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El erotismo más allá de la sexualidad y el amor como acto subversivo

Entrevista con la artista plástica Manuela Calleguerrero, quien fue la encargada de la imagen oficial de la versión 61 del Festival Internacional de Cine de Cartagena, que se inaugura hoy.

Laura Camila Arévalo Domínguez
16 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
“Beso fucsia”, de la pintora Manuela Calleguerrero, es la imagen oficial del Festival de cine de Cartagena, que esta vez se enfocará en las diferentes dimensiones del erotismo: físico, emocional, sensorial, espiritual y político.
“Beso fucsia”, de la pintora Manuela Calleguerrero, es la imagen oficial del Festival de cine de Cartagena, que esta vez se enfocará en las diferentes dimensiones del erotismo: físico, emocional, sensorial, espiritual y político.
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Usted pasó por varios talleres e hizo varios diplomados, pero, más allá de su formación, comencemos por el origen y el sentido de su obra. ¿Por qué es artista plástica? ¿Dónde comenzó este camino?

He pintado toda la vida. Cuan do mis papás salían a trabajar y se movían por distintos lugares, pasaba la mayoría del tiempo pintando. Es mi forma de ser, así que lo hago como comer o dormir.

Una cosa es que uno descubra una afición y otra que se encuentre con su profesión. ¿Cómo pasó esto con su proyecto de vida? ¿Cuándo se dio cuenta de que sería pintora?

Pinté toda mi infancia, pero dejé de hacerlo en la adolescencia, un período de tiempo en el que me sentí más científica, así que pensé que terminaría trabajando como veterinaria o bióloga marina. Finalmente, me di cuenta de que lo mío era el arte. Mi mamá siempre me decía: prueba lo que quieras, pero tú eres artista. Estudié Artes Plásticas en la Universidad Javeriana y a los cuatro semestres me di cuenta de que no quería estar en la universidad, que quería estar en los talleres de los pintores, así que me fui para México.

¿Por qué no quiso seguir en la universidad? ¿Por qué sí en los talleres de los pintores y no en la academia?

Me di cuenta de que en la universidad me enseñaban muchas cosas, pero no había un énfasis en la pintura. Terminé en México porque quería buscar mis raíces como pintora en América Latina y me di cuenta de que este país es un centro muy valioso. Allí encontré mi camino y las técnicas que más me apasionan.

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¿Cuál es ese camino y esas técnicas?

Siempre pensé que pintaría desde lo que era, soy y sería. Desde mi realidad más honesta. Tratar de pintar lo más auténtico posible. No quería reproducir imágenes exactamente iguales, para eso está la fotografía, así que buscaba algo dentro de lo figurativo, pero con tendencia a lo abstracto: que no importara si no había un detalle, sino que más bien las personas pudiesen reinterpretar las obras. No que les gustaran, pero sí que les impactaran. Algo que me representara y las personas pudieran decir: “Ah, este es un Manuela Calleguerrero”. También descubrí que adoro hablar desde las personas.

Hablemos del erotismo en su obra…

Ya había trabajado series porno, pero hablando desde la irreverencia. Incluso, tuve una exposición muy grande que presenté embarazada, pero se trataba de orgías, penetraciones, etc. Pero nunca había trabajado lo erótico, que no solamente es sensual, sino que además es espiritual, político, sensorial. Lo erótico es el placer en todas sus dimensiones: leer un libro que te guste mucho es erótico, bailar, comer, etc. El que me hizo la invitación a trabajar este tema fue el festival. Fue muy chistoso porque en cuanto me lo dijeron, me imaginé el beso, así que hice un boceto, y ese fue el que se quedó como la imagen de esta edición del FICCI.

Dediquémonos al beso, que se da en tantos escenarios y hace parte de nosotros, los seres humanos, desde que somos unos niños. Hablemos del beso como protagonista de su obra…

El beso porque es universal y no es necesariamente sexual. Besas a quien quieres. Y pensé en hacerlo en un plano muy cercano para ir, en teoría, a lo micro, pero, realmente, es lo macro: el beso incluye a todos los seres humanos con todas las posibilidades subjetivas.

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“Imagino el deseo, creo la forma y el sonido para que la memoria erótica tome formas y maneras en los recuerdos de todas y cada uno”, dice un párrafo que describe su obra. Este puede ser uno de los elementos más poderosos de su obra: la conexión que se genera entre la imagen y la memoria del espectador...

No me gusta pintar pensando en el otro porque las veces en las que lo he hecho no ha salido lo que quiero. Cuando pintas, entablas una conversación. Me he dado cuenta de que mi trabajo les habla directamente a las personas: lo aman o lo odian. Finalmente, la pintura es una forma de comunicar. A mí no se me da el decorativo porque lo que más me gusta es hacer algo honesto y, aunque muchas veces las personas no interpretan lo que yo creí que pinté, hay un mensaje que, finalmente, llega, y eso es lo más importante para mí.

Además del deseo y el placer, el beso está directamente relacionado con el amor, que usted considera subversivo, ¿por qué? ¿Cómo influye esta creencia en su técnica? Y todo esto lo conecto con lo que además usted sostiene sobre la descolonización del cuerpo con respecto al patriarcado, el racismo, el clasismo y todos estos comportamientos que nos separan…

Vivimos en un mundo en el que lo importante es el individualismo y, en ese sentido, creo que el amor se ha vuelto subversivo. Si estamos parados en una sociedad donde todo tiene que ver con la propiedad privada y el yo, el amor es todo lo contrario: comunidad, colectividad, etc. Pensar desde el amor es ir en contra del deber ser de ahora.

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Hablemos de la relación entre “Erótica”, obra de Manuela Calle, y la decisión del festival por convertir una de sus obras en la imagen oficial. El placer, el deseo, el amor son temas que, por supuesto, podrían ser enfoques de cualquier película y son, además, los de su exposición, pero ¿en qué consiste este puente que se tiende entre su trabajo y el enfoque de esta versión del festival?

Lo que siempre hablé con el festival, sobre todo con Felipe Aljure, que fue quien me invitó a participar, fue sobre la intención de hablar del erotismo más allá de la sexualidad: la espiritualidad, la política, las emociones. Incluso, la programación contendrá unas cinco o seis películas con erotismo ligado a la sexualidad. Hay muchas otras que hablan desde la diversidad de género, la subversión del amor y todos estos temas que hemos comentado. Yo traté de explorar sobre esto y, por ejemplo, sobre el erotismo espiritual encontré mucha información del placer cósmico: el que encuentras al recostarte debajo de un árbol, las veces que llegas a un orgasmo, que son pequeñas muertes que te reconectan. Estos cuadros fueron hechos en un mes o mes y medio; es decir, en tiempo récord, y son el testimonio de todo un recorrido buscando la imagen del festival.

Laura Camila Arévalo Domínguez

Por Laura Camila Arévalo Domínguez

Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com

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