Dos polémicas y un festival
La 77° edición del Festival de Cannes, con Greta Gerwig como presidenta del jurado oficial, se inició con un homenaje a Meryl Streep y ánimos caldeados.
Janina Pérez Arias
Meryl Streep y Juliette Binoche daban por inaugurada la 77° edición del Festival de cine de Cannes después del divertido y emotivo discurso de la actriz norteamericana al recibir de la intérprete francesa la Palma de Oro Honorífica precedido de una larga ovación en el Grand Théàtre Lumière.
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Meryl Streep y Juliette Binoche daban por inaugurada la 77° edición del Festival de cine de Cannes después del divertido y emotivo discurso de la actriz norteamericana al recibir de la intérprete francesa la Palma de Oro Honorífica precedido de una larga ovación en el Grand Théàtre Lumière.
Ya son 35 años desde que Meryl Streep estuvo en Cannes por primera vez. “Rondaba los 40, ya era madre de tres niñas y pensaba en dejar la actuación”, recordó Streep, a quien mucho se le debe por no haber dejado el oficio y abrirle camino a otras actrices en Hollywood que se salen del molde de la belleza y de la juventud. Esta actriz, tal como recalcó Binoche en su intervención, cambió la manera de ver a las féminas en la gran pantalla.
Otra homenajeada fue la presidenta del jurado Greta Gerwig. La directora de Barbie, el reciente fenómeno mundial cinematográfico, recibió un reconocimiento que, para muchos, le fue negado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en la última entrega de los Oscar.
Gerwig contagió su emoción al público y a sus compañeros de jurado: el director español Juan Antonio Bayona, la actriz francesa Eva Green, la intérprete estadounidense Lily Gladstone, la realizadora turca Ebru Ceylan, el actor italiano Pierfrancesco Favino, la cineasta libanesa Nadine Labaki, el intérprete francés Omar Sy y el director japonés Kore-eda Hirokazu.
No cabe dudas de que el Festival de Cannes es muy dado a los gestos, sobre todo cuando una edición está rodeada de polémicas. Esta vez es en plural y de diferentes géneros, emulando el variopinto panorama de las 22 películas (entre ellas solo figura una latinoamericana, Motel Destino, del brasileño Karim Aïnouz) que optan este año por la Palma de Oro, o que al menos tienen la ambición de un recorrido de largo aliento en la temporada de premios.
Para muestra Anatomía de una caída, de Justine Triet, la flamante ganadora del año pasado que resultó ser una acaparadora de galardones y todo un fenómeno de taquilla.
Ni la arrolladora presencia de Meryl Streep pudo desviar la atención de los temas candentes. Las polémicas en cuestión venían rondando al festival ya mucho antes de que se iniciara el desfile por la alfombra roja para acceder a la gala de inauguración.
El #MeToo en Francia es una de esas controversias. Las denuncias por abusos sexuales en la industria cinematográfica iniciadas a principios de año resonaban en Cannes, haciendo inevitable un gesto por parte de la directiva del festival.
El anuncio de la proyección especial del cortometraje Moi aussi, dirigido por la también reconocida actriz Judith Godrèche, lució como una clara declaración de intenciones por “ponerse del lado correcto de la historia”.
Se trata de un documental en el que Godrèche recoge testimonios tanto de mujeres como de hombres que han sido víctimas de abusos en el seno de la industria audiovisual.
Valga mencionar que Judith Godrèche ha liderado las denuncias de abusos, en particular hacia el director Benoît Jacquot. La ola expansiva parece imparable en Francia, siete años después del estallido del #MeToo en EE.UU. con la caída del productor Harvey Weinstein, una figura que estuvo muy presente en el Festival de Cannes.
En una rueda de prensa celebrada un día antes del inicio del festival, Thierry Frémaux, director artístico y cara visible de la cita francesa, hizo algunas maromas para apagar el fuego. Que mejor evitar las controversias y que nos centráramos en “el principal interés”: el cine. Así lo pidió.
Pero en el tradicional encuentro con los medios internacionales horas antes de la gala, Greta Gerwig tuvo una posición más contundente cuando le preguntaron por el estallido del #MeToo en Francia. Que va en buen camino, dijo la directora. Se mostró optimista.
“He visto cambios sustanciales en la comunidad cinematográfica estadounidense y creo que es importante que sigamos ampliando esa conversación”, apuntó la directora.
Ánimos caldeados
La otra gran polémica a la que se enfrenta la 77° edición del Festival de Cannes es el conato de huelga de los trabajadores del festival de la mano del colectivo ‘Sous les écrans, la dèche’ (Bajo las pantallas, la miseria) conformado en gran parte por proyeccionistas, programadores, taquilleros, operarios, subtituladores, entre otras ocupaciones que, por lo general, no son visibles entre tanto glamour que despliega la cita francesa.
En este día nublado, con tímidos chubascos que no impidieron la congregación de multitudes en los alrededores del Grand Théàtre Lumière aupando a los famosos asistentes a la gala de inauguración, se vieron grupos de manifestantes levantando el puño y repartiendo volantes que dejaron claro su malestar.
La convocatoria de huelga fue para protestar por la precarización laboral y la reforma de los subsidios de desempleo impulsado por el gobierno de Emmanuel Macron. Y a pesar de estar en negociaciones, tal como afirmó Frémaux, la posibilidad de huelga seguirá amenazando el desarrollo del festival durante los próximos 11 días.
Con los ánimos caldeados, las emociones por doquier y una sátira metacine, Le Deuxième Acte, de Quentin Dupieux, con Léa Seydoux, una de las actrices más internacionales del país, y el legendario Vincent Lindon, se dio por iniciada esta edición del Festival de Cannes, en la que la participación latinoamericana se vio considerablemente reducida. Otra historia que quizás desate una polémica.