El reto de crear música con los “sonidos” del universo
Siete estudiantes del colegio hacienda Los Alcaparros, en el municipio de La Calera, exploran los datos de ALMA, uno de los radiotelescopios más grandes del mundo. Con la información que logren crearán música y, en mayo de 2023,la presentarán en el desierto de Atacama, en Chile.
Joseph Casañas Angulo
Aquella conversación de diciembre de 2016 se inició con la pretensión de mover una línea roja. Los productores del festival de música electrónica Sonar buscaron a los científicos del ALMA, uno de los radiotelescopios más grandes del mundo, para encontrar caminos que unieran dos mundos en teoría lejanos: el arte y la ciencia.
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Aquella conversación de diciembre de 2016 se inició con la pretensión de mover una línea roja. Los productores del festival de música electrónica Sonar buscaron a los científicos del ALMA, uno de los radiotelescopios más grandes del mundo, para encontrar caminos que unieran dos mundos en teoría lejanos: el arte y la ciencia.
“En ese primer encuentro quedó en evidencia la distancia que hay entre ambos. Sin embargo, a veces pareciera que la ciencia está más lejana del arte, que el arte de la ciencia, y esa es una tarea que sigue inconclusa”, dice Antonio Hales, astrónomo de Operaciones Científicas del Observatorio ALMA, en entrevista para El Espectador.
En la exploración que buscaba encontrar los caminos para definir qué carajos hacer para acercar aquellos mundos, los productores musicales preguntaron, pero venga, ¿qué es lo que escuchan ustedes con esos aparatos?
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Hales, quien es astrofísico y tiene un doctorado en astronomía y un posdoctorado del Observatorio Nacional de Radioastronomía en Virginia, Estados Unidos, sintió la necesidad de interrumpir amablemente la charla. Así recuerda el momento: “Es inevitable que uno como científico, desde la rigurosidad, tenga que decir: nosotros no escuchamos nada, lo que captamos es luz y la luz es una onda. Claro, el sonido también es una onda, pero son dos ondas completamente distintas.
La luz es una onda electromagnética que se propaga en el vacío, por eso puede llegar desde el principio del universo hasta nosotros. Viaja por el espacio, donde no hay nada. El sonido, en cambio, es una onda mecánica que se propaga en un medio”.
Escuche el capítulo de Impertinente con los sonidos de ALMA
Lo fácil, señala Hales, hubiera sido terminar la charla, “pero ambos queríamos encontrar la forma de encontrarnos”. La conversación, agrega, transcurrió intentando responder una pregunta: ¿cómo podíamos hacer algo que pudiera servir para que los artistas hicieran arte sin perder nuestra identidad como científicos?
Aquella maña poética de asignarles sentimientos a los fenómenos naturales o físicos terminó desenredando la madeja: la nostalgia de la luz. Con un resumen arbitrario podríamos decir que lo que hacen en el Observatorio ALMA, con la ayuda de 66 antenas, es centralizar la luz que captan del universo que luego se transmite hasta un supercomputador que almacena los datos y los muestra en forma de gráfico. Unos garabatos con picos y caídas que muestran amplitudes y frecuencias. “Nosotros encontramos moléculas, que emiten a una frecuencia muy definida, y así los astrónomos podemos hacer astroquímica y entender de qué está hecho el universo”, explica Hales.
Allí había otro punto de encuentro. Porque las notas musicales, como las moléculas, emiten frecuencias definidas. Y con ellas se pueden hacer garabatos, como los que hacen en ALMA. De esta forma los astrónomos agarraron los espectros de las nubes de la constelación de Orión y los movieron a un espectro audible, entre 20 Hz y 20 Khz. Así, en 2015, crearon el primer banco de sonidos del universo que le entregaron a la comunidad artística, específicamente a los creadores de música electrónica. En dos semanas más de 3.500 personas descargaron ese banco y músicos de todo el mundo empezaron a crear canciones con sonidos captados por el ALMA. Una locura.
“Hay cierta música que se ha creado, que es, de cierta forma, lo que uno se esperaría: música electrónica con algún beat y puro chis pun, pero también han llegado sorpresas maravillosas, como el tema que se llama Piano Alma, del pianista chileno Diego Errazúriz, que mezcla los sonidos del alma con una melodía muy melancólica que es realmente preciosa”, cuenta Hales.
¿Cómo suena el universo?
Desde la rigurosidad científica ya sabemos que no suena, es imposible, sin embargo, gracias al proyecto Sonidos de Alma, alguna idea nos podemos hacer. Sofía Ramírez es chilena y cuenta que la primera vez que fue al desierto del Atacama, en donde están las antenas del ALMA, tuvo la sensación de estar en otro planeta.
Años después, cuando escuchó por primera vez aquellas frecuencias, se sintió pequeña, pero al mismo tiempo parte de algo más grande, y quiso compartir su experiencia con los estudiantes del colegio hacienda Los Alcaparros, ubicado en el municipio de La Calera.
“Tuve la idea de traerlo para que los estudiantes participaran y entendieran la ciencia con otro nivel: con datos y música. Esta experiencia va a tener un impacto muy grande en la vida de esos estudiantes”, dice en charla con El Espectador quien hoy en día es la encargada de conexiones globales del colegio en mención.
Desde hace unos meses, un grupo de siete jóvenes de Los Alcaparros estudian, junto a su profesor de física, algunos conceptos que tocan de alguna forma lo que hace el ALMA: la luz, las ondas, el vacío, el espacio, la galaxia. Es el proyecto del año.
Isidora Jaramillo Lagos, Isabella Cubillos Bolívar, Sebastián Helo Reyes, Emiliano Pereira Mendoza, Martín Otis de Vengoechea y Ernesto Silva Gaitán son los estudiantes que por estos días están estudiando los datos del ALMA para luego, con Robert Acevedo, maestro en artes musicales, flautista, guitarrista y profesor de música, empezar a crear las canciones que en mayo de 2023 les presentarán a los científicos del ALMA directamente en el Atacama.
“La premisa de escuchar el espacio es muy loca. Uno no se imagina cómo puede haber sonido allá arriba. Me interesa es que no tengan miedo a explorar sonoridades y ritmos, y que eso lo puedan organizar de una forma estructurada. Ahora queremos aprovechar el proyecto para que los estudiantes puedan aprender producción, diseño sonoro y composición en una medida muy básica”.
Fernando Castillo Reinas, físico especialista en estadística y magíster en matemáticas aplicadas, es el profesor de física. Cuenta que el objetivo, además, es “entender cómo el hombre, desde un punto tan chiquito en la vía láctea, ha podido llegar a entender y generar un modelo que, aunque aún está incompleto, puede explicar cómo funciona el universo. Allí vemos conceptos como la luz, los rayos x, los espectros. (…) Además es bueno que los estudiantes entiendan que no somos un compartimiento y que podemos tener varios gustos y especialidades”, para este caso la ciencia y el arte.
Cuando las partes de este proyecto estén controladas, el grupo hará música con sonidos del espacio. Cuando los visitamos estaban nerviosos. O ansiosos. O ambas, pero, de alguna forma, todos los jóvenes, a su forma, coinciden en que aquella experiencia les cambiará la vida.
“Suena misterioso, como cuando en una película va a pasar algo y ponen una musiquita de misterio”, así suena la música. Y así es el ALMA, un misterio con datos y gráficos, pero al fin de cuentas un misterio.
Sonidos de ALMA
Sonidos de ALMA es un punto de encuentro entre la radioastronomía y la música de quienes quieran crear obras a partir de observaciones de uno de los radiotelescopios más importantes del mundo.
Nació de la inquietud recurrente de artistas y astrónomos por comprender y trascender el universo. El proyecto nace con la llegada a Chile del festival de música e innovación Sonar+D: un espacio para astrónomos y músicos.
Es así como la organización del festival propone el proyecto a ALMA y en conjunto dieron el primer impulso a la idea. La tarea no fue fácil. Las ondas captadas por ALMA son de una naturaleza completamente distinta a la materia prima habitual de los músicos.