‘El Padrino’ y su pasado
‘Seis tumbas en Munich’ es la novela del género negro escrita por Mario Puzo antes de su obra más célebre. Esta historia por primera vez editada y en español.
Angélica Gallón Salazar
Mario Puzo solía sentarse a la mesa a dos cosas: hacer apuestas y escribir. Casado y con cinco hijos, el destino del escritor ítalo-estadounidense estuvo ligado indefectiblemente a las novelas, que creaba por vocación, y a su adicción al juego.
Cuando era nadie, cuando no era más que el hijo de un ferroviario y una emigrante napolitana nacido en el barrio Hell's Kitchen, de Nueva York, Puzo sobrevivía escribiendo relatos de ‘pulp fiction’, ese género popular, por entonces despreciado, que entregaba por fascículos al gran público historietas del crimen y sus perseguidores.
Mientras probaba suerte en casinos de Las Vegas y Atlantic City, firmaba sus aventuras negras con el seudónimo de Mario Cleri, apellido que raptó del segundo marido de su madre, “Clericuzio”. También, se ganaba la vida editando revistas pornográficas, o como sugieren sus biografías, “revistas dirigidas a públicos eminentemente masculinos”.
Pero con ruleta o con pluma, a Puzo el dinero parecía siempre escapársele de las manos. A pesar de que siempre las consideró como sus mejores obras y les auguró buena crítica, sus primeras novelas, La arena oscura (1955), El peregrino afortunado (1965) y Seis tumbas en Munich (1967) no lo hicieron rico, no le dieron fama, pero sobre todo quedaron en el olvido después de que escribiera, en 1969, su celebrada novela El Padrino.
Hoy, después de 40 años de que se publicara por primera vez una novela que trataba el álgido tema de la mafia en Estados Unidos, y 10 años después de que Mario Puzo muriera a los 79 por un paro cardiaco, Ediciones B ha sacado de las cenizas una de esas primeras obras, una de esas novelas imperdurables que se desvanecieron en fascículos de periódicos que Puzo nunca supo si alguien coleccionó.
“La obsesión de Mario Puzo fue siempre ser un autor de éxito y que la literatura le diera mucho dinero. Cuando obtuvo relevancia gracias a El Padrino, se esforzó en potenciarlo y no miró atrás. La escritura de novelas ‘pulp’ durante mucho tiempo le dio de comer, pero él consideraba que eran novelas pasajeras. Creo que se alegraría mucho de ver ahora Seis tumbas en Munich reeditada y traducida a tantos idiomas”, comenta Lucía Luengo, editora española responsable de que “esta historia criminal movida por la venganza” llegue a las librerías de toda Hispanoamérica.
“Es la novela que los herederos de Puzo han querido sacar a la luz para dar a conocer su faceta de escritor antes de la fama, de narrador de un género que en su tiempo fue desdeñado, pero que dio lugar a las mejores plumas de la novela negra del siglo XX”, complementa Luengo, quien confiesa que ese fue uno de los manuscritos más calientes de la Feria del Libro de Londres 2008 y que consiguió después de largas negociaciones.
Seis tumbas en Munich es hija de la experiencia que el escritor, referente del género de gánsters y mafiosos, tuvo durante la Segunda Guerra Mundial y justamente se sitúa en una Alemania arrasada, con mujeres viudas y jóvenes que parecen ancianos desolados a finales de 1945.
Su protagonista, Mike Rogan, es un militar norteamericano, ávido descifrador de códigos secretos, que cae junto a su esposa Christine, durante el desembarco de Normandía, en las manos de la Gestapo. Haciendo gala de su género, en esta novela, ágil y efectiva, en donde más que personajes lo que importa es la acción, 174 páginas y pocas horas bastan para ver cómo Rogan después de torturas indecibles regresa para cobrar justa venganza.
“¿Sabes que has mandado a cincuenta soldados americanos al hospital con enfermedades venéreas? Has causado más estragos que un regimiento nazi. Bien, dime: ¿has mantenido relaciones con soldados en alguna otra parte?”, cuenta Puzo con ese lenguaje escueto y visceral que atraviesa toda su novela en su página 59. “El médico alemán tradujo. Rosaline se acodó en la cama, cubriendo pudorosamente los pechos con el otro brazo y preguntó muy seria: ¿Entonces no era un sueño?... Quiero ir con mi madre, quiero volver a casa. Quiero volver a Bublinghausen. Cuatro días después la ingresaban en el manicomio de Nordsee”.
“Esta obra es fundamental para conocer a Mario Puzo en sus inicios como escritor, fundamental para complementar a un escritor que como la mayoría de narradores del crimen tuvo que involucrarse de una u otra manera en la literatura ‘pulp’”, asegura el escritor Juan Madrid, gran conocedor de la obra del norteamericano y uno de los que presentaron oficialmente el libro en España.
Mario Puzo nunca hubiera imaginado que de su pasado, ese tormentoso de deudas y hambrunas, saliera una novela de tapa dura y gráfica de cómic a conquistar las librerías mundiales. Nunca lo hubiera imaginado porque acosado como vivía por sus deslices en las apuestas, pronto tenía que dejar un proyecto para buscar sobrevivir en otro. Pero fue en ese intento constante de girar su destino, de ganarle por una vez a su suerte, que dos años después de terminar la entrega de Seis tumbas en Munich, una deuda de más de 100.000 dólares con corredores y prestamistas lo obligaría a aventurarse a escribir un ‘best seller’, una novela que pudiera vender a algún agente que lo sacara del apuro. Un intento desprevenido que daría origen a Vito Corleone y a toda su mítica y trágica familia narrada en El Padrino.
Después de la tormenta, otra tormenta
Nadie sabe a ciencia cierta qué quiere decir, ni de dónde viene, la palabra mafia. El experto en novela negra y profesor universitario Miguel Mendoza asegura que “puede ser la sigla de la frase Muerte a la Francia, Italia Anela, usada tradicionalmente en ese país”, sin embargo, hay textos que señalan que, en realidad, en EE.UU. se hizo popular debido a un informe que el comité Kefauver presentó en 1951, en el que un grupo de congresistas de Tennessee se referían así para nombrar al crimen organizado.
Pero, significara lo que significara, en 1969 esta era una palabra que la Liga Italoestadounidense de Derechos Civiles estaba decidida a desaparecer legalmente del diccionario y convertir en sinónimo de persecución de los intereses de italianos en territorio americano. Mientras esto sucedía, el desesperado Puzo se acercaba a la oficina de Paramount Pictures para ofrecer un manuscrito de 50 páginas que contenía una novedosa historia titulada… Mafia.
El periodista Mark Seal, en su reportaje “Nada personal”, publicado recientemente en la revista Vanity Fair, asegura que Puzo recibió 12.500 dólares como adelanto por su texto —justo lo que necesitaba para saldar las deudas— y pactó que si la sinopsis se hacía libro, recibiría 75.000 dólares. Barato resultó el pago de una novela que unos meses después, por iniciativa del propio Puzo, sería rebautizada como El Padrino y que duró 67 semanas en los rankings de los libros más vendidos.
“Esta fue la primera novela en retratar el mundo de la mafia y a sus protagonistas. Mario Puzo demostró su maestría a la hora de jugar con las ambigüedades morales: sus protagonistas son criminales, pero también gente de honor, con profundos afectos familiares, y el espectador inevitablemente empatiza con ellos. La frontera entre el bien y el mal se desdibuja, para reducirse a un genial retrato de seres humanos”, asegura Lucía Luengo, quien también ha estado encargada de la reedición de El Padrino para celebrar sus cuatro décadas.
“La importancia de El Padrino, aunque también podría ser literaria por su magistral construcción de personajes, se sitúa sobre todo en el efecto que tiene sobre la cultura, que hace que incluso los mafiosos empiecen a comportarse como los personajes de Puzo, como esa ficción que ellos mismos habían inspirado”, asegura por su parte el experto en literatura negra Miguel Mendoza.
Después del éxito que tuvo el ingenuo manuscrito, Francis Ford Coppola y Puzo se sentaron a construir un guión. Para entonces la mafia, al principio escandalizada con el proyecto, dio su visto bueno: “La mafia respaldó públicamente la película y sus miembros empezaron a participar en ella, no sólo en papeles secundarios, sino lo mas importante, dejando que los protagonistas se inspiraran en ellos”, cuenta el periodista Seal en su investigación.
Puzo gozó de una fama insospechada, dejó su suerte de jugador y mal perdedor y se convirtió en guionista de películas como Terremoto y Supermán y luego, sin contar con el advenimiento de la muerte, empezó una novela que narraría los inicios de esa mafia desde los años de los Borgia, la cual sería publicada póstumamente.
Han pasado 40 años desde que Puzo saltó a la fama, pero aún frases como las que pronunciaron Don Vito Corleone —“¿Pasas tiempo con tu familia? Bien, porque un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser considerado un hombre de verdad”— o Michael Corleone —“Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera”— parecen permanecer, por alguna razón, completamente vigentes.
Mario Puzo solía sentarse a la mesa a dos cosas: hacer apuestas y escribir. Casado y con cinco hijos, el destino del escritor ítalo-estadounidense estuvo ligado indefectiblemente a las novelas, que creaba por vocación, y a su adicción al juego.
Cuando era nadie, cuando no era más que el hijo de un ferroviario y una emigrante napolitana nacido en el barrio Hell's Kitchen, de Nueva York, Puzo sobrevivía escribiendo relatos de ‘pulp fiction’, ese género popular, por entonces despreciado, que entregaba por fascículos al gran público historietas del crimen y sus perseguidores.
Mientras probaba suerte en casinos de Las Vegas y Atlantic City, firmaba sus aventuras negras con el seudónimo de Mario Cleri, apellido que raptó del segundo marido de su madre, “Clericuzio”. También, se ganaba la vida editando revistas pornográficas, o como sugieren sus biografías, “revistas dirigidas a públicos eminentemente masculinos”.
Pero con ruleta o con pluma, a Puzo el dinero parecía siempre escapársele de las manos. A pesar de que siempre las consideró como sus mejores obras y les auguró buena crítica, sus primeras novelas, La arena oscura (1955), El peregrino afortunado (1965) y Seis tumbas en Munich (1967) no lo hicieron rico, no le dieron fama, pero sobre todo quedaron en el olvido después de que escribiera, en 1969, su celebrada novela El Padrino.
Hoy, después de 40 años de que se publicara por primera vez una novela que trataba el álgido tema de la mafia en Estados Unidos, y 10 años después de que Mario Puzo muriera a los 79 por un paro cardiaco, Ediciones B ha sacado de las cenizas una de esas primeras obras, una de esas novelas imperdurables que se desvanecieron en fascículos de periódicos que Puzo nunca supo si alguien coleccionó.
“La obsesión de Mario Puzo fue siempre ser un autor de éxito y que la literatura le diera mucho dinero. Cuando obtuvo relevancia gracias a El Padrino, se esforzó en potenciarlo y no miró atrás. La escritura de novelas ‘pulp’ durante mucho tiempo le dio de comer, pero él consideraba que eran novelas pasajeras. Creo que se alegraría mucho de ver ahora Seis tumbas en Munich reeditada y traducida a tantos idiomas”, comenta Lucía Luengo, editora española responsable de que “esta historia criminal movida por la venganza” llegue a las librerías de toda Hispanoamérica.
“Es la novela que los herederos de Puzo han querido sacar a la luz para dar a conocer su faceta de escritor antes de la fama, de narrador de un género que en su tiempo fue desdeñado, pero que dio lugar a las mejores plumas de la novela negra del siglo XX”, complementa Luengo, quien confiesa que ese fue uno de los manuscritos más calientes de la Feria del Libro de Londres 2008 y que consiguió después de largas negociaciones.
Seis tumbas en Munich es hija de la experiencia que el escritor, referente del género de gánsters y mafiosos, tuvo durante la Segunda Guerra Mundial y justamente se sitúa en una Alemania arrasada, con mujeres viudas y jóvenes que parecen ancianos desolados a finales de 1945.
Su protagonista, Mike Rogan, es un militar norteamericano, ávido descifrador de códigos secretos, que cae junto a su esposa Christine, durante el desembarco de Normandía, en las manos de la Gestapo. Haciendo gala de su género, en esta novela, ágil y efectiva, en donde más que personajes lo que importa es la acción, 174 páginas y pocas horas bastan para ver cómo Rogan después de torturas indecibles regresa para cobrar justa venganza.
“¿Sabes que has mandado a cincuenta soldados americanos al hospital con enfermedades venéreas? Has causado más estragos que un regimiento nazi. Bien, dime: ¿has mantenido relaciones con soldados en alguna otra parte?”, cuenta Puzo con ese lenguaje escueto y visceral que atraviesa toda su novela en su página 59. “El médico alemán tradujo. Rosaline se acodó en la cama, cubriendo pudorosamente los pechos con el otro brazo y preguntó muy seria: ¿Entonces no era un sueño?... Quiero ir con mi madre, quiero volver a casa. Quiero volver a Bublinghausen. Cuatro días después la ingresaban en el manicomio de Nordsee”.
“Esta obra es fundamental para conocer a Mario Puzo en sus inicios como escritor, fundamental para complementar a un escritor que como la mayoría de narradores del crimen tuvo que involucrarse de una u otra manera en la literatura ‘pulp’”, asegura el escritor Juan Madrid, gran conocedor de la obra del norteamericano y uno de los que presentaron oficialmente el libro en España.
Mario Puzo nunca hubiera imaginado que de su pasado, ese tormentoso de deudas y hambrunas, saliera una novela de tapa dura y gráfica de cómic a conquistar las librerías mundiales. Nunca lo hubiera imaginado porque acosado como vivía por sus deslices en las apuestas, pronto tenía que dejar un proyecto para buscar sobrevivir en otro. Pero fue en ese intento constante de girar su destino, de ganarle por una vez a su suerte, que dos años después de terminar la entrega de Seis tumbas en Munich, una deuda de más de 100.000 dólares con corredores y prestamistas lo obligaría a aventurarse a escribir un ‘best seller’, una novela que pudiera vender a algún agente que lo sacara del apuro. Un intento desprevenido que daría origen a Vito Corleone y a toda su mítica y trágica familia narrada en El Padrino.
Después de la tormenta, otra tormenta
Nadie sabe a ciencia cierta qué quiere decir, ni de dónde viene, la palabra mafia. El experto en novela negra y profesor universitario Miguel Mendoza asegura que “puede ser la sigla de la frase Muerte a la Francia, Italia Anela, usada tradicionalmente en ese país”, sin embargo, hay textos que señalan que, en realidad, en EE.UU. se hizo popular debido a un informe que el comité Kefauver presentó en 1951, en el que un grupo de congresistas de Tennessee se referían así para nombrar al crimen organizado.
Pero, significara lo que significara, en 1969 esta era una palabra que la Liga Italoestadounidense de Derechos Civiles estaba decidida a desaparecer legalmente del diccionario y convertir en sinónimo de persecución de los intereses de italianos en territorio americano. Mientras esto sucedía, el desesperado Puzo se acercaba a la oficina de Paramount Pictures para ofrecer un manuscrito de 50 páginas que contenía una novedosa historia titulada… Mafia.
El periodista Mark Seal, en su reportaje “Nada personal”, publicado recientemente en la revista Vanity Fair, asegura que Puzo recibió 12.500 dólares como adelanto por su texto —justo lo que necesitaba para saldar las deudas— y pactó que si la sinopsis se hacía libro, recibiría 75.000 dólares. Barato resultó el pago de una novela que unos meses después, por iniciativa del propio Puzo, sería rebautizada como El Padrino y que duró 67 semanas en los rankings de los libros más vendidos.
“Esta fue la primera novela en retratar el mundo de la mafia y a sus protagonistas. Mario Puzo demostró su maestría a la hora de jugar con las ambigüedades morales: sus protagonistas son criminales, pero también gente de honor, con profundos afectos familiares, y el espectador inevitablemente empatiza con ellos. La frontera entre el bien y el mal se desdibuja, para reducirse a un genial retrato de seres humanos”, asegura Lucía Luengo, quien también ha estado encargada de la reedición de El Padrino para celebrar sus cuatro décadas.
“La importancia de El Padrino, aunque también podría ser literaria por su magistral construcción de personajes, se sitúa sobre todo en el efecto que tiene sobre la cultura, que hace que incluso los mafiosos empiecen a comportarse como los personajes de Puzo, como esa ficción que ellos mismos habían inspirado”, asegura por su parte el experto en literatura negra Miguel Mendoza.
Después del éxito que tuvo el ingenuo manuscrito, Francis Ford Coppola y Puzo se sentaron a construir un guión. Para entonces la mafia, al principio escandalizada con el proyecto, dio su visto bueno: “La mafia respaldó públicamente la película y sus miembros empezaron a participar en ella, no sólo en papeles secundarios, sino lo mas importante, dejando que los protagonistas se inspiraran en ellos”, cuenta el periodista Seal en su investigación.
Puzo gozó de una fama insospechada, dejó su suerte de jugador y mal perdedor y se convirtió en guionista de películas como Terremoto y Supermán y luego, sin contar con el advenimiento de la muerte, empezó una novela que narraría los inicios de esa mafia desde los años de los Borgia, la cual sería publicada póstumamente.
Han pasado 40 años desde que Puzo saltó a la fama, pero aún frases como las que pronunciaron Don Vito Corleone —“¿Pasas tiempo con tu familia? Bien, porque un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser considerado un hombre de verdad”— o Michael Corleone —“Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera”— parecen permanecer, por alguna razón, completamente vigentes.