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El encuentro de dos maestros: Borges y Uslar Pietri

Durante los años setenta, ocurrió en Buenos Aires uno de los encuentros intelectuales más significativos para Arturo Uslar Pietri, el anhelado momento de conocer a su admirado escritor de juventud, Jorge Luis Borges.

Froilán Ramos Rodríguez
01 de septiembre de 2024 - 06:31 p. m.
Jorge Luis Borges (izq) y Arturo Uslar Pietri (der).
Jorge Luis Borges (izq) y Arturo Uslar Pietri (der).
Foto: Archivo particula

A mediados de la década de los setenta, el panorama literario latinoamericano vivía uno de sus momentos de mayor esplendor cultural y de reconocimiento internacional. Era la época en que figuras consagradas y noveles escritores abrían al mundo, y al mercado editorial, las letras hispanoamericanas. Nombres como Gabriela Mistral, Rómulo Gallegos, y Jorge Luis Borges se erigían como columnas para las nuevas generaciones; Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosas, entre otros. En aquellos años, Arturo Uslar Pietri, nacido Caracas en 1906, ya contaba con 70 años, él pertenecía una generación anterior o intermedia entre las dos mencionadas.

Pietri era ya un escritor conocido en Iberoamérica, principalmente por su primera novela, Las lanzas coloradas (Madrid, 1931), y por su idea del “realismo mágico” latinoamericano de los años cuarenta. No obstante, aquel hombre, ya maduro y experimentado de viajes por Europa y el mundo, seguía fascinado con su “maestro” de juventud, Borges. Lo leyó ávidamente al escritor argentino desde los años veinte, cuando llegaban a Caracas ejemplares de revistas bonaerenses en la que aparecían sus cuentos y otros escritos.

Desde los años veinte hasta los setenta, habían transcurrido casi cincuenta años. Tiempo en el que los vaivenes de la vida personal e intelectual de ambos autores, así como el contexto social y político de sus países de origen, no les había permitido conocerse en persona. Finalmente, la entrega de un reconocimiento literario a Uslar Pietri, en Buenos Aires, abrió la oportunidad para buscar una esperada reunión entre los dos escritores.

Para los setenta, Borges era ya una figura única en la literatura latinoamericana, debido a la naturaleza y alcance universal de sus narraciones. Había nacido casi al término del siglo anterior, estaba prácticamente ciego, pero era poseedor de conocimientos e ideas, nutridas de sus años de lectura, viajes, libros y aprendizaje de idiomas. Era un hombre sencillo, trabajó modestamente como bibliotecario de la Biblioteca de Buenos Aires, que compaginó su quehacer literario, con clases, conferencias y publicaciones, hasta convertirse —sin quererlo— en el maestro de muchos escritores.

Uslar Pietri también consideraba a Borges su maestro, especialmente le atraía su genio creativo y la posición que le había otorgado a las letras de América. En vísperas de su encuentro, Pietri estaba emocionado y ansioso. Todo ocurrió la noche anterior a recibir la distinción. El venezolano y su esposa visitaron al escritor, en medio del bullicio, las luces y la agitación de la vida urbana de Buenos Aires.

En aquel momento, Pietri se encontró frente a frente con Borges, que tenía un aspecto tranquilo. Se dice que el escritor venezolano le habló con admiración y le llamó “maestro”, mientras que el escritor argentino lo escuchaba y lo atendía con devoción. Al final de la noche, Borges, con sincera intimidad, le dijo a Pietri: “Rezo, rezo todos los días, para que esta noche sea la última”.

Aquella tertulia, y las palabras de Borges, impactaron profundamente en Pietri. Quedó sorprendido, y entre un cúmulo de emociones: entre la alegría de conocer a su autor de juventud y el revuelo de que él ya no quisiese vivir. De hecho, el propio Pietri dejo por escrito todo lo ocurrido, y gracias a eso hoy el episodio es conocido.

El tiempo, como suele suceder, siguió su curso. Borges vivió varios años más, y tuvieron ocasión de volverse a reencontrar en Caracas a comienzos de los ochenta, durante una visita del argentino a Venezuela. Pietri lo recibió con los brazos abiertos, lo atendió y compartió pláticas del amor por el saber y los libros. Años más tarde, Borges falleció en Ginebra, Suiza, en 1986. El escritor venezolano vivió casi dos décadas más, de actividad intelectual, y llegó a recibir el Premio Príncipe de Asturias en 1990, entre otros galardones.

Por Froilán Ramos Rodríguez

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¿Y no sería que Borges, cansado de las loas y admiración de Uslar, con su sarcasmo proverbial le susurro esa frase al oido?
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