas sobre la ética y sobre los valores, lo que significa una madre cuando se le ama con hondura, aun sin saber conscientemente de ella, porque el amor está en la sangre, no en el cuerpo. Oliver tiene todo mi amor, es uno de los personajes más humanos y más verosímiles de la literatura, un espejo muy bonito para las generaciones que pueden entrar y verse en su reflejo, una literatura necesaria.
Casi todos los dramas y todas las alegrías que puede contener la condición humana uno puede verlas radiografiadas en esta novela. Pareciera que Dickens fuera un adelantado a su tiempo inventando el tremendismo un siglo antes. Por pasajes la novela desarrolla escenas terribles, engaños, traiciones, cotilleos, todo alrededor de la figura frágil del joven Twist. Es evidente la intención en Dickens de conmover.
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En formas, recursos y estructura es perceptible el uso constante de metáforas que abundan en la novela, por ejemplo, en los robos, esa preocupación por hacer de Oliver un ratero de poca monta más es bellamente descrita. Dickens logra, además, salpicar de una honda poesía la prosa para constituir un excelente ejercicio narrativo que termina por ser encantador. Siento que los recursos narrativos del autor son propios del siglo XIX, la narración lenta, los elementos distractores, la prosa disruptiva y el lance para volver a centrarnos en Oliver. El tono romántico que por momentos se erige en la novela hace pensar en un Poe y una Virginia traspolados en Harry Maylie y Rose Fleming, por aquello de la muerte y el amor al que debe renunciarse. Todo el estilo del movimiento romántico ahí, por supuesto sin que Oliver Twist sea una novela propiamente de esta estética.
De hecho, si hubiese una etiqueta para la gran novela de Dickens podríamos hablar de una obra ejemplar: ese seguir dando y seguir amando por parte de un Oliver al que lo arremeten hostilmente, acontecimiento tras acontecimiento y, sin embargo, es una novela de multiplicidades. Existencial: cuántos Oliver Twist no habitan el frío de las noches en ciudades indiferentes. Urbana, tal vez, por la potencia de esas descripciones espaciales en el Londres de una época. Onírica: aborda distintas teorías sobre el sueño. De tributo, por esos hermosos pasajes alrededor de la figura de la madre que ya no está. Hasta de género negro por todo el lenguaje de la amenaza, el argot de la calle, el hampa más baja de la urbe alcantarilla.
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Carretas traqueteando entre callejones deprimidos, el láudano como ese derivado del opio para hacer dormir más de lo debido, el estigma de poca valía a la mujer, tiempos históricos, climas, arquitecturas ya inexistentes en un Londres contemporáneo, todas estas referencias que hacen aterrizar la obra precisamente en el siglo al que pertenece. Dickens es un pintor de imágenes con las letras. Es un maestro de la postal en la literatura.
Quiero seguir enumerando toda la galería de herramientas que tiene la novela para trabajar toda su trama. Lo hago con el único fin de que el lector se aproxime a esta ventana, que sea una provocación para traerle al joven Twist muchos más conocedores de su historia: los presagios de lo terrible, los códigos de la delincuencia londinense que terminan por ser prototípicos, la lealtad de los amigos frente a las peores podredumbres, la ira arrasando hasta con uno mismo, las descripciones de la madrugada, la invivible isla de Jacob o el foso de la locura, lo peor y lo terrible de la geografía de la capital inglesa, la sed de vengarnos del canalla que no es nueva ni de nuestro tiempo, la sangre que nos sobrevive por generaciones, los perros demostrando su fidelidad superlativa, los suicidios accidentales, los homicidios que jamás debieron pasar y que nos anegan en llanto. Todos quisiéramos una Nancy cuando los caminos se nos ponen densos y oscuros, pero una Nancy menos enamorada, más aún cuando el amor era para su verdugo. La vida le enseña a uno sobre el asombro tremendo, los moradores del infierno siguen viviendo en la tierra.
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Dickens nos demuestra cómo el joven Twist es un palomo, expresión dada a aquellos espíritus que no desarrollan maldad, sino que también nos instruye cómo es mejor el infierno que una comisaría de policía y nos educa en la rabia y en el llanto cuando como lectores asistimos a la historia de un personaje que no merece la suerte que le ha tocado vivir. Que Dios nos libre en la vida de canallas como Edward Leeford y de asesinos como Bill Sikes.
Pasen, lectores, éntrenle a la historia de Oliver Twist, un entrevero de caos donde el tremendismo abunda, pero el final es su antónimo. Las penurias por las que tuvo que pasar el entrañable jovencito son también el abono de una recompensa que un día sabe llegar. Enseña la novela de Dickens sobre la templanza, la perseverancia y la capacidad maravillosa para sobreponernos y considerarnos siempre buenos. Una lección de ética, de valores superpuestos frente a las más terribles adversidades. Un gran ejemplo Twist, desde lo ontológico y desde lo sensible, para generaciones que creen que es el contexto el que hace al delincuente.