“El Experimento Pitesti”: una historia para no olvidar
Mañana, viernes 17 de noviembre, se presentará dentro del marco del Festival de Cine de Bogotá la película “El Experimento Pitesti”, una producción independiente rumana que relata la historia de jóvenes prisioneros políticos durante los inicios del régimen comunista en Rumania entre 1948 a 1952.
Sarah Gutiérrez
Golpes, tortura y manipulación psicológica fue lo que se vivió dentro de los muros de la cárcel de Pitesti, al sur de Rumania, durante los inicios del régimen comunista en el país entre 1948 y 1952, tras el derrocamiento de la monarquía que por más de 60 años estuvo al frente como sistema de gobierno. Prisioneros políticos, en su mayoría jóvenes estudiantes, fueron encarcelados por ir en contra de los ideales del gobierno y, asimismo, fueron sometidos al Experimento Pitesti, un fenómeno de “reeducación” que, de acuerdo con el escritor Romulus Rousan (1935-2016), “su objetivo era “reeducar” a los prisioneros por conductas religiosas pasadas e ideologías, para alterar sus personalidades al punto de alcanzar una obediencia absoluta”.
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Golpes, tortura y manipulación psicológica fue lo que se vivió dentro de los muros de la cárcel de Pitesti, al sur de Rumania, durante los inicios del régimen comunista en el país entre 1948 y 1952, tras el derrocamiento de la monarquía que por más de 60 años estuvo al frente como sistema de gobierno. Prisioneros políticos, en su mayoría jóvenes estudiantes, fueron encarcelados por ir en contra de los ideales del gobierno y, asimismo, fueron sometidos al Experimento Pitesti, un fenómeno de “reeducación” que, de acuerdo con el escritor Romulus Rousan (1935-2016), “su objetivo era “reeducar” a los prisioneros por conductas religiosas pasadas e ideologías, para alterar sus personalidades al punto de alcanzar una obediencia absoluta”.
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Bajo esta premisa, la directora rumana Victoria Baltag comenzó su recorrido en 2011, por crear El Experimento Pitesti, una película que a partir de información obtenida por testimonios de las víctimas, de sus familiares y de documentos oficiales pudo recrear por primera vez en el cine estos hechos que han marcado la historia reciente de Rumania.
“Fue un gran desafío, pero lo hice porque la historia necesita ser contada. Fue una situación que por muchos años se mantuvo oculta, y creo que es bueno que la comunidad tenga conocimiento de estos errores del pasado para no permitir que sucedan otra vez”, comentó Baltag en entrevista para El Espectador durante la gira de medios previo al Festival de Cine de Bogotá (Bogocine), donde la película quedó seleccionada en la categoría de Largometraje.
La semilla que dio paso a este proyecto, en el que participaron voluntariamente más de 800 personas en el transcurso de 12 años, fue plantada en el imaginario de Baltag al ser testigo por primera vez de estos crímenes políticos en un curso de verano que tomó en 2011, “como una persona estudiada, que ha pasado por la universidad, no conocía esto, así que sentí que debía contar qué pasó”, agregó. Fue también la guionista y productora en compañía de Cristian Prisecaru, director de las escenas de acción. Esta historia se narra desde el punto de vista de Herman, interpretado por Sergiu Moraru, uno de los tantos prisioneros políticos que se vieron influenciados por el régimen en busca de regresar con su familia. La película muestra el estilo de vida de una comunidad rumana antes del comunismo y cómo las afiliaciones políticas se ven enfrentadas entre las personas que apoyaban el partido a escondidas de la Guardia de Hierro, un movimiento fascista que existió desde 1927 hasta 1941.
Baltag también es periodista y socióloga de la Universidad de Bucarest, de Rumania, disciplinas que le han brindado herramientas para desenvolverse en el ámbito cinematográfico, del cual se especializó en la Universidad de Birmingham, en Inglaterra. “Acudí a los archivos del Instituto de Investigación de los Crímenes del Comunismo y de la Memoria del Exilio Rumano (ICCMER), para preguntar sobre este tema puntualmente. Como periodista y persona del común, cualquiera puede acercarse a preguntar por estos archivos”, señala igual que realizó un llamado por redes sociales buscando a personas que fueron víctimas de estos actos, al igual que amigos y familiares. “Con sus testimonios y los documentos estudiados construimos esta historia”.
De acuerdo con el testimonio de Prisecaru, las personas se acercaron paulatinamente a brindar ayuda como fuera posible: “Empezaron a llamar y se ofrecieron, incluso a traer comida”, agregó que fueron más de 800 personas las que trabajaron en la parte de producción sin importar el rol que tuviesen que realizar.
La película ha recibido gran acogida en Rumania, donde comenzó la gira de distribución el pasado mes de febrero en el Memorial a las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia de Sighetu Marmației, y han recorrido otras ciudades como Iași, Bacău, Suceava e incluso Pitesti. “Ha sido recibida con aprecio y empatía por los jóvenes y el público en general. Hemos visitado escuelas secundarias, y en algunas ocasiones también hemos regresado a ciertas localidades por petición del público”, añadió la directora.
Baltag reconoce que no fueron fáciles los 12 años de trabajo tras la producción de El Experimento Pitesti”. Esto estuvo ligado al hecho de que no recibieron un apoyo económico para la realización del “documento fílmico”, como lo ha categorizado. “Puedo decir que en todos estos años he llamado a todas las puertas posibles, desde la presidencia rumana hasta compañías privadas. Contacté con centros culturales, consejerías, asociaciones y fundaciones... y lamentablemente no recibí apoyo económico de ninguna entidad. Mi equipo y yo aún no hemos sido remunerados por este esfuerzo cultural-educativo”. Agrega que están a la expectativa de realizar próximamente un documental y de conseguir los fondos para publicar un libro acerca de la película y los testimonios de los miembros del staff al realizarla. “El próximo año se celebrarán 35 años desde la caída del comunismo, así que esperamos que apoyen nuestra causa al ver los resultados en la participación de diferentes festivales de cine”.
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El Experimento Pitesti es la primera película documental rumana que es seleccionada por el Festival de Cine de Bogotá, Bogocine, para competir en la categoría de Largometraje, en sus 40 años de historia. Se seleccionaron 10 producciones de más de 15 mil que fueron enviadas para esta categoría.
Además de los 800 voluntarios que participaron en la creación de la película, Baltag contó con un grupo de 120 actores, incluyendo a Ion Caramitru, reconocido dentro de la cultura popular rumana y familiar de algunas víctimas del experimento.
De acuerdo con testimonios de las víctimas y sus familiares, además de historiadores y periodistas, han señalado de “acertada” la adaptación de estas vivencias a la pantalla grande. “El fenómeno Pitesti es un episodio trágico y sangriento de la historia muy reciente de Rumania que debe ser contado a los jóvenes para que no se repitan los horrores de este medio siglo fatal”, señala el profesor en historia Andi Daschievici, hijo de uno de estos prisioneros.
El largometraje será presentado mañana en la Cinemateca de Bogotá, en medio del marco de Bogocine, a las 5:00 p.m., y tendrá funciones especiales en Manizales, Pereira, Armenia, Medellín y Barranquilla.
Para Victoria Baltag, la realización de esta película se ha convertido en su aporte a la historia que “no debe ser olvidada”, un testamento y una voz para aquellos que no han encontrado justicia. “Es una película manifiesto que viene con información sobre comunismo, educación y libertad de pensamiento. Es un trabajo de responsabilidad moral destinada a oponerse al olvido”.