El pescador (ensayo fotográfico)
Historias de agua escritas con la luz.
Linda Esperanza Aragón
Pescar tal vez sea conservar la esperanza viva al tiempo que se desea atrapar lo esquivo. Las historias que se pasean por la mente, el silencio y la soledad son imprescindibles: fortifican la sobriedad.
Paciencia, paciencia. Admirable paciencia. El pescador a veces deja que se desborden sus monólogos cotidianos. Quizá sus nostalgias harán que se olvide por un rato del ruido de la rutina. O quizá deje sus penas secándose al sol. De pronto sus alegrías bailen con el paisaje.
La red no solo recoge pescados, también comprende los silencios y monólogos del pescador. Suspendida en el aire, es más imponente que el hombre, pero es su cómplice, su honesta compañera.
La espera trae agotamiento y ganas de regresar a casa, al pueblo, para cocinar o vender el fruto de las largas horas en que los ojos se aferraron al agua.
Cuando la faena no es provechosa, el pescador regresa a la orilla diciendo “Traje cansancio”.
Pescar tal vez sea conservar la esperanza viva al tiempo que se desea atrapar lo esquivo. Las historias que se pasean por la mente, el silencio y la soledad son imprescindibles: fortifican la sobriedad.
Paciencia, paciencia. Admirable paciencia. El pescador a veces deja que se desborden sus monólogos cotidianos. Quizá sus nostalgias harán que se olvide por un rato del ruido de la rutina. O quizá deje sus penas secándose al sol. De pronto sus alegrías bailen con el paisaje.
La red no solo recoge pescados, también comprende los silencios y monólogos del pescador. Suspendida en el aire, es más imponente que el hombre, pero es su cómplice, su honesta compañera.
La espera trae agotamiento y ganas de regresar a casa, al pueblo, para cocinar o vender el fruto de las largas horas en que los ojos se aferraron al agua.
Cuando la faena no es provechosa, el pescador regresa a la orilla diciendo “Traje cansancio”.