El “Efecto Venecia” o la Bienal como catapulta artística
El evento en la ciudad italiana ha sido denominado como “Los Juegos Olímpicos del arte”, sin embargo, su impacto va más allá de las narrativas propuestas por el curador o los países que participan, pues las carreras de diferentes artistas pueden verse impulsadas por lo que ha sido llamado el “Efecto Venecia”.
Andrea Jaramillo Caro
Cada dos años Venecia se convierte en el epicentro del arte contemporáneo. Como la ciudad anfitriona de la bienal de arte más antigua del mundo, con cada edición, artistas de diferentes rincones del planeta esperan formar parte del selecto grupo que puede presentar su obra en el Giardini. Más allá de ser una de las vitrinas más prestigiosas del mundo del arte, la Bienal de Venecia tiene un impacto sobre las tendencias del mercado y la forma en la que, a partir de esta muestra, comienza a moverse la demanda por las piezas de ciertos artistas. A esto se le ha llamado el “Efecto Venecia”.
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Cada dos años Venecia se convierte en el epicentro del arte contemporáneo. Como la ciudad anfitriona de la bienal de arte más antigua del mundo, con cada edición, artistas de diferentes rincones del planeta esperan formar parte del selecto grupo que puede presentar su obra en el Giardini. Más allá de ser una de las vitrinas más prestigiosas del mundo del arte, la Bienal de Venecia tiene un impacto sobre las tendencias del mercado y la forma en la que, a partir de esta muestra, comienza a moverse la demanda por las piezas de ciertos artistas. A esto se le ha llamado el “Efecto Venecia”.
Aunque los inicios se enmarcaron en lo que tradicionalmente sería definido como una feria de arte, donde se podían llevar a cabo transacciones y ventas, mucho ha cambiado desde la primera edición, en 1895. En el siglo XIX se creó la Bienal para mostrar arte italiano e internacional, y crear un mercado alrededor de ella. No obstante, esa intención fue cambiando lentamente. “Desde 1942 hasta 1968 incluso hubo una oficina oficial, dirigida por el comerciante de arte italiano Ettore Gian Ferrari, que ayudó a encontrar a compradores para las obras que se mostraban en la exposición. Es decir, siempre y cuando a los artistas (y sus galerías) no les importara que Ferrari se llevara el 15 % del precio de venta de la Bienal y el 2 % para él”, escribió Daniel Cassady para Art News.
De acuerdo con el artículo del profesor Olav Velthuis, de la Universidad de Ámsterdam, publicado en The Art Newspaper Magazine en 2011, la prohibición de ventas se hizo efectiva luego de la edición de 1968. “Estudiantes e intelectuales de izquierda intentaron ocupar el recinto ferial de Giardini como parte de su revuelta generalizada contra la cultura burguesa. Vilipendiaron la Bienal como un patio de juegos para los ricos que promovía la mercantilización de la cultura. Durante sus enfrentamientos, ocasionalmente violentos con la policía, los estudiantes llevaban carteles con lemas como “¡Bienal de capitalistas, quemaremos sus pabellones!” y “No a la bienal de los patrones”. Sus protestas no pasaron inadvertidas, ya que la junta directiva de la Bienal decidió desmantelar la oficina de ventas”.
Esta medida, que todavía se mantiene, no evitó que la Bienal se convirtiera en uno de los factores que han influido sobre el mercado del arte. “Mira en Venecia, compra en Basel” es un dicho que se replica en diferentes círculos del arte cada dos años, “después de que los coleccionistas recorren la Bienal de Venecia en busca de nuevos artistas jóvenes y luego se trasladan a Art Basel para adquirirlos”, según escribió Georgina Adam, editora general de The Art Newspaper.
Una de las razones que crea el “Efecto Venecia” tiene que ver con la exposición internacional a la que son sometidos los artistas seleccionados, tanto para los pabellones nacionales como para la sección principal. “De la misma manera que una exposición en un museo organizada por un curador notable aporta credibilidad y atractivo a la obra de un artista, la participación en la Bienal es una estrella de oro en el currículum vitae de un artista”, escribió Cassady.
Aunque las ventas en la Bienal sean vistas como un acto de mal gusto, e incluso tabú, se siguen realizando transacciones con este evento como una suerte de intermediario entre artista y coleccionista. “No importa cuánto se hayan esforzado sus curadores, el impacto de la Bienal en el mercado del arte es notable: exponer en Venecia acelera las ventas, pone en marcha las carreras artísticas, eleva los niveles de precios y ayuda a los artistas a conseguir un marchante con una clasificación más alta en la jerarquía del mercado. Si bien los negocios pueden llevarse a cabo de manera más circunspecta que en una feria de arte o en una galería comercial, y el dinero puede no cambiar de manos en el Arsenale o los Giardini, el mercado nunca duerme”, escribió Velthuis. El profesor de la Universidad de Ámsterdam recordó casos en los que las obras de diferentes artistas invitados a la Bienal fueron adquiridas de las galerías que los representaban, incluso antes de que el evento fuera inaugurado.
La máxima que propuso Velthuis en su artículo se vio reflejada en la Bienal de este año, con la temática “Extranjeros en todas partes” (Stranieri ovunque). Con esta, el curador brasileño Adriano Pedrosa, el primer latinoamericano en ser nombrado director artístico de este evento, resaltó a artistas emergentes que se enmarcaron en dicho concepto. “Lo bueno de la curaduría de este año es que había muchos hallazgos por hacer, a diferencia de las ferias de arte, donde los coleccionistas y marchantes se quejan constantemente de que no hay más descubrimientos”, le dijo el asesor de arte Alex Errera a Adam.
Algunos de los ejemplos citados por la editora general del medio británico resaltaron los impactos del “Efecto Venecia” sobre el crecimiento en los precios, pero este impacto se ha hecho presente en otros aspectos más allá de lo económico. Un estudio publicado en la revista Poetics, en 2022, realizado por Katya Johanson, Bronwyn Coate, Caitlin Vincent y Hilary Glow, exploró cómo la Bienal ayudaba o no a que incrementara la participación de los artistas invitados en exhibiciones alrededor del mundo.
“No hay evidencia de un ‘Efecto Venecia’ universal reflejado en un cambio en el número de exposiciones en las que participan los artistas después de su aparición en la Bienal. Sin embargo, los artistas que inician su carrera en los países periféricos del arte aparecen en más exposiciones después de la Bienal que antes, y los artistas establecidos aparecen en más exposiciones internacionales”, fue una de las conclusiones a las que llegaron. Añadieron, además, que el “Efecto Venecia” dependía también de la forma en la que el artista o el país al que representaba se acercaba a esta oportunidad expositiva.
Para Errera, el efecto de la Bienal de Venecia en el mercado del arte se demora en hacerse visible. “La Bienal continúa durante otros seis meses, y a los curadores, coleccionistas, marchantes y todos los involucrados en el mercado les lleva tiempo procesar y filtrar la información para llegar a un consenso. Pero no hay duda de que algunos artistas actualmente desconocidos serán elegidos por otras galerías y escucharemos más sobre ellos en los próximos años”, aseguró.