De puertas para adentro, la crisis en el Museo Nacional de Colombia
Anuncios hechos por el Ministerio de Cultura sobre cambios para “transformaciones administrativas” avivaron la conversación sobre la situación que atraviesa el museo más antiguo de Colombia.
Andrea Jaramillo Caro
Las últimas semanas han sido como una montaña rusa para el Museo Nacional. Entre la salida de William López como director de la institución y el nombramiento de Liliana Angulo para reemplazarlo, este recinto se enfrenta a diferentes problemas en su interior que van desde la falta de ejecución del presupuesto asignado hasta la ausencia de contratos para los trabajadores.
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Las últimas semanas han sido como una montaña rusa para el Museo Nacional. Entre la salida de William López como director de la institución y el nombramiento de Liliana Angulo para reemplazarlo, este recinto se enfrenta a diferentes problemas en su interior que van desde la falta de ejecución del presupuesto asignado hasta la ausencia de contratos para los trabajadores.
El 21 de marzo, López envió su carta de renuncia al ministro de las Culturas, Juan David Correa. En ella no especificó las razones de su salida, y el Ministerio, en un comunicado emitido el 31 de marzo, afirmó que habían pedido la renuncia del director para “iniciar un proceso de transformación administrativa en el interior de esta unidad especial”. El Espectador accedió a tres testimonios cercanos al museo, que pidieron mantener sus identidades anónimas, quienes confirmaron que la noticia fue dada a conocer a través de una reunión virtual extraordinaria, en la que el equipo del museo no obtuvo certezas frente a la situación que viven.
Una de las fuentes consultadas opinó que la decisión del Ministerio fue apresurada y que se tomó para mitigar la avalancha de comentarios y cuestionamientos que inundaron las redes sociales durante el fin de semana pasado.
En el comunicado, esta cartera también aseguró que tanto el Museo Nacional como los museos regionales están operando con normalidad. Sin embargo, esta afirmación tuvo un recibimiento agridulce. “Para el Ministerio de Cultura, que un museo abra y cierre significa que funciona de manera normal. Eso es grave, porque se está desconociendo el potencial de estas instituciones para aportar a las narrativas de la nación y ser un agente de cambio y transformación social. Los museos en las regiones no tienen gente contratada. Hay algunos en los que se está laborando sin contrato, al igual que en el Museo Nacional de Colombia, donde actualmente no hay mediadores que atiendan a los públicos en las salas”.
En días pasados igual se conoció que la Asociación de Amigos del Museo Nacional, la entidad sin ánimo de lucro que apoyaba al museo en la gestión de sus recursos, cesaría actividades al declararse insolvente. Sin embargo, esta fue la punta del iceberg. Las fuentes afirmaron que desde septiembre se sabía que la Asociación no prestaría su apoyo de la misma forma en lo que lo había hecho en el pasado. Las versiones recopiladas por este diario aseveran que uno de los detonantes de ese cese de actividades tiene que ver con líos legales: a través de unas demandas civiles, contratistas alegaron que las exigencias laborales superaban los acuerdos firmados en su contrato de prestación de servicios.
Una de estas fuentes señaló que el entonces director envió una carta de agradecimiento a la Asociación por su gestión durante 35 años. Y eso fue todo. Los problemas comenzaron cuando los avances en un nuevo proceso de licitación para que otra entidad sin ánimo de lucro (Esal) entrara a administrar los recursos del museo, cuyo presupuesto para 2024 es el doble del que le fue asignado en 2023, no se anunciaban. Por ende, cuando los contratos de prestación de servicios que estaban ligados a la Asociación, bajo los cuales trabajaban 120 personas en Bogotá y otras regiones, expiraron en diciembre de 2023, la administración del museo intentó calmar las preocupaciones de su equipo afirmando que tendrían un nuevo contrato ese mismo mes. No obstante, esas palabras se repitieron durante semanas, mientras William López estuvo de vacaciones en enero y dejó encargada a la subdirectora Marisol Arango del proceso de licitación.
Se decía que el 15 de febrero entraría a operar la nueva Esal. Sin embargo, el 14 de febrero la administración comunicó a los trabajadores que hubo complicaciones y que la Secretaría General no había aprobado la licitación. Una de las fuentes reveló que la respuesta de Arango frente a los llamados para agilizar el proceso de licitación y reanudar la contratación fue: “Nadie se muere por 15 días sin contrato”. Esto lo corroboraron las versiones de las otras dos fuentes, quienes contaron que se les ofreció trabajar sin contrato durante 15 días. A otros actores claves para el funcionamiento del museo se les ofreció una nueva orden de servicio que terminó a comienzos de marzo. “El lema del museo durante estos tiempos fue: tengan paciencia”.
Uno de los abogados del museo escribió a los funcionarios que anunciarían la entidad seleccionada el 15 de marzo y que el convenio se debía iniciar entre el 20 y 21. Pero esto no sucedió. Según documentos publicados en la Agencia Nacional de Contratación Pública, el 19 de marzo se adjudicó la licitación a la Fundación Arteria. En el documento resolutivo se lee que a esta entidad le fueron adjudicados $16.211.191.855 millones con el objetivo de “aunar recursos humanos, técnicos, administrativos y financieros para apoyar y fomentar actividades tendientes a la conservación, investigación, renovación y comunicación por medio del cual se difunda el Patrimonio Cultural Colombiano, así como la realización de talleres, eventos y actividades educativas y culturales para fortalecer la participación de la ciudadanía en general en los museos Nacional de Colombia, Juan del Corral, Rafael Núñez, Antonio Nariño, Guillermo León Valencia, Casa Natal General Santander y su parque Grancolombiano, Antón García y Alfonso López”.
Las tres fuentes consultadas coincidieron en que, aunque en un primer momento la licitación la ganó la Fundación Arteria, otro de los proponentes hizo observaciones y descubrieron que en una de las variables de evaluación hubo un error, por lo que el proceso de adjudicación no prosperó. Según las personas que hablaron para este periódico, esta fue una de las razones que impulsaron la salida de López de su cargo. El Ministerio comunicó que se espera que durante las próximas semanas se adjudique dicho proceso.
Además de los problemas administrativos a los que se enfrentó López hacia el final de su gestión, también rondan comentarios en redes sociales con respecto a su dirección y la contratación de museólogos egresados de la maestría que dirigió en la Universidad Nacional. Esa es una de las críticas que una de las fuentes comentó, pues vieron crecer el personal del área de museología, que pasó de estar compuesta por una persona, a tener diez. Según lo que menciona, muchos eran antiguos estudiantes de López. Otros puntos que mencionaron las fuentes involucran los proyectos a los que el exdirector dio más atención y prioridad: la Ley de Museos y el “Museo Archipiélago”. La primera ha sido criticada por asesores por la forma en que se acerca a la interdisciplinariedad en un museo y la estructuración de esta ley. Por otro lado, el proyecto de “Museo Archipiélago” consistía en que los otros siete museos que se incluyeron en la licitación funcionaran como sedes del Museo Nacional en diferentes regiones del país, lo que, de acuerdo con una de las fuentes, implicaba disminuir la autonomía de estas instituciones. Adicionalmente, otra de las críticas frente a la gestión de López tiene que ver con la falta de presentación de exhibiciones temporales durante su dirección.
Durante los meses que la institución ha estado en vilo con respecto a su futuro administrativo poco se ha podido ejecutar del presupuesto asignado, mientras que los funcionarios están a la espera de nuevos contratos con la esperanza de que las respuestas certeras lleguen más temprano que tarde.