El oficio de narrar Latinoamérica

A finales de marzo de 2020 se publicó el primer episodio de El hilo, el segundo pódcast de Radio Ambulante Estudios. En ese mismo mes se declaró la pandemia y aunque eso implicó repensarse lo que ya se había planeado meses atrás, el sentimiento y el propósito seguía siendo el mismo: recorrer los territorios latinoamericanos desde sus historias, siempre con rigurosidad y sentido.

A finales de marzo de 2020 se publicó el primer episodio de El hilo, el segundo pódcast de Radio Ambulante Estudios. En ese mismo mes se declaró la pandemia y aunque eso implicó repensarse lo que ya se había planeado meses atrás, el sentimiento y el propósito seguía siendo el mismo: recorrer los territorios latinoamericanos desde sus historias, siempre con rigurosidad y sentido.

“Explicar, contextualizar y profundizar de una manera narrativa y no tan tradicional de un noticiero”, dice Silvia Viñas, productora ejecutiva y presentadora de El hilo, que es la esencia de este proyecto, que resultó una novedad en un mundo periodístico, que parecía no querer alejarse de lo acostumbrado. Las historias se publicarían cada semana, tendría una voz que perteneciera a ese lugar y así harían de su trabajo una posibilidad para trabajar en colectivo y de forma horizontal con otros periodistas, pues ellos ha tenido claro que en este oficio, nada se logra solos.

Viñas, quien lleva casi una década en este ejercicio, reflexionó y se refirió sobre lo que ha significado e implicado narrar Latinoamérica con su voz, sin matices, pero con responsabilidad y plena consciencia de lo que eso puede representar, incluso, hasta para su seguridad.

¿Cómo nace la idea y el concepto de El hilo?

El hilo lo creamos por varias razones. Una de ellas, es que nuestra audiencia nos estaba pidiendo otro pódcast, porque les gustaba Radio Ambulante pero querían escuchar otra cosa. Experimentamos con el formato de hacer episodios en pocos días. El primero fue cuando hubo un terremoto en México, para el que tuvimos que hacer todo en un fin de semana. Nos encantó, disfrutamos la adrenalina y nos dimos cuenta de que podíamos lograrlo, por lo que volvimos a hacerlo cuando hubo unos apagones en Venezuela. Así iniciamos un experimento internamente en Radio Ambulante, del que quizás el oyente no se dio cuenta. En ese momento, Eliecer Budasoff (editor y presentador de El hilo), estaba trabajando en el New York Times en español y hablamos con él para hacer algo como The Daily (formato del periódico estadounidense), pero no teníamos la capacidad de producirlo diario porque eso requería un equipo muy grande; así que optamos por hacerlo semanal y que se enfocara en la noticia más importante de esos días.

Al principio teníamos muchas ideas de nombre. Pensamos que se llamara “Abro hilo”, como se dice en Twitter, pero al final nos decidimos por “El hilo”, haciendo referencia a la idea de profundizar en los temas al igual que cuando alguien hace un hilo en la red social. Pero también tiene que ver con el hilo conductor de los temas, porque es lo que narrativamente nos guía para poder explicar las noticias.

¿Cómo llegan a las historias en el contexto de una región diversa y en la que todos los días suceden cosas?

A veces nos llegan ideas, pero en especial, son nuestras productoras las que están investigando y al pendiente de todo lo que sucede en la región. Tenemos productoras en Chile, Uruguay, Venezuela, entre otras. Ellas no solo se enfocan en sus países, sino en todos los demás. Y al tiempo, nosotros también estamos buscando las historias. Luego, tenemos dos reuniones: primero una ellas a solas, sin Eliezer y sin mí, en el que hablan de los temas potenciales para la semana y al día siguiente nos reunimos todos. Allí nos cuentan sus ideas, que reducimos a una o dos.

Nuestro propósito siempre va a encaminado a qué podemos agregar a la conversación y cómo podemos contar eso a la audiencia latinoamericana, porque si bien hacemos episodios sobre Colombia, que queremos que a los colombianos les sirvan para informarse, también deseamos que le funcione a un ecuatoriano o un peruano, por ejemplo. Para ello, tenemos que hacernos varias preguntas sobre cómo cubrimos las noticias. Por tanto, pensamos en cómo va a cambiar esa historia hasta el viernes de la semana siguiente, que es cuando se publica el episodio. Allí es cuando hablamos con colegas de ese país, o también con expertos, que nos ayudan a determinar si vale la pena, cómo lo podemos abordar y con quiénes podríamos hablar.

¿Cómo se da ese acercamiento con las fuentes, sobre todo, en esos episodios en los que hay historias o temas sensibles? ¿Cree que en esos casos que sea un formato en audio disminuye ese sentimiento de miedo o incomodidad?

Sí, definitivamente el audio ayuda, no solo para El hilo sino para Radio Ambulante en general. La gente se siente más cómoda con solo un micrófono que con una cámara. Pero realmente para nosotros ha sido clave tener una red muy amplia de colegas en todos los países. Por ejemplo, tenemos alguien en nuestro equipo que es parte de la Red Latam de Jóvenes Periodistas, entonces, cuando necesitamos una voz, él pide recomendaciones, u otras personas del equipo, que han trabajo en diferentes medios, también conocen gente que nos ayuda. A veces es muy obvio con quién tenemos que hablar, como la vez que hicimos lo del Tren de Aragua, que nuestra entrevistada fue la periodista que ha escrito y es experta en el tema; sin embargo, hay otras veces que no es tan claro.

Y para acercarse a las personas del cotidiano, en esos lugares donde quizás El hilo no sea conocido… ¿Cómo se ganan su confianza?

Como lo mencionaba, lo que hemos hecho es trabajar con nuestros colegas, que ya tienen esas conexiones y nos ayudan a llegar a esas personas. Con Radio Ambulante hay más tiempo para hacer eso, pero con El hilo, que es semanal, no hay mucho tiempo para generar esa confianza. Entonces, por eso hay que encontrar alguien que sí la tenga y le dé la certeza a las personas de que nosotros vamos a cuidar su historia, lo cual hacemos siempre. De hecho, en semanas pasadas trabajamos con la hija de un hombre que está en peligro de deportación médica en Estados Unidos, y llegamos a ella por una organización que está viendo estos casos, la cual nos sirvió de puente durante todo el proceso. Por ejemplo, ella se había presentado con su nombre completo y nosotros antes de publicar nos preguntamos si realmente la mujer quería que saliera con su apellido, porque eso podría exponer a su papá. Lo hablamos con ella y el contacto que nos la presentó y estaban agradecidos de que hubiésemos sido prudentes y que hiciéramos el cambio. Por eso creo que la reputación que vas construyendo también ayuda.

Muchas veces estos temas que despiertan sentimientos en las audiencias, involucran o exponen delitos y situaciones de gobiernos de turno o de ciertos grupos de la sociedad, quienes puede ejercer estigmatizaciones o ataques, ¿usted o alguien de su equipo ha sido víctima de esto?

Sabemos cuáles son los temas o países en los que se van a generar esas reacciones y quiénes van a hacerlo más, por lo que esperamos cualquier cosa. Por suerte, tenemos dos personas que están monitoreando redes y lo que nos llega. En esos casos, lo único que podemos hacer con el odio, es ignorarlo. No hay otra opción, además de no dejar que afecte nuestro trabajo. Pero en realidad, hemos sido muy afortunados y no es nada lo que hemos pasado. A mí no me han hecho montajes de fotos con mis hijos, como a otros colegas. Tampoco me han dicho que me van a violar o me van a matar, como ha ocurrido.

Ahora, cuando se trata de acusaciones de que algo está mal, evaluamos si vale la pena salir a argumentar cómo nosotros verificamos o encontramos esa información. Pero somos cuidadosos en no dejarnos llevar por el “troleo”, porque sabemos que esa discusión no va a llevar a nada. Esto no es algo que, por suerte, nos pase de forma regular.

Cuando abordan estos temas que pueden generar este tipo de reacciones, ¿la habita el miedo o pasa por su cabeza una idea de autocensura?

Yo estoy en lugar privilegiado, porque yo vivo en Inglaterra, entonces sé que físicamente no pueden llegar a mí. Tendrían que hacer un esfuerzo muy grande, o justo también vivir ahí. De hecho, todos en el equipo estamos en un sitio seguro, a diferencia de algunos de nuestros colegas. Quizás está el miedo de que te bombardeen en redes, pero lo bueno es que puedes no ingresar y listo. Eso es lo que yo hago. Que si sacamos un episodio sobre Bukele, yo lo retuiteo y no me meto más por unos días ni me fijo en las menciones. Simplemente, lo ignoro porque sé lo que me están diciendo, porque no quiero leerlo y necesito cuidar mi salud mental.

Creo que al ser tan privilegiados, en comparación a otros que sí viven en territorios en los que están expuestos, nuestra responsabilidad es no ponerlos a ellos en peligro, si son nuestra fuente. No pedirles algo que los arriesgue y tener mucho cuidado con lo que preguntamos y las conversaciones que entablamos, es fundamental.

¿Qué reflexiona sobre las amenazas que enfrenta hoy la libertad de prensa en Latinoamérica?

Es preocupante y es algo que en El hilo hemos cubierto directamente. Hay varios episodios sobre el estado de la libertad de prensa en la región porque sentimos que es importante que el oyente, el que no es periodista, entienda que esto está pasando, y que, a pesar de que suceda en otro rubro en el que ellos no trabajan, sí les afecta porque van a tener menos información, o solo la que el gobierno quiere, y así no van a poder tomar buenas decisiones. Es lamentable que en nuestros países no se enseñe cómo consumir las noticias y su importancia, así como tampoco a diferenciar la verdad de la mentira.

Uno de los retos que hemos visto es que no hay solo una manera de atacar a los periodistas. Uno cree que solo está la violencia física, como en México, que matan periodistas. Pero no, hay otras formas, que quizá no son tan visibles, como el acoso judicial, que consiste en múltiples demandas, en las solo te sacan plata para que no puedas reportar, porque estás metido en juicio tras juicio, en sistemas corruptos, como le ha pasado a un colega en Perú. Hay muchas formas, en realidad. Con ello, solo puedo admirar profundamente a los periodistas que siguen destapando cosas, a pesar de las condiciones. Los periodistas centroamericanos son un ejemplo de eso. Pero es una dualidad, porque también está la preocupación de lo que les pueda pasar. Deberían tener la posibilidad de hacer su trabajo de forma segura, sin miedo o sin pesar en el exilio, porque cuando se abandona el país, es aceptar que ellos ganaron, que no podrás volver y eso es terrible.

La sociedad tiene que darse cuenta de que no es algo que solo afecte a los periodistas, en quien quizás no confían, porque ese es otro problema, ya no hay confianza en nosotros. Pero esas violaciones nos afectan a todos y por eso hay que ponerles mucha atención.

Hablemos ahora de la experiencia de narrar Latinoamérica desde el audio, en un momento en donde se hace difícil concentrarse y escucharnos los unos a los otros.

Nuestros episodios pasan por dos procesos de edición. Uno es línea por línea, donde estoy yo sola editándolo. Después, que creo yo es el más valioso, llega el trabajo en grupo, donde hay personas que no han escuchado nada del episodio, lo cual es clave porque ellos nos ayudan a saber si se entiende lo que decimos, porque si te confundes: te distraes, tu mente se va y te perdimos. Asimismo, intentamos que el oyente no tenga que hacer matemáticas en su cabeza, por eso hacemos uso de cifras comparativas y creamos otras formas de expresar esa información. Pero también es importante hacer uso de las pausas, los silencios, o la música, porque todo eso va construyendo una narrativa para que te quedes de inicio a fin.

Realmente, la retención de escucha en industria son altos y eso nos indica que estamos haciendo bien nuestro trabajo. No obstante, cada semana nuestro reto es mantener al oyente sin que se aburra. Explicar todo de la manera condensada, sin perder lo importante. Por tanto, el lenguaje también importa. No hay que hacer uso de algo formal o rebuscado. A veces cuando hacemos periodismo queremos sonar como eruditos y se nos olvida que le estamos hablando a todas las audiencias.

¿Este trabajo la ha hecho consciente del poder e importancia de las palabras en su vida cotidiana?

Totalmente. A veces creo que es terrible porque me hace más consciente del tipo de periodismo que consumo y las palabras que usa y sufro porque me preguntó: “¿Por qué lo dijeron así?”, “¿Por qué no lo dice de esta manera más simple y accesible?”… Me he vuelto un poco obsesiva con eso porque pienso en que debemos ser amigables con el oyente y no sonar como un abogado en la corte presentando su caso.

¿Qué visión, idea o prejuicio que tenía sobre Latinoamérica ha cambiado desde que la está narrando e investigando?

Los países son muy diferentes; sin embargo, los retos que tenemos son muy transversales. Por ejemplo, la corrupción, que si bien hay países que tienen menos, si la hay. O también como el narcotráfico, que se está esparciendo por toda la región y está cambiando su estrategia o lo que vemos de ciudadanos migrando a otros países. Y al ver que alguien de una nación se interesa por una historia que no es de la suya, compruebas que estamos conectados. Te das cuenta de que hay un interés por saber qué está pasando y cómo nos sentimos. Cuando sacamos un episodio sobre cierto tema, nos llegan mensajes de otros lugares diciendo que están viviendo una situación igual y que debemos cubrirla. En parte, eso ha sido lindo, pues descubrimos que no estamos solos en nuestros desafíos y que somos más parecidos de lo que podríamos imaginar.

¿Qué historia le falta o le gustaría contar?

Estoy en un momento en el que me quiero sentar y explorar varias historias. Algo que me interesa mucho es entender el cambio climático desde una perspectiva que no sea tan apocalíptica y en la que nos demos por vencidos, sino que hablemos de soluciones. Sé que ahora se viene la COP16 en Cali, entonces sé que aquí están mucho en eso y me interesa ese contexto. También quiero entender cómo los partidos políticos están llegando a los jóvenes por TikTok. Me parece un gran tema del que no se habla tanto, pero hay una serie de estrategias que se están usando y una ola de desinformación en la que se está apelando a varones, especialmente, de 14 y 15 años, que no pueden votar, pero que ya empiezan a crear una base política. Eso es algo que vimos en Argentina con Milei y que me gustaría ver cómo se está dando en otros países, porque sé que los jóvenes tienen tanta información, que les llega por todos lados, y la manera que consumen las noticias es tan diferente a la nuestra, por lo que también me interesa conocerlos porque son nuestra próxima audiencia… Ojalá nos empiecen a escuchar en unos años.