El reconocimiento tardío de la pionera del abstraccionismo
El 21 de octubre de 1944 la artista sueca Hilma af Klint dio su último respiro. Muy poco se supo de su obra en vida y sus pinturas quedaron escondidas por un periodo mínimo de 20 años depués de su muerte. Así pidió que se hiciera en su testamento, pues estaba convencida de que el mundo no estaba listo para apreciar sus pinturas.
Andrea Jaramillo Caro
Precedió a Vassily Kandinski y Piet Mondrian en crear pinturas no figurativas ni representativas, pero el mundo del arte no lo supo hasta varios años después de su fallecimiemto. Colores vibrantes, letras, signos de zodiaco y figuras geométricas componen la obra de af Klint. Desde 1906, ninguna de ellas representa algo material o de nuestro mundo, por lo que sus pinturas son consideradas como las primeras obras abstractas.
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Precedió a Vassily Kandinski y Piet Mondrian en crear pinturas no figurativas ni representativas, pero el mundo del arte no lo supo hasta varios años después de su fallecimiemto. Colores vibrantes, letras, signos de zodiaco y figuras geométricas componen la obra de af Klint. Desde 1906, ninguna de ellas representa algo material o de nuestro mundo, por lo que sus pinturas son consideradas como las primeras obras abstractas.
Hilma af Klint creó, en silencio, un estilo artístico cuyo origen fue atribuido hasta hace poco al pintor Vassily Kandinski como el pionero del arte abstracto por sus obras de 1911. La vida de la sueca se vio marcada por un profundo interés en la espiritualidad y el ocultismo, sin embargo, sus orígenes estuvieron lejos de este mundo y del arte.
Nació el 26 de octubre de 1862, en el Palacio Kalberg. La mayor parte de su infancia la vivió allí, en la academia naval donde su padre estaba estacionado. Su interés por la naturaleza y la belleza lo desarrolló durante sus veranos en la casa familiar en la isla de Adëlso. Luego de mudarse a Estocolmo con su familia en 1872, asistió a la escuela general para niñas y posteriormente, en 1880, a la escuela técnica, hoy conocida como Kontsfact, donde estudió retrato clásico y comenzó su largo camino de aprendizaje sobre el ocultismo luego de la muerte de su hermana menor, Hermina.
Gracias a que el sistema educativo y social sueco permitía que las mujeres accedieran al estudio superior y se valieran de su arte, af Klint estudió en la Real Academia de Bellas Artes desde 1882, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en lograr matricularse en la institución. Allí pasó los próximos cinco años aprendiendo pintura figurativa. Sus primeras obras muestran retratos y paisajes. En 1887 se graduó con honores de la academia por lo que le concedieron un estudio en el ‘Edificio Atelier’. Su obra le permitió independizarse en términos financieros.
Desde la muerte de su hermana comenzó a asistir a sesiones de espiritismo e involucrarse en diferentes expresiones de espiritualidad. Mientras trabajaba en Estocolmo se unió a la Sociedad Teosófica, poco después de su creación en 1889, que se basaba en la idea de una hermandad humana universal sin distinción de raza, sexo o credo. Aquí se impulsaba el estudio de religión, filosofía y ciencia. Sin embargo, esto no bastó para af Klint y abandonó la Sociedad Edlweiss con otras cuatro artistas. Poco después fundo el ‘Grupo del Viernes’, también conocido como ‘Las Cinco’.
Se reunían cada viernes para reuniones espirituales en las que rezaban, estudiaban el Nuevo Testamento y meditaban. Fue en este ambiente en el que Hilma af Klint comenzó a desarrollar su estilo característico, convirtiéndose en pionera de la historia del arte.
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Hacia 1904 su obra cambió radicalmente. ‘Las Cinco’ utilizaban la técnica de dibujo y escritura automática mucho antes de que lo hicieran los surrealistas, en una de sus sesiones la artista afirma haber escuchado una voz que le hizo una comisión muy particular. Esta voz pertenecía a unos seres con los que aseguraron haber hecho contacto y a quienes llamaron los ‘Grandes Maestros’. Estos, según el relato, pidieron a af Klint que realizara pinturas en el plano astral con ayuda de un guía espiritual al que denominó Amaliel. Así comenzó la creación de una serie de pinturas que, para 1915, sumaban 193 obras.
‘Pinturas del templo’ fue el nombre que le dio a sus primeras producciones abstractas. Af Klint plasmaba sus sentimientos. El primer grupo de obras se llamó ‘Caos primordial’ y lo compuso con 26 diferentes imágenes que vagamente recuerdan un paisaje. De ahí su obra comenzó a evolucionar entre figuras geométricas, espirales y más. ‘Pinturas del templo’ se desarrolló hasta 1915 con algunas pausas en el camino del proyecto de af Klint. La artista esperaba exponer estas pinturas en un templo que tuviera escaleras en espiral para que, mientras subían los espectadores, apreciaran las pinturas a medida que la escalera los fuese llevando a los cielos, un proyecto que nunca llegó a realizarse.
Estas y sus obras posteriores solo las vieron un selecto grupo de personas mientas la sueca seguía con vida. Mientras que otros publicaban manifiestos sobre el arte abstracto, Hilma af Klint se mantuvo alejada de la influencia de este y otros movimientos contemporáneos, a pesar de compartir intereses por lo oculto con sus representantes.
Más allá de haber dejado aproximadamente 1.300 obras de arte al momento de su muerte, af Klint también dejó una gran cantidad de escritos y notas sobre sus pinturas y sesiones que tampoco serían apreciados por el público sino hasta después de su muerte.
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Mientras la artista se involucraba más en sus estudios espirituales, más se preocupaba por plasmarlo en sus obras. Este fue el caso de su serie ‘Parsifal’, que podría referirse al caballero de la mesa redonda que participó según la leyenda en la búsqueda del Santo Grial. Las pinturas de esta serie representan una búsqueda por el conocimiento espiritual, inaugurando su exploración metafísica.
Otro tema en el que se interesó fue en los avances científicos de la época en su serie ‘Átomos’, concentrándose en el mundo más allá de lo visible. En 1920, un año de creatividad para la artista, produjo una serie de pequeñas pinturas al óleo en las que exploró las religiones, la dualidad que representaban para ella y lo que impedía la unidad que la teosofía practicaba. Para 1922 se había unido a la sociedad Antroposófica y gracias a su influencia dejó de pintar composiciones geométricas, optando por acuarelas en las que permitía que la pintura fluyera para crear la obra.
El periodo de 1925 a 1930 fue uno de quietud para Hilma af Klint, y durante la década de los 30 produjo sus últimas obras. Una de ellas, producida en 1932, se dice que predice la Segunda Guerra Mundial. La obra muestra una cara pálida en una esquina que sopla fuego suavemente hacia el contorno de la isla en llamas, de acuerdo con su sobrino-nieto, Johan af Klint, la artista tenía el don de la profesía.
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La vida de esta artista estuvo marcada por su relación con la espiritualidad, esto marcó su obra. Hilma af Klint murió, coincidencialmente, el mismo año que Piet Mondrian y Vassily Kandinsky en un accidente de tránsito a sus 81 años. La obra infravalorada de la sueca pasó décadas archivada, siguiendo las instrucciones que dejó para el futuro. En 1986 el mundo tuvo su primer acercamiento a la obra de la pionera de la abstracción gracias a una exhibición en Los Ángeles titulada ‘Lo espiritual en el arte’. Ahora, la memoria de Hilma af Klint goza del reconocimiento de su obra y creación de un estilo artístico.