El Messi-anismo homérico
La confianza que se depositó en Messi podría compararse a aquella que los griegos depositaron en Aquiles, el mejor guerrero del ejército griego, durante la guerra de Troya.
Gabriela Salazar Ferro
Desde la creación de los Juegos Olímpicos en la Antigüedad, los eventos deportivos han sido un tiempo de tregua. El deporte se asocia también a menudo con el opio de los pueblos donde éstos buscan a sus héroes. En un mundo como el nuestro, en busca de nuevos puntos de referencia, ¿qué puede transmitir el heroísmo que se festeja en estos eventos deportivos?
En la final de este Mundial polémico se enfrentaron Francia y Argentina. A Argentina se asocia automáticamente el nombre de Messi y los comentaristas deportivos, los hinchas del equipo y otras personas esperaron largos años para ver como una especie de “Messi-anismo” podría dar a Argentina una nueva estrella.
El mesianismo es la intervención de una persona para resolver problemas y prometer un futuro mejor. En este caso, esta intervención se asociaría a Messi y a su desempeño en el campo de fútbol. Más allá de haber conseguido, con su equipo, una nueva estrella, Messi representa a un hombre en el que se depositó la confianza del público. ¡Y qué público! Qatar se engalanó con los colores argentinos y, los aficionados argentinos estuvieron siempre presentes, a pesar de la distancia y de la polémica que rodeó al Mundial de Qatar. Antes de la final, la FIFA publicó en su cuenta de Twitter fotos de los dos finalistas, Francia y Argentina. Como lo muestran estas imágenes, Argentina, un país en donde el fútbol es una forma de vida que ha inspirado a los compositores de tango, al cine y a la literatura, estaba allí:
El mesianismo esperado por el público se lee pues claramente en estas imágenes en donde vemos cómo un hombre, Messi, se presenta ante su público. Son muy diferentes de las imágenes que la FIFA publicó del otro finalista, Francia, en las que se destaca una especie de heroísmo colectivo:
La confianza que se depositó en Messi podría compararse a aquella que los griegos depositaron en Aquiles, el mejor guerrero del ejército griego, durante la guerra de Troya. Durante esta guerra, los dioses intervenían en las batallas para retrasar ciertos acontecimientos. No lo hacían para cambiar el destino de los héroes de la guerra sino para glorificarlos. Así, la guerra de Troya fue el escenario elegido para la glorificación de estos héroes. Sin embargo, sabemos que la guerra duró todo ese tiempo debido a la ira de Aquiles, que se negó a luchar durante largos años. En la narrativa homérica, la presencia indispensable de Aquiles en el campo de batalla quedaba así más claro y la gloria de los héroes griegos y troyanos parecía explicarse por la ausencia de Aquiles.
La confianza ciega que se depositó en Aquiles le otorgó al héroe griego un papel especial en la guerra y en la historia. Del mismo modo, la confianza depositada hoy en Messi lo convierte en un héroe aquíleo moderno. El heroísmo aquíleo puede parecer hoy más efímero, menos duradero de lo que lo fue en la Antigüedad ya que asistimos regularmente a la caída de estos héroes que, una vez cumplido su deber, se hunden en el olvido y a menudo se convierten en productos que consumimos y sustituimos fácilmente. Pero, al igual que en la Antigüedad, la existencia de estos héroes, con sus cualidades y defectos, y la renovación permanente de la figuras heroicas, representa nuestra búsqueda de ciertos valores. Las acciones de estos héroes nos fascinan y nos permiten pues sentir y soñar con una fuerza increíble.
El énfasis en el heroísmo que se desarrolla en el fútbol nos permite sentir y expresar emociones. Es también el signo de un mundo a la deriva que busca modelos ejemplares, que busca el mesianismo en el deporte. La importancia que damos a este heroísmo podría anunciar un cambio en el que los valores que nos hacen hoy soñar y explotar de alegría durante un partido de fútbol se conviertan en una pauta incuestionable en ámbitos que no se limiten al deporte.
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Desde la creación de los Juegos Olímpicos en la Antigüedad, los eventos deportivos han sido un tiempo de tregua. El deporte se asocia también a menudo con el opio de los pueblos donde éstos buscan a sus héroes. En un mundo como el nuestro, en busca de nuevos puntos de referencia, ¿qué puede transmitir el heroísmo que se festeja en estos eventos deportivos?
En la final de este Mundial polémico se enfrentaron Francia y Argentina. A Argentina se asocia automáticamente el nombre de Messi y los comentaristas deportivos, los hinchas del equipo y otras personas esperaron largos años para ver como una especie de “Messi-anismo” podría dar a Argentina una nueva estrella.
El mesianismo es la intervención de una persona para resolver problemas y prometer un futuro mejor. En este caso, esta intervención se asociaría a Messi y a su desempeño en el campo de fútbol. Más allá de haber conseguido, con su equipo, una nueva estrella, Messi representa a un hombre en el que se depositó la confianza del público. ¡Y qué público! Qatar se engalanó con los colores argentinos y, los aficionados argentinos estuvieron siempre presentes, a pesar de la distancia y de la polémica que rodeó al Mundial de Qatar. Antes de la final, la FIFA publicó en su cuenta de Twitter fotos de los dos finalistas, Francia y Argentina. Como lo muestran estas imágenes, Argentina, un país en donde el fútbol es una forma de vida que ha inspirado a los compositores de tango, al cine y a la literatura, estaba allí:
El mesianismo esperado por el público se lee pues claramente en estas imágenes en donde vemos cómo un hombre, Messi, se presenta ante su público. Son muy diferentes de las imágenes que la FIFA publicó del otro finalista, Francia, en las que se destaca una especie de heroísmo colectivo:
La confianza que se depositó en Messi podría compararse a aquella que los griegos depositaron en Aquiles, el mejor guerrero del ejército griego, durante la guerra de Troya. Durante esta guerra, los dioses intervenían en las batallas para retrasar ciertos acontecimientos. No lo hacían para cambiar el destino de los héroes de la guerra sino para glorificarlos. Así, la guerra de Troya fue el escenario elegido para la glorificación de estos héroes. Sin embargo, sabemos que la guerra duró todo ese tiempo debido a la ira de Aquiles, que se negó a luchar durante largos años. En la narrativa homérica, la presencia indispensable de Aquiles en el campo de batalla quedaba así más claro y la gloria de los héroes griegos y troyanos parecía explicarse por la ausencia de Aquiles.
La confianza ciega que se depositó en Aquiles le otorgó al héroe griego un papel especial en la guerra y en la historia. Del mismo modo, la confianza depositada hoy en Messi lo convierte en un héroe aquíleo moderno. El heroísmo aquíleo puede parecer hoy más efímero, menos duradero de lo que lo fue en la Antigüedad ya que asistimos regularmente a la caída de estos héroes que, una vez cumplido su deber, se hunden en el olvido y a menudo se convierten en productos que consumimos y sustituimos fácilmente. Pero, al igual que en la Antigüedad, la existencia de estos héroes, con sus cualidades y defectos, y la renovación permanente de la figuras heroicas, representa nuestra búsqueda de ciertos valores. Las acciones de estos héroes nos fascinan y nos permiten pues sentir y soñar con una fuerza increíble.
El énfasis en el heroísmo que se desarrolla en el fútbol nos permite sentir y expresar emociones. Es también el signo de un mundo a la deriva que busca modelos ejemplares, que busca el mesianismo en el deporte. La importancia que damos a este heroísmo podría anunciar un cambio en el que los valores que nos hacen hoy soñar y explotar de alegría durante un partido de fútbol se conviertan en una pauta incuestionable en ámbitos que no se limiten al deporte.
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