El Instituto Caro y Cuervo y su llamado de emergencia
Una carta, que ya suma más de 1.300 firmas, asegura que parte del trabajo del Instituto Caro y Cuervo será desmantelado por los recortes al presupuesto del Ministerio de las Culturas, y, aunque no se conocen cifras exactas, prende las alarmas de un sector que pide ayuda.
Samuel Sosa Velandia
En 1942 se creó el Instituto Caro y Cuervo (ICC). Fue llamado de esta forma para honrar el legado de Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo Urisarri, humanistas y filólogos colombianos. Desde entonces, esta entidad se ha dedicado a proteger y promover el patrimonio lingüístico del país a través de la formación y la investigación.
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En 1942 se creó el Instituto Caro y Cuervo (ICC). Fue llamado de esta forma para honrar el legado de Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo Urisarri, humanistas y filólogos colombianos. Desde entonces, esta entidad se ha dedicado a proteger y promover el patrimonio lingüístico del país a través de la formación y la investigación.
Su historia y su trabajo de más de ocho décadas han hecho del ICC un emblema, que se erige como un símbolo de orgullo y prestigio en los círculos académicos nacionales e internacionales. Sin embargo, la realidad del país despierta la preocupación por este recinto.
Tras conocerse la decisión de la no aprobación de la Ley de financiamiento, el sector cultural ha sido uno de los primeros en alzar su voz y manifestar su malestar por la reducción que esto representará en el presupuesto del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Desde cartas hasta performances se han utilizado para dirigirse al Congreso de la República y señalarle las implicaciones negativas que este veredicto sentencia para la cultura.
Entre esas manifestaciones apareció una petición: “Salvemos el Instituto Caro y Cuervo, patrimonio cultural y académico de Colombia”. Esta misiva, dirigida al presidente Gustavo Petro, al Ministerio de las Culturas y al Congreso, suma 1.378 firmas de miembros de la comunidad académica nacional e internacional, quienes alertaron sobre una supuesta reducción del 89 % al presupuesto del instituto para el próximo año.
“Este recorte afecta el desarrollo de las maestrías ofrecidas por el instituto, las cuales se verán reducidas a mínimos recursos, afectando la calidad de la formación académica”, se lee en la carta, que también sugiere que esto causaría la desfinanciación de los grupos de investigación académica, reconocidos por el Ministerio de Ciencia, que son dos: el grupo de investigación en lingüística y el de investigación en literatura.
“Si este recorte no se revierte, el ICC perderá la capacidad de continuar investigaciones esenciales en áreas como lenguas indígenas y criollas, lingüística computacional, literatura colombiana e hispanoamericana, análisis del discurso, estudios editoriales y enseñanza del español como lengua extranjera. La interrupción de estos trabajos implicará un retroceso en el reconocimiento internacional de Colombia como referente en estudios lingüísticos y culturales”, agregaron.
La petición, que está en la plataforma Change.com, fue creada por Johnatan Bonilla, líder de la línea de investigación en Lingüística de Corpus y Computacional del ICC, quien en conversación para El Espectador contó que el 23 de diciembre se llevó a cabo una reunión con todos los trabajadores de la entidad, en la que el director encargado, Juan Manuel Espinosa, les informó sobre la reducción del presupuesto.
Las directivas del Instituto nos comunicaron lo que sería una proyección con la información que se tenía hasta ese día, que era de un recorte de más o menos el 89 %. Aunque no existe una comunicación oficial, esto se discutió en una reunión interna. Este supuesto que tenemos significaría que todos los contratistas no tendrían un contrato el próximo año y que las maestrías seguirían, pero con unas restricciones bastantes altas”, puntualizó Bonilla.
La Facultad Seminario Andrés Bello, unidad académica del Instituto, ofrece seis maestrías y tiene el propósito de formar investigadores y promover programas de educación superior en los campos de la fonética española, gramática histórica, etimología, lexicología y lingüística. Por tanto, la carta señala que, a pesar de que el Gobierno nacional ha priorizado el presupuesto para la educación superior, no se ha tenido en cuenta al ICC, que no ha sido reconocida como parte de este sistema. “Esta exclusión ha provocado que sea financiado como una entidad cultural, desprotegiendo su función educativa y de investigación”. No obstante, el artículo 134 del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 determinó la modernización y el fortalecimiento de la oferta educativa de la institución, un trabajo en el que Bonilla destacó los avances.
No obstante, el director encargado del Instituto Caro y Cuervo dijo que la cifra presentada en dicha reunión, el lunes, fue equivocada, pues no se trata del presupuesto definitivo, que se espera sea concretado luego del consejo de ministros, que fue cancelado y no se conoce su nueva fecha.
“Yo me comuniqué el 23 de diciembre con los investigadores, docentes, contratistas, funcionarios, con todo el mundo, y les comenté esto. ¿Cuál fue el problema? El problema fue un error mío y es que yo no había entendido que ese no era el presupuesto definitivo. Estamos esperando el consejo de ministros”, afirmó Espinosa, quien prefirió no hablar sobre el futuro sin antes tener un presupuesto claro. Aun así, dijo ser consciente de que la institución debe ajustarse a la realidad y que deberá hacer bien su trabajo, que en parte es redistribuir los recursos. Asimismo, respondiendo a una crítica del exministro de Hacienda, Rudolf Hommes, que responsabilizó a la cartera de Cultura de “dejar morir” al instituto, prometieron que seguirán cumpliendo con su propósito de salvaguardar los aspectos lingüísticos y literarios del patrimonio de Colombia.
Por su parte, Bonilla aseguró que la carta no tiene otra intención más que visibilizar una situación que a él y a sus colegas les preocupa sobre un trabajo al que se le han sumado esfuerzos, desde hace años, con la intención de potenciar el desarrollo académico, cultural y social de la nación. “Yo llevo nueve años en el Instituto y, normalmente, lo que sucedía es que se mantenía con el mismo presupuesto año tras año y no iba creciendo. El miedo latente es que, si hay un recorte tan alto en 2025, para 2026 se le diga al Instituto: como ya sobrevivió con este presupuesto en 2025, ese será el mismo presupuesto para el siguiente´, y que siga sin contar con el rubro que le permite financiar las investigaciones, que es lo fundamental”.
El investigador dijo que la petición no ha sido respondida ni comentada por algún congresista. Relató que ha llegado a voces de algunos expolíticos, que, en su opinión, solo politizan la situación para condenar y criticar al Gobierno.