El misterio del Pacífico colombiano, según Alfredo Molano Bravo
Al cumplirse cinco años de su muerte, con el sello editorial Aguilar, se publica la reedición de varios libros del sociólogo y columnista de El Espectador. Fragmento de “De río en río. Vistazo a los territorios negros”.
Alfredo Molano Bravo * / Especial para El Espectador
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Para mí, el Pacífico ha sido una de las regiones más misteriosas y atractivas del país. La he recorrido en panga por los ríos y en rápidas por el mar. Pero también a pie. La he sobrevolado y me han apasionado, no sólo la infinita variedad de su vegetación, sino la persistencia de la lluvia y la fuerza de los aguaceros. (Lea un perfil de Alfredo Molano Bravo escrito por Nelson Fredy Padilla).
De río en río es un conjunto de crónicas y notas de viaje escritas durante varios años y en diferentes tiempos. La parte central del texto son recorridos que comienzan en Cabo Manglares, en la frontera con Ecuador y terminan en el Alto de Letras, en la frontera con Panamá. Y digo recorridos porque aunque la mayoría del trayecto, sobre todo en la costa del Pacífico, fue hecha de un tirón, viajes posteriores fueron complementándola.
Otros textos fueros escritos para El Espectador, la revista Soho y para Sello editorial, que publicó un viaje entre Medellín y Ciudad de Panamá. No obstante la diversidad de orígenes del libro, guarda una unidad fundada en la geografía, la historia y el lenguaje. La verdadera gran dificultad fueron los intempestivos cambios en las regiones debido a las vicisitudes de la guerra en que la región se ha visto envuelta desde los años 1970. Pueblos como Riosucio y Tumaradó cambiaban de autoridades con inusitada rapidez.
Un día estaban los guerrilleros en el cuartel de policía; dos semanas después, el Gobierno había recuperado el control, para perderlo 15 días más tarde cuando los paramilitares, apoyados por el Ejército, regresaban a sus puestos de mando. El texto final no es uniforme y sugiere una variedad de tonalidades tan acentuada como la misma diversidad biológica. La región es para mí inaprehensible de un solo golpe.
La última dificultad para el texto final consistió en que la gran mayoría fue escrita en tiempos de la guerra, pero su publicación se hace después del Acuerdo de La Habana entre el gobierno de Santos y el Secretariado de Las FARC-EP, pero subsisten en varias zonas las actividades del ELN y de los paramilitares. De tal forma que no hay tiempo verbal en que todos quepan.
Debo por fin agradecer a Misereor y a la Fundación Universitaria Claretiana la ayuda financiera para llevar a cabo el trabajo en su conjunto y sobre todo su confianza. Las Diócesis de Tumaco, Buenaventura, Istmina y Quibdó fueron para mí un apoyo inestimable para recorrer sus territorios y hablar con sus pobladores. Debo resaltar la gran ayuda de Jaime Díaz a todo lo largo del trabajo; él, como nadie, ha comprendido y tolerado mis compromisos con otras zonas y otros afanes sin dudar que este testimonio que condensa lo que fueron los ríos y sus pobladores antes de la paz, aparecería tarde o temprano.
Alfredo Molano Bravo
Enero de 2017
CAPÍTULO I
La cuenca del Pacífico
La economía y la cultura colombianas han girado en torno al Atlántico Norte: Nueva York, Londres, Madrid, Berlín. El Lejano Oriente –Japón, China, India– fue considerado un horizonte económico sólo después de la II Guerra Mundial, cuando la creciente importancia de esta región obligó a mirar hacia ella y a prepararse para un intercambio comercial de gran envergadura con toda la cuenca del Pacífico. Más aún, Colombia ha ganado una importancia geoestratégica con Venezuela y Brasil al constituirse en un paso obligado para vincular esas economías con el Oriente.
Colombia viene soñando con romper la dependencia que lo ata a Norteamérica y a Europa y se prepara para una relación más activa con China e India. Para ello debe abrir vías hacia el Pacífico y construir puertos que permitan recibir, a corto plazo, los grandes buques mercantes Post-Panamax de 95.000 TDB. En Chocó está planeada la construcción de un puerto de aguas profundas en la bahía de Tribugá por parte de empresas privadas, que demanda del Gobierno la construcción de la carretera Las Ánimas-Nuquí. El puerto de Tribugá tiene en perspectiva dos serios rivales: el de Aguadulce, en Buenaventura, y el de Bahía Málaga. Antioquia está interesada en compartir con Risaralda el puerto de Nuquí por la vía Medellín-Quibdó-Las Ánimas. Por su parte, el Valle del Cauca y Cauca mismo tienen sus ojos puestos en Aguadulce y en Bahía Málaga. Se ha iniciado la construcción de una autopista de cuarta generación Buga-Loboguerrero-Buenaventura.
El primer obstáculo para llevar a cabo cualquiera de estos proyectos es restablecer el orden social que permita las cuantiosas inversiones en proyectos y otorgue garantías sólidas a los inversionistas, sean nacionales o extranjeros. Las Cámaras de Comercio de Risaralda y del Valle e inversionistas chinos interesados en los proyectos así lo han demandado. En pocas palabras, la condición implica resolver el problema de guerrillas y paramilitares para hacer posible la libre circulación de personas y mercancías. Es decir, recuperar –o imponer– la total soberanía del Estado colombiano en la región. Una de las opciones hoy vigentes está ligada a la implementación de los acuerdos de La Habana.
Chocó es un departamento pobre rodeado por departamentos ricos. Tiene costas sobre el Caribe y el Pacífico. El territorio que atravesaría la vía Las Ánimas-Nuquí pertenece a Resguardos y Consejos Territoriales de Ley 70. La carretera valorizaría todo el trayecto, lo que se convertiría en un factor tanto de invasión como de desplazamiento de indígenas y negros; de hecho, ya ha habido masacres y ejecuciones ejemplarizantes por parte de grupos paramilitares que han obligado a reconocidos desplazamientos. Las guerrillas, buscando abrir nuevos frentes, llegaron en los 1980 a la región e impulsaron el cultivo de coca y adoctrinaron a la población con miras a crear un nuevo teatro de guerra. El choque entre estos grupos armados era inevitable, aunque a veces podía ser amortiguado, e inclusive impedido, por la división del trabajo entre cultivo y exportación de coca y los negocios a que esta da lugar. Frente a la carretera sus posiciones resultaban idénticas: el cobro de tributos a las compañías constructoras.
De un lado, el hecho de que tanto Resguardos como Territorios Ley 70 por Constitución sean inembargables, inajenables e imprescriptibles, y de otro, la necesidad de construir megaproyectos de alta valorización, han conducido poco a poco a una conciliación entre estas realidades: el comodato o el arriendo de predios a negociantes, cultivadores de coca o ganaderos que buscan el control no sobre la propiedad, sino sobre su uso. Es una tendencia que, por lo demás, se está imponiendo en todo el país y amenaza la raíz misma de estas formas colectivas de propiedad con trascendentales y nocivos efectos tanto económicos como étnicos. La descomposición puede estar provocada por los grandes intereses comerciales, mineros y energéticos que merodean en las regiones. El Estado deberá, cuanto antes, ligar la propiedad de la tierra y el uso del suelo como una misma cosa si pretende impedir el arraigo y el desarrollo de conflictos sociales, previsiblemente violentos.
La construcción de vías carreteables y puertos marítimos, y en general las grandes obras de infraestructura, trae aparejada la acelerada hipervalorización de predios colindantes con ellas o que sean beneficiados de manera indirecta. Así, el precio de la tierra conoce topes muy altos y entra en colisión con la naturaleza jurídica de Resguardos y Territorios Negros ancestrales. La tendencia económica espontánea ha conducido al desplazamiento masivo de pobladores para obtener los beneficios generados por las obras. Aún más cuando los interesados en ellos obtienen información privilegiada confidencial sobre rutas, modalidades y fines de las obras. El resultado es desplazamiento. Basta una masacre y el objetivo criminal ha sido alcanzado. La gente o no regresa, o vende si puede, o transfiere sus derechos. Dado que casi todo Chocó y casi todo el territorio por donde pueden atravesar vías futuras son Resguardos o Territorios Tradicionales de comunidades negras, el conflicto salta a la vista.
Como el Estado, aun haciéndose el de la vista gorda, no puede renunciar a sus obligaciones constitucionales, la salida de los interesados es pagar una determinada suma a cambio de un uso específico –o no– del suelo. En los territorios negros esta modalidad tiene más visos de legalidad que en los Resguardos, pero de todas maneras en ambos se está dando y terminará como una gran palanca para echar para atrás los derechos adquiridos por las comunidades indígenas y negras. Más aún, el establecimiento y muchas fuerzas e intereses políticos favorecen la liquidación de todo obstáculo para que la tierra funcione como mercancía, es decir, que su uso esté reglamentado tan solo por las leyes de oferta y demanda.
* Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial. Alfredo Molano Bravo: Autor de una veintena de libros escritos desde el relato de vida, una técnica narrativa que caracteriza su obra. A sus libros se les suman treinta años de columnas semanales en el diario El Espectador, así como artículos, reportajes, crónicas y entrevistas en diversos medios de comunicación. Creció en un escenario rural que lo hizo sensible a los problemas del campesino, un sujeto que atraviesa sus textos. Las colonizaciones campesinas, sus geografías y problemáticas se convirtieron en el lente desde el que miraba la historia del país, el cual recorrió de punta a punta en busca de relatos de personajes anónimos que protagonizaron o sufrieron los avatares de la historia colombiana. Fue profesor invitado de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos; obtuvo la máxima distinción del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar; le fue otorgado el título de doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Colombia, y murió integrando la Comisión de la Verdad, desde donde quiso poner su escucha para revelar la historia de las víctimas y el conflicto colombiano, pues su arte, más que escribir, fue escuchar.