El monte Etna, un volcán entre mitos, arte y literatura
El monte Etna, en la isla de Sicilia, en Italia, hizo erupción ayer. Este volcán ha sido el protagonista de diferentes mitos y obras.
Andrea Jaramillo Caro
Con más de 3.000 metros de altura y más de 350 mil años de antigüedad, el Monte Etna ha acompañado a la humanidad y las diferentes civilizaciones que lo han visto al llegar a las costas sicilianas. El volcán, que ha presentado actividad durante miles de años, ha sido el protagonista de mitos griegos y romanos, obras de arte de diferentes artistas que han observado con atención cómo se erige entre la tierra a su alrededor. El 13 de noviembre el volcán volvió a hacer erupción, aunque el aeropuerto de la ciudad vecina, Catania, fue cerrado a modo de precaución, no se registraron lesionados o muertos.
Lo mismo no se puede decir de las demás erupciones históricas que este volcán ha tenido, donde, por ejemplo, el Imperio Romano en el año 122 a.C eximió a los ciudadanos de Catania del pago de impuestos durante 10 años, con la intención de ayudas a la reconstrucción de la ciudad. Este monte, en el pasado, fue según la mitología griega el hogar y lugar de trabajo de dios Efesto, Vulcano en la mitología romana, se decía que su fragua yacía bajo las profundidades del Etna.
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El nombre de este volcán, que fue inscrito en la Lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2013, fue forjado por los griegos y traduce “horno” o “chimenea”. Bajo este monte también creían que se escondía la cárcel en la cual Zeus había aprisionado al monstruo Tifón, causante de las erupciones, según la mitología. Etna ha sido mencionado más que en leyendas, su nombre también aparece en el poema épico “La Odisea”, de Homero. “Es en el canto IX cuando Odiseo cuenta sus aventuras con los cicones, los lotófagos y los cíclopes. Estos últimos eran pastores que vivían en la isla de Sicilia, en estado casi salvaje, sin temor a dioses ni a hombres. Al desembarcar, el rey de Itaca se dirigió a una caverna en las faldas del monte Etna en la que habitaba el cíclope Polifemo, hijo de Poseidón –dios del mar-”, describió Fabio Javier Echarri en su texto para el diario Norte.
Más allá de Homero, Virgilio también habló del volcán en la “Eneida”: «Allí hay un puerto, a salvo de los vientos que se acercan y espacioso en sí mismo, pero cerca, Aetna truena con aterradores choques, y ahora lanza al cielo una nube negra, humeando con remolinos negros y cenizas resplandecientes, y levanta bolas de llamas y lame las estrellas -ahora vomita violentamente las rocas, las entrañas de la cima de la montaña se retuercen, y gira la piedra fundida hacia el cielo con un rugido, y hierve desde sus profundidades más bajas».
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Siglos más tarde, el volcán reaparecería en una obra dedicada a sus formaciones rocosas. Fue durante el renacimiento que apareció la obra literaria “De Aetna”, escrita por Pietro Bembo. El poeta y académico subió a la cima del monte y escribió su experiencia en latín. Años después, cuando los jóvenes europeos de clase alta se embarcaban en su gira por el continente, el Monte Etna se convirtió en una visita obligada. Uno de estos fue Goethe, quien describió su experiencia en su entrada de diario de 1816, llamada Viaje italiano. Su paso por la isla lo llevó a escrbir que «Sin Sicilia, Italia no crea ninguna imagen en el alma: aquí está la clave de todo».
Otras representaciones del volcán se han visto en el arte. Varios artistas han plasmado su visión del Monte Etna en erupción o contra un cielo tranquilo. Uno de ellos fue Edward Lear, quien es descrito por el Museo Metropolitano de Arte como un “viajero empedernido que registró en bocetos gran parte del mundo mediterráneo”. La obra en la que plasmó su percepción del Etna se titula “Catania y Monte Etna”, la inscribió con la fecha 16 de junio de 1847, cuando caminó hasta el volcán y a lo largo de la ciudad de Catania. Lear, luego de su ascenso a la montaña, escribió que “Uno queda ampliamente recompensado por la extraordinaria escena de arriba, donde se ve toda la isla de Sicilia como un gran mapa rosa en el cielo, con el mar lo rodea tan azul, y la sombra triangular de color púrpura oscuro de las montañas sobre la parte más alejada del sol que salió justo antes de que llegáramos a la boca del cráter”.
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Thomas Cole, cinco años antes que Lear, también pintó el volcán luego de regresar de un viaje por Italia. De forma poética, el artista escribió al inverso de la pintura que el monte Etna “levanta su cabeza nevada bajo la cálida luz del sol, mientras que la base de la montaña está parcialmente velada por la atmósfera vaporosa y las nieblas de la mañana”.
Estas son solo algunas de las representaciones que el Monte Etna ha tenido a lo largo de la historia de la humanidad en diferentes formatos y medios. Así, con cada fenómeno natural el volcán nos recuerda su historia y la relación que ha tenido con los humanos a través de los milenios.
Con más de 3.000 metros de altura y más de 350 mil años de antigüedad, el Monte Etna ha acompañado a la humanidad y las diferentes civilizaciones que lo han visto al llegar a las costas sicilianas. El volcán, que ha presentado actividad durante miles de años, ha sido el protagonista de mitos griegos y romanos, obras de arte de diferentes artistas que han observado con atención cómo se erige entre la tierra a su alrededor. El 13 de noviembre el volcán volvió a hacer erupción, aunque el aeropuerto de la ciudad vecina, Catania, fue cerrado a modo de precaución, no se registraron lesionados o muertos.
Lo mismo no se puede decir de las demás erupciones históricas que este volcán ha tenido, donde, por ejemplo, el Imperio Romano en el año 122 a.C eximió a los ciudadanos de Catania del pago de impuestos durante 10 años, con la intención de ayudas a la reconstrucción de la ciudad. Este monte, en el pasado, fue según la mitología griega el hogar y lugar de trabajo de dios Efesto, Vulcano en la mitología romana, se decía que su fragua yacía bajo las profundidades del Etna.
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