El legado de Rilke pasa a manos de institución pública alemana
El legado de Rainer Maria Rilke, considerado uno de los poetas más importantes de la primera mitad del siglo XX, fue adquirido por el Archivo de la Literatura Alemania en Marbach, con documentos que puede abrir nuevos horizontes a los investigadores.
Rodrigo Zuleta. EFE
Más de 10.000 páginas escritas a mano, notas y esquemas previos a obras posteriores, 8.800 cartas, 470 libros con notas de Rilke al margen, revistas y 131 dibujos que se desconocían hasta ahora forman parte de un legado que hasta ahora era de difícil acceso para los investigadores.
Entre los documentos hay un cuaderno de notas de 1909 en el que Rilke registró impresiones de su viaje a España, a donde viajó ante todo persiguiendo cuadros de El Greco que le había generado una obsesión tras visitar una exposición en Múnich.
Le sugerimos leer: Recuerdos que el río no olvida (Reseña)
Ese viaje ya está relativamente documentado por cartas que se conocen, pero es posible que las anotaciones personales revelen nuevos matices de su paso por Madrid y, sobre todo, por Toledo y Ronda.
El Archivo Rilke estaba en manos privadas. El Archivo de la Literatura Alemania llevaba siete décadas tratando de llegar a un acuerdo con los descendientes del autor de las Elegías del Duino para adquirirlo, lo que se consiguió con fondos del estado alemán, del estado federado de Baden Württenberg de varias fundaciones por una cifra que no fue revelada.
“No queremos hacerle un monumento a Rilke, sino hacer hablar a sus obras”, dijo la directora del archivo, Sandra Richter, durante la presentación del legado en Berlín.
Podría interesarle leer: Chapotea en el agua (El cajón de Santaora)
Desde la muerte de Rilke, en 1926, el legado estaba en manos de su familia, que se había negado a traspasarlo a una institución pública. Su nieta Hella Sieber-Rilke manejó el archivo hasta su muerte y solo le permitía el acceso al mismo a pocos investigadores. Ahora los documentos deberán ser digitalizados y se deberá permitir el acceso público.
Rainer Maria Rilke, nacido en Praga en 1875 y muerto en Montreux en 1926, es recordado ante todo como lírico, pero también fue crítico de arte y crítico literario y como tal fue uno de los primeros en señalar la importancia de Thomas Mann en una reseña de “Los Buddembrooks”.
Como crítico de arte se destaca una monografía del escultor Auguste Rodin, de quien fue secretario. Además, escribió una novela importante, “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge” y algunas narraciones como las “Historias del buen Dios” o “Vida y muerte del corneta Cristoph Rilke”
Rilke sigue estando presente en prácticamente todas las antologías de la poesía alemana. Algunos de sus poemas, como “Día de otoño”, pueden contarse entre los más conocidos y los más citados de la lengua alemana. Para muchos, su obra cumbre son las Elegías del Duino. Se trata de un ciclo de diez elegías compuestas entre 1912 y 1922. El ciclo pretendía ser una respuesta a la pérdida de orientación en medio de una crisis de las concepciones tradicionales del mundo que él había diagnosticado antes en “Cuadernos de Malte Laurids Brigge” (1910).
Podría interesarle leer: “Nos inventamos tradiciones en el presente para crear compromisos con el futuro”
Algunos críticos, como Erich Heller, han visto la obra tardía de Rilke como una respuesta a Nietzsche. Heller define a Rilke como el sacerdote de una iglesia sin techo desde la que solo le puede orar a un cielo sin dios. Tras terminar las Elegías del Duino, Rilke escribió, en menos de un año, las 29 composiciones de los Sonetos de Orfeo.
Entre el comienzo y el final de las Elegías del Duino se dio la I Guerra Mundial, cuyo estallido sorprendió a Rilke en Alemania, desde donde no pudo retornar a París donde estaba viviendo.
Vivió los primeros años de la guerra en Múnich. En 1916, sin embargo, fue enrolado en el ejército austrohúngaro donde, tras absolver su formación militar, fue destinado a trabajar en el archivo de la guerra en Viena. La guerra y la experiencia militar generaron una crisis en Rilke, que tardó en retomar el trabajo de las Elegías del Duino.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖
Más de 10.000 páginas escritas a mano, notas y esquemas previos a obras posteriores, 8.800 cartas, 470 libros con notas de Rilke al margen, revistas y 131 dibujos que se desconocían hasta ahora forman parte de un legado que hasta ahora era de difícil acceso para los investigadores.
Entre los documentos hay un cuaderno de notas de 1909 en el que Rilke registró impresiones de su viaje a España, a donde viajó ante todo persiguiendo cuadros de El Greco que le había generado una obsesión tras visitar una exposición en Múnich.
Le sugerimos leer: Recuerdos que el río no olvida (Reseña)
Ese viaje ya está relativamente documentado por cartas que se conocen, pero es posible que las anotaciones personales revelen nuevos matices de su paso por Madrid y, sobre todo, por Toledo y Ronda.
El Archivo Rilke estaba en manos privadas. El Archivo de la Literatura Alemania llevaba siete décadas tratando de llegar a un acuerdo con los descendientes del autor de las Elegías del Duino para adquirirlo, lo que se consiguió con fondos del estado alemán, del estado federado de Baden Württenberg de varias fundaciones por una cifra que no fue revelada.
“No queremos hacerle un monumento a Rilke, sino hacer hablar a sus obras”, dijo la directora del archivo, Sandra Richter, durante la presentación del legado en Berlín.
Podría interesarle leer: Chapotea en el agua (El cajón de Santaora)
Desde la muerte de Rilke, en 1926, el legado estaba en manos de su familia, que se había negado a traspasarlo a una institución pública. Su nieta Hella Sieber-Rilke manejó el archivo hasta su muerte y solo le permitía el acceso al mismo a pocos investigadores. Ahora los documentos deberán ser digitalizados y se deberá permitir el acceso público.
Rainer Maria Rilke, nacido en Praga en 1875 y muerto en Montreux en 1926, es recordado ante todo como lírico, pero también fue crítico de arte y crítico literario y como tal fue uno de los primeros en señalar la importancia de Thomas Mann en una reseña de “Los Buddembrooks”.
Como crítico de arte se destaca una monografía del escultor Auguste Rodin, de quien fue secretario. Además, escribió una novela importante, “Los cuadernos de Malte Laurids Brigge” y algunas narraciones como las “Historias del buen Dios” o “Vida y muerte del corneta Cristoph Rilke”
Rilke sigue estando presente en prácticamente todas las antologías de la poesía alemana. Algunos de sus poemas, como “Día de otoño”, pueden contarse entre los más conocidos y los más citados de la lengua alemana. Para muchos, su obra cumbre son las Elegías del Duino. Se trata de un ciclo de diez elegías compuestas entre 1912 y 1922. El ciclo pretendía ser una respuesta a la pérdida de orientación en medio de una crisis de las concepciones tradicionales del mundo que él había diagnosticado antes en “Cuadernos de Malte Laurids Brigge” (1910).
Podría interesarle leer: “Nos inventamos tradiciones en el presente para crear compromisos con el futuro”
Algunos críticos, como Erich Heller, han visto la obra tardía de Rilke como una respuesta a Nietzsche. Heller define a Rilke como el sacerdote de una iglesia sin techo desde la que solo le puede orar a un cielo sin dios. Tras terminar las Elegías del Duino, Rilke escribió, en menos de un año, las 29 composiciones de los Sonetos de Orfeo.
Entre el comienzo y el final de las Elegías del Duino se dio la I Guerra Mundial, cuyo estallido sorprendió a Rilke en Alemania, desde donde no pudo retornar a París donde estaba viviendo.
Vivió los primeros años de la guerra en Múnich. En 1916, sin embargo, fue enrolado en el ejército austrohúngaro donde, tras absolver su formación militar, fue destinado a trabajar en el archivo de la guerra en Viena. La guerra y la experiencia militar generaron una crisis en Rilke, que tardó en retomar el trabajo de las Elegías del Duino.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖