Aquella conversación de diciembre de 2016 se inició con la pretensión de mover una línea roja. Los productores del festival de música electrónica Sonar buscaron a los científicos del ALMA, uno de los radiotelescopios más grandes del mundo, para encontrar caminos que unieran dos mundos en teoría lejanos: el arte y la ciencia.
Por Joseph Casañas Angulo
Comunicador social y periodista egresado de la Universidad Los Libertadores con diez años de experiencia en medios de comunicación.@joseph_casanasjcasanas@elespectador.com
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