El misterio de la muerte de José Eustasio Rivera
Con motivo de los 95 años de fallecimiento del autor de “La vorágine”, que se cumplen el viernes 1 de diciembre, compartimos un texto sobre los interrogantes alrededor de su deceso y la desaparición de “La mancha negra”, su segunda novela.
Gabriel Cortés*
Cuando murió, en 1928, el escritor colombiano José Eustasio Rivera Salas, autor de Juan Gil (1911), Tierra de Promisión (1921) y La vorágine (1924), la causa oficial de su deceso fue una “hemorragia cerebral de origen malárico”.
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Cuando murió, en 1928, el escritor colombiano José Eustasio Rivera Salas, autor de Juan Gil (1911), Tierra de Promisión (1921) y La vorágine (1924), la causa oficial de su deceso fue una “hemorragia cerebral de origen malárico”.
Pero durante mucho tiempo ha existido la sospecha de que José Eustasio pereció en medio de un complot orquestado por grandes intereses políticos y económicos nacionales; narrativa que fue sepultada por Eduardo Neale Silva, pese a la gran cantidad de evidencia testimonial que puede respaldar la teoría.
En abril de 1928, José Eustasio encabezó la delegación de Colombia en el Congreso Internacional de Inmigración y Emigración, que se celebró en La Habana. Rivera era una de las figuras más destacadas de la representación nacional y había resuelto por su seguridad abandonar el país para radicarse en México o en Estados Unidos (EE. UU).
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Después de su muerte, Ricardo Charria, otro gran amigo del escritor, hizo una pregunta explosiva al Consulado de Colombia en Nueva York: “¿Qué se hicieron esos originales de La Mancha Negra?”. En EE. UU., Rivera sospechaba que el consulado no entregaba toda su correspondencia y temía ser vigilado. También decía, en cartas a su amigo Lisandro Durán, que no se sentía seguro en Colombia y que prefería estar en África cuando la segunda novela viera la luz.
Entonces, ¿esto significa que José Eustasio fue asesinado? El Polyclinic Hospital de Nueva York no realizó una autopsia y, por tanto, resulta imposible determinar la causa exacta de su muerte. Sin embargo, hay testimonios de amigos íntimos y cartas del mismo Rivera que respaldan la teoría de una conspiración.
“‘La mancha negra trataba de los petroleros colombianos y las tremendas influencias de los hijos del Tío Sam sobre los grandes influyentes de los viejos partidos tradicionales nuestros’”, dijo David Rivera, primo de José Eustasio e hijo de Don Olegario Rivera. “Aquello era un dantesco desfile de apaches de levita y chequera por un pobre escenario de desvergüenzas y piratería”, afirmó Rivera después de haber leído “buena parte” del libro.
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Para muchas personas, independiente de lo que diga la narrativa oficial y la nada esclarecedora nota necrológica, a José Eustasio lo asesinaron. En 1926 Rivera afirma: “Tengo planeada una segunda novela que por su naturaleza puede considerarse como una continuación de La vorágine”.
En agosto de 1928, refiriéndose a las denuncias que realizó años atrás como miembro de la Comisión Investigadora de la Cámara, manifestaba: “El país me debe el primer rechazo a la invasión petrolera, el país me debe el primer grito de alarma, la comprobación del peligro, porque yo tuve el coraje de romper el velo. Esto no se recuerda ni se agradece. No obstante, la política de petróleos que sigue el actual gobierno y que se le atribuye al doctor Montalvo es obra mía. Todo ese programa está esbozado en el informe sobre el oleoducto”.
La Comisión liderada por Rivera comprometió cinco ministerios del gobierno de Pedro Nel Ospina en escándalos de corrupción y reveló los nefastos intereses de la industria petrolera y bananera norteamericana en Colombia, en cabeza de la Standard Oil y la United Fruit Company.
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“Al Sr. Velasco le dijo el poeta en cierta ocasión que ese libro (La mancha negra) habría de aparecer al marcharse a África porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra”, recuerda Eduardo Neale Silva.
En medio de la abrumante vida neoyorquina, José Eustasio considera viajar al África con su amigo José Antonio Velasco, a quien llamaba con afecto “Velascoco”. Pero antes de realizar dicho viaje, a finales de noviembre de 1928, enfermó y fue ingresado a un hospital de Nueva York, donde murió el 1 de diciembre a los 40 años.
Si bien hubo algunas sospechas de juego sucio, la idea de que murió por causas fortuitas sigue siendo ampliamente aceptada.
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Una exhumación de los restos de José Eustasio disiparía la sospecha, hondamente arraigada entre algunos riverólogos, de que la muerte del autor fue un crimen.
*Docente investigador, editor y poeta.