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Cuando su madre muere en un ataque aéreo, Mahito, el protagonista de la película animada El niño y la garza, se muda con su tía y madre adoptiva, mientras su interior aún hierve tristeza y desamparo. Pero si vive así, llegará el punto en que la realidad se hará insoportable. En medio de garzas guardianes, pelícanos peligrosos y piedras que rugen, la cinta intenta responder a la pregunta que toda humanidad se ha hecho por siglos: ¿Cómo debemos vivir?
“Por mí se va la ciudad doliente,
por mí se va en el eterno dolor,
por mí se va con la perdida gente.
La justicia movió a mi alto hacedor:
Hízome la divina potestad,
la suma sabiduría y el primer amor”.
“Hízome la divina potestad” es uno de los versos de La Divina Comedia. “Hízome la divina potestad” es Dante recordándose que es hijo de Dios. “Hízome la divina potestad” es el camino de Dante hacia un viaje de transformación hasta llegar al Paraíso, a un lugar donde no existe la maldad ni las imperfecciones y, sobre todo, donde está Beatriz, su eterna amada. “Hízome la divina potestad” es el deseo de trascender más allá de este mundo pecador y doliente, hasta llegar donde solo la perfección y, por ende, la divinidad puede encontrarse.
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“Hízome la divina potestad” también es el verso que está a la entrada de un mundo fantástico que recibe a Mahito en El niño y la garza. Al igual que Dante, Mahito entra a aquel universo en busca de la mujer que es objeto de su amor. Al igual que Dante, se topa con criaturas agobiadas y desarraigadas, condenadas a la hambruna y al océano eterno. Al igual que Dante, Mahito necesita emprender un viaje para descubrir de dónde proviene la divinidad.
Para emprender el viaje, Mahito también tiene su propio Virgilio en forma de garza. En la antigua Roma, la garza era un ave de augurios usada en la adivinación. Su presencia significaba cambio. En Egipto, el dios Bennu era representado como una garza gris y estaba asociado al sol, a la creación, al renacimiento y a la inmortalidad. El folclore japonés la ve como divina, capaz de viajar por entre los tres elementos: tierra, aire y agua, y también es quien guía a Mahito entre el mundo real y el fantástico, tomando como excusa que su madre, la causa de su pérdida y dolor, realmente está viva.
El mundo que recibe a Mahito no dista mucho del infierno de Dante, pues está construido sobre los recuerdos de los muertos. Hay almas en pena que recorren el océano por siempre jamás, hay pelícanos que no pueden escapar y están condenados a alimentarse de almas que aún no han nacido, hay periquitos antropomórficos que comen humanos. En este universo, también se confunden los portentos con la perversidad.
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Con todo, Dante cruza el infierno y el purgatorio para finalmente entrar a la luz, al mundo donde solo existe el bien. El objetivo de Dante es escapar de los defectos que pululan la realidad. En cambio, el viaje de Mahito no es uno de escape, es uno de aceptación.
En efecto, la madre de Mahito, Himi, y Beatriz comparten la perfección como consecuencia de la idealización de Dante y Mahito. Ante la imposibilidad de compartir su vida con ellas, la romantización a la que las sujetan hace de ellas seres inhumanos. Por un lado, Beatriz es quien espera a Dante al final del paraíso. Por otro, Himi controla el fuego, ese mismo que acabó con su vida y obligó a su hijo a vivir con su tía, una mujer que apenas conocía y sería su madre adoptiva. Sin embargo, encontrarse con el objeto de su anhelo tiene efectos distintos. Beatriz es la meta, Himi es un medio por el que Mahito, poco a poco, deja atrás su dolor y acepta el destino que le deparó la muerte de su madre.
De hecho, el título original de la película es “¿Cómo Vives?”, el cual es tomado de una novela de 1937 de Genzaburo Yoshino, que sigue a un niño que comprende cómo funciona el mundo bajo la guía de su tío. En distintas oportunidades, necesita decidir qué tipo de persona quiere ser. Mahito decide dejar atrás su tristeza, transformándola en un recuerdo amoroso y finalmente aceptando que su madre no regresará, pero ese no es el fin.
Es por ello que, cuando se descubre que su tío abuelo es el creador y señor de aquel mundo fantástico, Mahito rechaza quedarse en él como sucesor de su tío. Mahito rechaza quedarse en un mundo fantástico que puede moldear a su propia perspectiva del paraíso y decide luchar por el mundo imperfecto y contradictorio en el que nació. Al volver a la realidad y reunirse con su padre y madre adoptiva, Mahito ha procesado su pérdida y ha aceptado su destino.
“Hízome la divina potestad”, “fecemi la divina potestate”, reza la entrada al mundo fantástico de El niño y la garza. Si la divina potestad creó a Mahito, entonces no necesita de un paraíso externo que lo proteja y esconda. El conflicto entre el impulso de renunciar al mundo y la necesidad de vivir en él –con sus lágrimas, sangre y brevedad insignificante–, se resuelve mediante la mera voluntad.