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Nuevos frescos en buen estado, entre ellos uno sobre el mito griego de Hipólito y Fedra, han sido descubiertos en la excavación de unas pequeñas casas en Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por la erupción del volcán Vesubio hace dos milenios, según anunció este jueves el yacimiento arqueológico.
El hallazgo se ha producido en las excavaciones de la llamada Ínsula de los Amantes Castos, un área de "pequeñas casas autónomas de reducidas dimensiones", pero "con una decoración sumamente refinada", situada en el distrito central de la urbe.
Según los investigadores, que publicaron detalles de los hallazgos en un artículo en la revista digital de Pompeya, la casa donde se encontró el fresco tenía un "espacio limitado", sin el atrio -patio central- con estanque para recoger el agua de la lluvia "típico de la arquitectura de las ricas residencias pompeyanas".
Esto, señalan los expertos, “llama la atención por el alto nivel de decoración de sus paredes”, que “nada tiene que envidiar” a los domicilios de mayores dimensiones, y podría ser una muestra de “los cambios en la sociedad romana, y en particular la pompeyana, en el siglo I a.C.”, algo en lo que se está aún investigando. ”Las dos habitaciones bajo investigación están en la parte trasera de la casa”, especifican.
En ella, ha aparecido una representación del mito de la princesa cretense Fedra y su trágico enamoramiento del su hijastro Hipólito, además de otras imágenes del amplio repertorio del imaginario grecorromano en “paredes espléndidamente decoradas”.
Entre ellas, hay "una representación de un symplegma (coito) entre sátiro y ninfa, un cuadro con una pareja divina, quizás Venus y Adonis, y una escena lamentablemente dañada" por exploraciones previas que probablemente representa el Juicio de París.
Una ventana al lado del cuadro de Hipólito y Fedra abre espacio a un pequeño patio donde se hacían obras en el momento de la erupción, y ahí se halló un pequeño larario -altar- con "rica pintura, decoración con motivos vegetales y animales de fondo blanco".
En la parte superior del larario destaca "un ave rapaz en vuelo, probablemente un águila, sosteniendo entre sus garras una rama de palma, y en la parte inferior se ven dos serpientes enfrentadas" que son representadas en torno a un altar circular al que se colocan flores como ofrenda, concreta el comunicado del parque arqueológico.
En las decoraciones del altar también se ve "una piña, un elemento elevado que sostiene un huevo, lo que parece ser un higo y un dátil".
En el patio de la casa también había una zona cubierta con "una gran piscina con paredes pintadas de rojo". A su alrededor "discurría un canal que permitía conducir el agua de la lluvia hacia la boca de un pozo conectado a una cisterna por debajo".
A su vez, en el interior del altar se encontraron objetos rituales de la última ofrenda antes de la destrucción de 79 d.C., entre los que hay "un incesario de cerámica incolora con huecos antiguos y una lámpara, ambos con evidentes huellas de quemado".
Por otro lado, en la superficie del altar se halló también un elemento que parece estar hecho de mármol rojo, y que representa un rostro "atribuible a la esfera dionisíaca, probablemente un Sileno".
Las excavaciones actuales forman parte de un proyecto en esta zona central de Pompeya que ha implicado varias fases, algunas acabadas, y que han llevado a la construcción de una serie de pasarelas elevadas para que el público pueda pasear y contemplar la zona excavada.
Todo ello, “es un ejemplo de arqueología pública o circular”, basada en un proceso marcado de conservación, investigación, gestión, accesibilidad y uso que forman “un circuito virtuoso”, destaca el director del parque arqueológico, Gabriel Zuchtriegel.