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                                                                                                                                Las siete pesadillas cósmicas del “Necronomicón”

                                                                                                                                Presentamos una reseña a propósito de la obra de H.P. Lovecraft, el Necronomicón: una historia en el que se despierta un mundo de pesadillas perturbadoras, contadas en forma de relatos testimoniales.

                                                                                                                                Jefferson Echeverría

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                                                                                                                                Foto: Jhonatan Vera
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

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                                                                                                                                Foto: Jhonatan Vera
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Howard Phillips Lovecraft, fue un escritor estadounidense, autor de relatos y novelas de terror y ciencia ficción.

                                                                                                                                En la primera pesadilla, me vi caminando por una ciudad sin nombre. Las ruinas de lo que antaño parecía un imperio ilustre, ahora se mostraba como una aldea solitaria cubierta de arena. El silencio que escondía sus fachadas se alzaba ante mi vista como una antesala al peligro. Al entrar en una caverna subterránea, la penumbra, entregada a un silencio cómplice, definía un sendero amplio lleno de obstáculos. La oscuridad no era impedimento para reconocer la galería de ataúdes lustrosos donde se escondían cadáveres cuyos rostros y cuerpos eran una mezcla curiosa de reptiles y humanos. La deformidad en sus gestos despertó en mí un instinto de repulsión que se agudizó ampliamente luego de vislumbrar una luz fosforescente que enmarcaba un amplio y extraño precipicio donde, a medida que acercaba mis pasos con determinación, densas corrientes de aire alborotaban una serie de gritos ensordecedores que restallaban en plegarias como si pertenecieran a los reinos lejanos de ultratumba.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                En la tercera pesadilla, me vi guiado por un ser de extraña apariencia que se encaminaba a una Navidad oscura y silenciosa. A diferencia de otros lugares, donde dicha festividad produce una inmensa alegría en la gente, en esta ocasión me sumergí en una lenta procesión de rostros compungidos que dirigían sus pasos a una iglesia blanca. Al entrar, nos desviamos por un costado donde un sendero en espiral nos condujo a una especie de ceremonial. El monje que guiaba el rito pronunciaba con fervor fragmentos del libro maldito, es decir, del Necronomicón, mientras los gestos de expectación deliberada de los demás feligreses insinuaban un placer sombrío. Una pandilla de aves extrañas apareció cuando una luz pálida nos cegó por un momento y la desesperación me había obligado a escapar cuanto antes de aquellas plegarias.

                                                                                                                                La cuarta pesadilla fue breve. La voz de Lovecraft me relataba una cronología exacta del Necronomicón. Desde su origen hasta nuestros días, sus páginas soportaron la censura de mucha gente por el peligro que representaba para el bienestar de la humanidad.

                                                                                                                                La quinta pesadilla me remitió a un pueblo llamado Dunwich. La reputación de una familia, de nombre Whateley, había desatado sucesos escalofriantes. Su hijo, dotado de capacidades extraordinarias, había crecido tanto en intelecto como en corpulencia de forma rápida y precoz. A medida que sus padres le inculcaban secretos del libro maldito, los ruidos provenientes de un cerro que servía como templo donde los sacrificios alborotaban gritos desgarradores de chotacabras, coincidían al mismo tiempo con las desapariciones de vecinos y la destrucción de hogares de manera inexplicable. La obsesión de este heredero del mal por apropiarse de los secretos del libro, lo obligó a cometer actos fratricidas que produjo la indignación y a la vez el horror colectivo de los habitantes del pueblo.

                                                                                                                                H.P. LOVECRAFT | Draw My Life

                                                                                                                                La sexta pesadilla me obligó a encarnar en un estudiante aventajado de matemáticas a quien los delirios constantes lo sumieron en terribles ensoñaciones. La aparición de una bruja acompañada por una bestia diminuta con cuerpo de rata y rostro de hombre barbudo, siempre solían encantarme con hechizos inevitables donde una extraña dimensión delimitada en el techo y en la pared baja de una casa antigua, era el epicentro de todos los males. Lo más curioso era que, al despertar del sueño, me sorprendía la versión que los borrachines del pueblo decía sobre la aparición de tres seres extraños merodeando por los callejones del pueblo: la bruja maligna, la bestia peluda y un tipo en pijama.

                                                                                                                                La última pesadilla me convirtió en un criminal. Aunque no era lo correcto, sobre todo cuando se trataba de mi mejor amigo, lo hice por una razón justa. Mi amigo se había casado con una mujer de extraño carácter, quien tiempo después supe tomó el cuerpo de mi amigo para completar el conjuro impuesto por su padre. Los comportamientos enfermizos de mi amigo y sus cambios repentinos de humor me hicieron sospechar de un poder sobrenatural que estaba poseyendo su alma atormentada y débil. Este ser lo dominaba a tal punto de someterlo a un estado de locura que aumentaba con la desesperación y lo hundía en un cautiverio espiritual que lo iba consumiendo en un desamparo emocional y psíquico.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Al despertar de este embrujo literario, no solamente sentí la perplejidad que todo lector experimenta cuando termina de disfrutar una gran obra, sino también comprendí que leer a H.P. Lovecraft produce pesadillas inexplicables que, al salir de este laberinto contagiado de terror cósmico, es tan hipnótica su prosa que no queda más remedio que seguir leyendo aun asumiendo las consecuencias terribles que pueden derivar por ser el artífice de un género propio, pero a su vez indescifrable. Con las ingeniosas ilustraciones de Jhonatan Vera Quintero, las traducciones de Carolina Abello Onofre y de Santiago Ochoa Cadavid, y el cuidado editorial de Miguel Ángel Nova, Panamericana Editorial presenta en su edición de los relatos imprescindibles para entender algo de ese libro legendario y maldito, producto de un genio del terror cósmico.

                                                                                                                                Por Jefferson Echeverría

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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