"El padrino", por siempre un clásico
La cinta, basada en la novela del mismo nombre, de Mario Puzo, fue dirigida por Francis Ford Coppola y estrenada en 1972.
Karen Rodríguez Rojas/ @KarenRRodriguez
A Francis Ford Coppola se le empezó a reconocer por el guion que adaptó en compañía de Mario Puzo, autor de la novela El padrino. Juntos crearon toda una cosmogonía alrededor de una familia que estaba involucrada con la mafia y la muerte, donde la lealtad era el valor más importante. En esta historia no hay ganadores o perdedores, cada personaje tiene una vida marcada por el honor y el destino. Son seres complejos, con sueños, ambiciones, alegrías y tristezas, el retrato más honesto de lo que es un ser humano.
La interpretación de Marlon Brando en el papel principal, don Vito Corleone, jefe de la familia italoamericana; la de Al Pacino como Michael Corleone, el hijo que tomaría las riendas del negocio al retiro de su padre; la del recordado James Caan como Santino Sonny Corleone o la de Robert Duvall como Tom Hagen, el fiel escudero del Padrino, marcaron el éxito de una cinta que fue rodada con apenas seis millones de dólares y que en el primer fin de semana de su estreno, 15 de marzo de 1972, recaudó, sólo en Estados Unidos, 30 millones de dólares.
El último día del rodaje, Coppola dijo: “Tengo tres reglas básicas como realizador: empezar con un guion acabado, trabajar solo con gente de total confianza y rodar de manera que la productora no pueda cambiarte nada. No he conseguido ninguna de las tres”.
Coppola realmente consiguió mucho más que eso: hizo del cine todo un escenario teatral en el que la miseria, la grandeza, el capitalismo, la solidaridad, los conflictos raciales, la creencia en Dios, la política, la corrupción y la rendición convergían en un mismo espacio. Él fue capaz de revelar en la gran pantalla el origen de ese hombre migrante de Sicilia que llegó a Estados Unidos en plena crisis económica. Habló directamente de la forma en que tuvo que buscarse la vida –esto se ve en la continuación de la primera cinta, El padrino II (1974)– y cómo años después de su llegada logró consolidar toda una dinastía que protegiera el negocio familiar. En cada película devela la historia de las cinco familias mafiosas de Nueva York.
En 1990 llegó a las salas El padrino III, para completar la historia de Michael Corleone. Así se desarrolló una trilogía de más de ocho horas de duración, en la que el enfrentamiento entre las familias por el poder y el control es una constante, pero el tema principal es cómo un hombre no puede luchar contra lo que es y anhela la rendición aunque se niegue a ella.
Escenas imborrables como la cabeza del caballo entre las sábanas o la muerte de Sonny se han convertido en un símbolo que referencia directamente a El padrino, así intenten ser replicadas en otras producciones. Además, frases como “un hombre que no dedica tiempo para su familia nunca será un hombre de verdad” y “las mujeres y los niños pueden ser imprudentes, pero los hombres no”, han hecho de esta producción un hito en la historia. Porque nadie que la haya visto puede olvidarla.
Lo mismo ocurre con Francis Ford Coppola. Decir su nombre es referenciarlo directamente con El padrino, porque tanto la película como el director fueron un riesgo para la productora Paramount. Él era un hombre joven y casi desconocido en Hollywood, que había sido apadrinado por Roger Comarn y ganado un Óscar por colaborar en el guion de Patton. Pero sus raíces italianas fueron la basa para que la película fuera una fiel copia de lo que es la cultura italiana que vive en Norteamérica. Incluso, él mismo exigió la inclusión de Marlon Brando para el papel de Vito Corleone.
El éxito de esta cinta se resume en su guion, calidad interpretativa, fotografía y banda sonora (compuesta por Nino Rota y Carmine Coppola), por lo que fue merecedora de nueve premios Óscar. La primera parte ganó tres premios de once nominaciones (a mejor película, mejor actor para Marlon Brando y mejor guion adaptado). La segunda entrega ganó seis de once candidaturas (mejor película, mejor director para Coppola, mejor actor de reparto para Robert De Niro, mejor guion adaptado, mejor banda sonora y mejor dirección artística). Sin embargo, la tercera no obtuvo la misma repercusión en el público: solo fue nominada a siete Óscar.
Lo que hay que saber de esta producción, se ha dicho cientos de veces. Es como si las palabras sobraran en el momento de referenciar una de las cintas más importantes de los 70. Lo que se debería decir es: véala, una y otra vez. Déjese maravillar por el mundo de la familia Corleone.
A Francis Ford Coppola se le empezó a reconocer por el guion que adaptó en compañía de Mario Puzo, autor de la novela El padrino. Juntos crearon toda una cosmogonía alrededor de una familia que estaba involucrada con la mafia y la muerte, donde la lealtad era el valor más importante. En esta historia no hay ganadores o perdedores, cada personaje tiene una vida marcada por el honor y el destino. Son seres complejos, con sueños, ambiciones, alegrías y tristezas, el retrato más honesto de lo que es un ser humano.
La interpretación de Marlon Brando en el papel principal, don Vito Corleone, jefe de la familia italoamericana; la de Al Pacino como Michael Corleone, el hijo que tomaría las riendas del negocio al retiro de su padre; la del recordado James Caan como Santino Sonny Corleone o la de Robert Duvall como Tom Hagen, el fiel escudero del Padrino, marcaron el éxito de una cinta que fue rodada con apenas seis millones de dólares y que en el primer fin de semana de su estreno, 15 de marzo de 1972, recaudó, sólo en Estados Unidos, 30 millones de dólares.
El último día del rodaje, Coppola dijo: “Tengo tres reglas básicas como realizador: empezar con un guion acabado, trabajar solo con gente de total confianza y rodar de manera que la productora no pueda cambiarte nada. No he conseguido ninguna de las tres”.
Coppola realmente consiguió mucho más que eso: hizo del cine todo un escenario teatral en el que la miseria, la grandeza, el capitalismo, la solidaridad, los conflictos raciales, la creencia en Dios, la política, la corrupción y la rendición convergían en un mismo espacio. Él fue capaz de revelar en la gran pantalla el origen de ese hombre migrante de Sicilia que llegó a Estados Unidos en plena crisis económica. Habló directamente de la forma en que tuvo que buscarse la vida –esto se ve en la continuación de la primera cinta, El padrino II (1974)– y cómo años después de su llegada logró consolidar toda una dinastía que protegiera el negocio familiar. En cada película devela la historia de las cinco familias mafiosas de Nueva York.
En 1990 llegó a las salas El padrino III, para completar la historia de Michael Corleone. Así se desarrolló una trilogía de más de ocho horas de duración, en la que el enfrentamiento entre las familias por el poder y el control es una constante, pero el tema principal es cómo un hombre no puede luchar contra lo que es y anhela la rendición aunque se niegue a ella.
Escenas imborrables como la cabeza del caballo entre las sábanas o la muerte de Sonny se han convertido en un símbolo que referencia directamente a El padrino, así intenten ser replicadas en otras producciones. Además, frases como “un hombre que no dedica tiempo para su familia nunca será un hombre de verdad” y “las mujeres y los niños pueden ser imprudentes, pero los hombres no”, han hecho de esta producción un hito en la historia. Porque nadie que la haya visto puede olvidarla.
Lo mismo ocurre con Francis Ford Coppola. Decir su nombre es referenciarlo directamente con El padrino, porque tanto la película como el director fueron un riesgo para la productora Paramount. Él era un hombre joven y casi desconocido en Hollywood, que había sido apadrinado por Roger Comarn y ganado un Óscar por colaborar en el guion de Patton. Pero sus raíces italianas fueron la basa para que la película fuera una fiel copia de lo que es la cultura italiana que vive en Norteamérica. Incluso, él mismo exigió la inclusión de Marlon Brando para el papel de Vito Corleone.
El éxito de esta cinta se resume en su guion, calidad interpretativa, fotografía y banda sonora (compuesta por Nino Rota y Carmine Coppola), por lo que fue merecedora de nueve premios Óscar. La primera parte ganó tres premios de once nominaciones (a mejor película, mejor actor para Marlon Brando y mejor guion adaptado). La segunda entrega ganó seis de once candidaturas (mejor película, mejor director para Coppola, mejor actor de reparto para Robert De Niro, mejor guion adaptado, mejor banda sonora y mejor dirección artística). Sin embargo, la tercera no obtuvo la misma repercusión en el público: solo fue nominada a siete Óscar.
Lo que hay que saber de esta producción, se ha dicho cientos de veces. Es como si las palabras sobraran en el momento de referenciar una de las cintas más importantes de los 70. Lo que se debería decir es: véala, una y otra vez. Déjese maravillar por el mundo de la familia Corleone.