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                                                                                                                                El humor y la memoria desde el teatro (El arte de los derechos humanos)

                                                                                                                                En los últimos años, el público en Colombia ha sido testigo de diversas obras de teatro que retratan la guerra en el país y sus secuelas. Entre ellas está “Labio de liebre”, un montaje que se vale de diversos elementos, como la risa, para contribuir a la construcción de memoria colectiva.

                                                                                                                                Daniela Cristancho Serrano

                                                                                                                                El próximo miércoles 19 de enero se reanudarán las funciones de “Labio de liebre” en el teatro Petra.
                                                                                                                                Foto: Juan Antonio Monsalve
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Ni la ovación generalizada que ha tenido la obra ni su éxito en taquilla me habían preparado para la maraña de sentimientos que dejó en mí. Sorpresa, por la originalidad de los elementos narrativos. Vergüenza, por haberme reído tanto sobre temas de la guerra. Alivio, por el final. Desesperanza, cuando la palabra “¡perdón!” dejó de retumbar en mi cabeza, porque ignoro la posibilidad de que ese final sea la realidad de muchas víctimas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                -”¡¿Qué es lo que quieren?!”, suplica Salvo, atormentado por la presencia de sus visitantes.

                                                                                                                                -”¡Ay! ¿Otra vez?”, dice Alegría, la madre de la familia.

                                                                                                                                -”Es que él tiene problemas de memoria”, afirma uno de sus hijos, aquel que tiene labio leporino, “labio de liebre”.

                                                                                                                                Él tiene problemas de memoria. A aquel personaje ficticio, presuntamente inspirado en Salvatore Mancuso, le cuesta trabajo recordar los nombres de sus víctimas. ¿Cuántos colombianos no tendremos el mismo diagnóstico y cómo ha ayudado el teatro, esta obra y tantas otras a luchar contra esa amnesia colectiva que tenemos sobre las violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado?

                                                                                                                                En los últimos años el público en Colombia ha sido testigo de diversas obras de teatro que retratan la guerra en el país y las secuelas que prevalecen. Kilele, del teatro Varasanta, rememora la masacre de Bojayá. La piel del elefante, de Barracuda Carmela, recuenta testimonios de víctimas de la guerra y la violencia de género. Si el río hablara, del teatro La Candelaria, narra la historia de los cuerpos arrojados en el río Magdalena. Labio de liebre, de Fabio Rubiano, hace lo propio con las víctimas de la violencia paramilitar.

                                                                                                                                PUBLICIDAD
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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Con obras como Labio de liebre, Si el río hablara y La siempreviva, las tablas hacen lo imposible: les devuelven las palabras a los muertos y a los desaparecidos, y les otorgan agencia, permitiendo que las madres busquen a sus hijos y les hablen, y que los difuntos le reclamen a sus asesinos. Y este acercamiento a la perspectiva de las víctimas, que no las infantiliza ni les da un rol inmovilizante, despierta la sensibilidad del espectador y se transforma en empatía.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Así lo había dicho Daniel Jerónimo Tobón, doctor en filosofía, en El arte y la fragilidad de la memoria: “En el teatro siempre existe un intento por traspasar la barrera de incomprensión y desinterés a la que se enfrenta el testigo lejano, acercándolo hasta crear un lugar, un nudo de espacio y tiempo en el que sea posible una experiencia compartida entre él, como espectador, víctimas y artistas”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Podría interesarle escuchar: La Fiesta del Chivo: una charla con Salud Hernández-Mora | Pódcast

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                                                                                                                                Estas preguntas y sentimientos, que atraviesan el corazón colectivo del teatro y generan recordación, llegan a contribuir a la construcción de memoria, aquella que le faltaba a Salvo Castello. Gracias a la mirada retrospectiva que aporta, este tipo de arte salva ciertas historias del olvido, despierta la sensibilidad, el sentido crítico y la empatía de quienes no la vivieron en carne propia, y nos permite a todos imaginar un futuro diferente.

                                                                                                                                El próximo miércoles 19 de enero se reanudarán las funciones de “Labio de liebre” en el teatro Petra.
                                                                                                                                Foto: Juan Antonio Monsalve
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                -”¡¿Qué es lo que quieren?!”, suplica Salvo, atormentado por la presencia de sus visitantes.

                                                                                                                                -”¡Ay! ¿Otra vez?”, dice Alegría, la madre de la familia.

                                                                                                                                -”Es que él tiene problemas de memoria”, afirma uno de sus hijos, aquel que tiene labio leporino, “labio de liebre”.

                                                                                                                                Él tiene problemas de memoria. A aquel personaje ficticio, presuntamente inspirado en Salvatore Mancuso, le cuesta trabajo recordar los nombres de sus víctimas. ¿Cuántos colombianos no tendremos el mismo diagnóstico y cómo ha ayudado el teatro, esta obra y tantas otras a luchar contra esa amnesia colectiva que tenemos sobre las violaciones de derechos humanos en el marco del conflicto armado?

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Con obras como Labio de liebre, Si el río hablara y La siempreviva, las tablas hacen lo imposible: les devuelven las palabras a los muertos y a los desaparecidos, y les otorgan agencia, permitiendo que las madres busquen a sus hijos y les hablen, y que los difuntos le reclamen a sus asesinos. Y este acercamiento a la perspectiva de las víctimas, que no las infantiliza ni les da un rol inmovilizante, despierta la sensibilidad del espectador y se transforma en empatía.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Al ver a los actores encarnar tragedias particulares, el público trasciende los números fríos de los informes y expedientes, y tiene la posibilidad de vivir el dolor ajeno.

                                                                                                                                Así lo había dicho Daniel Jerónimo Tobón, doctor en filosofía, en El arte y la fragilidad de la memoria: “En el teatro siempre existe un intento por traspasar la barrera de incomprensión y desinterés a la que se enfrenta el testigo lejano, acercándolo hasta crear un lugar, un nudo de espacio y tiempo en el que sea posible una experiencia compartida entre él, como espectador, víctimas y artistas”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El teatro hace lo propio con la perspectiva de los victimarios. Labio de liebre y Si el río hablara nos muestran el precio emocional que pagan personajes como Salvo Castello para reconocer sus acciones. Su personaje funciona como un espejo cuando, literalmente, se pone los zapatos de sus víctimas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pero, más allá de esto, estas puestas en escena tienen la capacidad de romper con la dicotomía absoluta entre víctima y victimario. En el conflicto armado colombiano la línea entre estos dos se desdibuja: muchos guerrilleros fueron reclutados forzosamente siendo menores, muchas mujeres miembros de grupos armados han sufrido violencia sexual dentro de las filas. Y así, en la obra de Fabio Rubiano, el asesino no es el único que debe pedir perdón, sino también la madre que permitió el abuso sexual de su hija.

                                                                                                                                Podría interesarle escuchar: La Fiesta del Chivo: una charla con Salud Hernández-Mora | Pódcast

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                                                                                                                                Con elementos como la ironía, el lenguaje doméstico y la imaginación, la dramaturgia hace preguntas que detonan la reflexión del público: ¿Por qué nos produce risa un tema tan delicado? ¿Qué pasaría si el río Magdalena hablara? ¿Qué pasaría si los muertos reencarnaran en el papel de verdugos? ¿Qué hacíamos nosotros cuando en el campo se perpetraron crímenes atroces?

                                                                                                                                Estas preguntas y sentimientos, que atraviesan el corazón colectivo del teatro y generan recordación, llegan a contribuir a la construcción de memoria, aquella que le faltaba a Salvo Castello. Gracias a la mirada retrospectiva que aporta, este tipo de arte salva ciertas historias del olvido, despierta la sensibilidad, el sentido crítico y la empatía de quienes no la vivieron en carne propia, y nos permite a todos imaginar un futuro diferente.

                                                                                                                                Por Daniela Cristancho Serrano

                                                                                                                                Temas recomendados:

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