El impresionismo conmemora 150 años con una exposición en el Museo de Orsay
El impresionismo, uno de los movimientos más importantes en anteceder el arte contemporáneo, festeja su 150 aniversario en su santuario parisino, el Museo de Orsay, conmemorando la exposición que marcó el surgimiento de un estilo que revolucionó la pintura.
Hoy martes 26 de marzo de 2024, el Museo de Orsay abre sus puertas con una exposición dedicada al movimiento impresionista, contextualizando esta corriente artística dentro de su trasfondo histórico. La muestra incluye 157 piezas, destacando obras maestras de artistas como Renoir, Manet, Monet, Degas, Cézanne y Morisot, provenientes de museos y colecciones privadas de Europa y Estados Unidos.
La exposición conmemora la legendaria exhibición de 1874, “la cual marcó un hito en la historia del arte pues cambió su curso”, explicó la conservadora de pintura Sylvie Patrie, una de las dos comisarias de la presentación. La muestra a la que hace referencia se trató de una exposición de 215 cuadros de 31 pintores en el estudio del fotógrafo Nadar en París, un 15 de abril de 1874, en un edificio de cuatro plantas a dos pasos de la Ópera, que “desafió las convenciones del Salón oficial de arte”.
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La idea que rompió con la forma de apreciar el arte comenzó ya con su concepción, puesto que los pintores crearon una cooperativa para poder exponer juntos, y lo hicieron al margen del espacio oficial designado: la exhibición oficial anual de arte, un evento mucho más académico y conservador.
El contexto histórico era complicado. Francia acababa de salir de la dura derrota en la guerra contra Prusia (1870) y de la revolución de la Comuna de París y su sangrienta represión (1871). Con este acto, el movimiento impresionista introdujo una nueva forma de pintura que reflejaba la vida moderna y la luz cambiante. Esta innovación en la técnica y el enfoque temático generó una ruptura radical con los estilos artísticos anteriores. La revolución industrial y la creciente importancia de la burguesía generó temas nuevos, como el ferrocarril, los espectáculos o el turismo, y los impresionistas querían mostrar “la vida moderna” y “su visión de una ciudad en plena transformación”, añadió Sylvie Patrie.
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La exposición, titulada “París 1874: Inventando el impresionismo”, incluye veinte pinturas originales de la muestra, así como obras maestras posteriores de los artistas impresionistas más reconocidos. Se destaca la presencia de obras como “Baile en el molino de la Galette” de Renoir y “Boulevard de los Capuchinos” de Monet.
Sobre todo, la forma de pintar “no tiene nada qué ver” con lo que se hacía antes, por el uso revolucionario de la pincelada y el color para plasmar la luz y recrear la impresión que deja en la retina, señaló por su parte la segunda comisaria, Anne Robbins. ”La novedad es tanto la elección de los temas como la recuperación de la sensación de la impresión”, comentó Robbins, conservadora de pintura en el Orsay.
El nombre ‘impresionismo’ llegó de un comentario con voluntad despectiva del crítico de arte Louis Leroy a partir del ya inmortal cuadro ‘Impresión, sol naciente’, una brumosa interpretación del puerto de Le Havre por Claude Monet, que se incluirá en este homenaje.
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El término ‘impresionista’ pasó a ser reivindicado por los artistas en sentido positivo. Otra cosa, precisó Patrie, es el “mito” creado a comienzos del siglo XX, el cual se refiere a “un grupo marginal de revolucionarios que pintaban de forma diferente y que organizaron una exposición de vanguardia”, una idea falsa alimentada después por algunos de los artistas, que aún perdura.
Tampoco faltarán varias pinturas de la consagrada Berthe Morisot (parte de la exposición original) o de Eve Gonzalès, que luchaba para abrirse paso, a fin de resaltar la presencia femenina en la génesis del impresionismo.
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Las dos comisarias han dedicado toda una sala a cuadros del Salón de ese año, de factura y temáticas mucho más clásicas, para "reexaminar la radicalidad" estética que supuso la propuesta de los impresionistas.
La exhibición del Orsay, que cerrará el 14 de julio, día de la fiesta nacional de Francia, va acompañada de una experiencia inmersiva con gafas 3D, en el mismo museo, sobre un espacio de 650 metros cuadrados.
Hoy martes 26 de marzo de 2024, el Museo de Orsay abre sus puertas con una exposición dedicada al movimiento impresionista, contextualizando esta corriente artística dentro de su trasfondo histórico. La muestra incluye 157 piezas, destacando obras maestras de artistas como Renoir, Manet, Monet, Degas, Cézanne y Morisot, provenientes de museos y colecciones privadas de Europa y Estados Unidos.
La exposición conmemora la legendaria exhibición de 1874, “la cual marcó un hito en la historia del arte pues cambió su curso”, explicó la conservadora de pintura Sylvie Patrie, una de las dos comisarias de la presentación. La muestra a la que hace referencia se trató de una exposición de 215 cuadros de 31 pintores en el estudio del fotógrafo Nadar en París, un 15 de abril de 1874, en un edificio de cuatro plantas a dos pasos de la Ópera, que “desafió las convenciones del Salón oficial de arte”.
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El contexto histórico era complicado. Francia acababa de salir de la dura derrota en la guerra contra Prusia (1870) y de la revolución de la Comuna de París y su sangrienta represión (1871). Con este acto, el movimiento impresionista introdujo una nueva forma de pintura que reflejaba la vida moderna y la luz cambiante. Esta innovación en la técnica y el enfoque temático generó una ruptura radical con los estilos artísticos anteriores. La revolución industrial y la creciente importancia de la burguesía generó temas nuevos, como el ferrocarril, los espectáculos o el turismo, y los impresionistas querían mostrar “la vida moderna” y “su visión de una ciudad en plena transformación”, añadió Sylvie Patrie.
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La exposición, titulada “París 1874: Inventando el impresionismo”, incluye veinte pinturas originales de la muestra, así como obras maestras posteriores de los artistas impresionistas más reconocidos. Se destaca la presencia de obras como “Baile en el molino de la Galette” de Renoir y “Boulevard de los Capuchinos” de Monet.
Sobre todo, la forma de pintar “no tiene nada qué ver” con lo que se hacía antes, por el uso revolucionario de la pincelada y el color para plasmar la luz y recrear la impresión que deja en la retina, señaló por su parte la segunda comisaria, Anne Robbins. ”La novedad es tanto la elección de los temas como la recuperación de la sensación de la impresión”, comentó Robbins, conservadora de pintura en el Orsay.
El nombre ‘impresionismo’ llegó de un comentario con voluntad despectiva del crítico de arte Louis Leroy a partir del ya inmortal cuadro ‘Impresión, sol naciente’, una brumosa interpretación del puerto de Le Havre por Claude Monet, que se incluirá en este homenaje.
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Tampoco faltarán varias pinturas de la consagrada Berthe Morisot (parte de la exposición original) o de Eve Gonzalès, que luchaba para abrirse paso, a fin de resaltar la presencia femenina en la génesis del impresionismo.
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La exhibición del Orsay, que cerrará el 14 de julio, día de la fiesta nacional de Francia, va acompañada de una experiencia inmersiva con gafas 3D, en el mismo museo, sobre un espacio de 650 metros cuadrados.