El retrato de William Shakespeare, una fuente de misterio y controversia
Una pintura que podría ser el retrato del dramaturgo inglés saldrá a la venta por $11.6 millones de euros, sin embargo, los expertos no se ponen de acuerdo con respecto a la autenticidad de la imagen.
El lobby del hotel Grosvenor House albergó a un huésped particular y único en noviembre. Se trata de un retrato, posiblemente el único que se pintó de William Shakespeare en vida. La autenticidad de esta imagen ha sido ampliamente refutada: hasta ahora solo existen dos imágenes aceptadas como retratos del dramaturgo inglés: un grabado que aparece en las primeras páginas del “First Folio” y el monumento funerario que se encuentra sobre su tumba en su ciudad natal de Stafford-upon-Avon. Las únicas dos imágenes aceptadas como retratos de Shakespeare son póstumas, pues el escritor falleció en 1616, a los 52 años.
La obra en venta muestra a un hombre de rostro largo, cabello rojizo y una barba recortada que se asemeja al color de pelo, una calvicie incipiente y ojos claros que acompañan el cuerpo vestido en un traje tradicional de la época sobre un fondo oscuro. “En la esquina superior izquierda del óleo se lee 1608, el año en que el dramaturgo se encontraba en su apogeo profesional. En la derecha, las iniciales AE y la cifra 44. La edad que tendría entonces según la partida bautismal. Ocho años antes de su fallecimiento”, así describió la pintura Rafa de Miguel en El País.
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El dueño de la obra firmada y fechada durante la vida de Shakespeare desea permanecer anónimo y vender esta pieza de forma directa, sin la intervención de una casa de subastas. La pintura fue hecha por Robert Peake, pintor de la corte del rey James I y, además de su firma, aparece el año en que la realizó: 1608. “Antes de 1975, la imagen colgaba en la biblioteca de una casa señorial en el norte de Inglaterra, que alguna vez fue el hogar de la familia Danby. Desde entonces ha sido de propiedad privada”, escribió Nadeem Badshah para The Guardian.
Seguirle la pista a la imagen verídica de Shakespeare no ha sido fácil: con los años han sobresalido reclamos que resultaron ser fraudes. Quienes defienden la autenticidad de la obra aseguran que hay evidencia de las “múltiples” conexiones entre Shakespeare y Peake, a quien la Office of the Revels, una especie de ministerio que se encargaba de presentar obras, encargó varias pinturas.
“El taller de Peake estaba en el barrio londinense de Clerkenwell, donde se ensayaron muchas de las obras del autor teatral más famoso de todos los tiempos. No hay una prueba definitiva de la autenticidad de la pintura. El nombre Shakespeare, que aparece en la parte de abajo del marco, no demuestra nada, porque ese marco se incorporó a la obra uno o dos siglos después. Solo hay una acumulación de señales, coincidencias e indicios que obligan, sin embargo, a prestar atención al desafío”, escribió De Miguel.
Para Duncan Phillips, el experto en arte que investigó la obra antes de su exhibición, “Hay más evidencia de este retrato de Shakespeare que cualquier otra pintura conocida del dramaturgo. Es un trabajo con monograma y fechado de un retratista de estatus serio con conexiones con el artista que produjo la imagen para el Primer Folio. La imagen ha sobrevivido los últimos 400 años casi intacta gracias a que fue propiedad de una familia de entusiastas de Shakespeare que la colgó en su biblioteca”.
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Se dice que Martin Droeshout, el artista detrás de la imagen del First Folio, conocía al hijo Peake, William, quien también tenía un taller de grabación. “Esa es la conexión que resalta el galerista. Poderosa, sin duda, pero que no despeja la mayor de las sospechas: ¿cómo es posible que la imagen más buscada del autor más británico y universal de la historia, haya permanecido hasta 1975 ―cuando fue subastada en Christie´s― colgada en la pared de la mansión Swinton House, propiedad de la familia Danby, al norte de Inglaterra, sin que nadie se hubiera percatado de su existencia?”, afirma de Miguel.
El Instituto Courtalud en 2016 concluyó, tras un análisis, que la pigmentación corresponde a la época y su buen estado de conservación se puede atribuir a que estuvo colgado durante mucho tiempo en un mismo lugar. Por su parte, Michael Dobson, director del Instituto Shakespeare de la Universidad de Birmingham y uno de los mayores expertos en la obra y la vida del dramaturgo, refuta la teoría de que este sea un retrato de Shakespeare afirmando que es “pura ilusión”. “No aparece etiquetado como retrato de Shakespeare, quien seguramente hubiera insistido en que su escudo familiar apareciera en una esquina de la pintura [una lanza dorada sobre una franja negra diagonal, y el lema francés Non Sans Droict, No Sin Derecho]. Y no tiene semejanza alguna con los retratos encargados por familiares y amigos: el monumento funerario de Stratford o el grabado del First Folio”, dijo Dobson.
De acuerdo con De Miguel, la única similitud que Dobson pudo encontrar entre las imágenes “es un rasgo físico menor, aunque los que lo han querido detectar han practicado cierto voluntarismo. El párpado ligeramente caído e hinchado del ojo izquierdo, propio de un tipo raro de cáncer del conducto lacrimal que algunos médicos han atribuido a Shakespeare, aparece en el grabado y en la nueva pintura, aunque de manera mucho menos perceptible en la segunda”.
A lo largo de los años se han hecho afirmaciones de retratos que podrían mostrar la imagen fidedigna de William Shakespeare, sin embargo, los intentos de acreditar estas obras no han sido exitosos. Este nuevo intento continúa creando controversia como los anteriores y aún está por verse si tiene el mismo destino que ellos.
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El lobby del hotel Grosvenor House albergó a un huésped particular y único en noviembre. Se trata de un retrato, posiblemente el único que se pintó de William Shakespeare en vida. La autenticidad de esta imagen ha sido ampliamente refutada: hasta ahora solo existen dos imágenes aceptadas como retratos del dramaturgo inglés: un grabado que aparece en las primeras páginas del “First Folio” y el monumento funerario que se encuentra sobre su tumba en su ciudad natal de Stafford-upon-Avon. Las únicas dos imágenes aceptadas como retratos de Shakespeare son póstumas, pues el escritor falleció en 1616, a los 52 años.
La obra en venta muestra a un hombre de rostro largo, cabello rojizo y una barba recortada que se asemeja al color de pelo, una calvicie incipiente y ojos claros que acompañan el cuerpo vestido en un traje tradicional de la época sobre un fondo oscuro. “En la esquina superior izquierda del óleo se lee 1608, el año en que el dramaturgo se encontraba en su apogeo profesional. En la derecha, las iniciales AE y la cifra 44. La edad que tendría entonces según la partida bautismal. Ocho años antes de su fallecimiento”, así describió la pintura Rafa de Miguel en El País.
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El dueño de la obra firmada y fechada durante la vida de Shakespeare desea permanecer anónimo y vender esta pieza de forma directa, sin la intervención de una casa de subastas. La pintura fue hecha por Robert Peake, pintor de la corte del rey James I y, además de su firma, aparece el año en que la realizó: 1608. “Antes de 1975, la imagen colgaba en la biblioteca de una casa señorial en el norte de Inglaterra, que alguna vez fue el hogar de la familia Danby. Desde entonces ha sido de propiedad privada”, escribió Nadeem Badshah para The Guardian.
Seguirle la pista a la imagen verídica de Shakespeare no ha sido fácil: con los años han sobresalido reclamos que resultaron ser fraudes. Quienes defienden la autenticidad de la obra aseguran que hay evidencia de las “múltiples” conexiones entre Shakespeare y Peake, a quien la Office of the Revels, una especie de ministerio que se encargaba de presentar obras, encargó varias pinturas.
“El taller de Peake estaba en el barrio londinense de Clerkenwell, donde se ensayaron muchas de las obras del autor teatral más famoso de todos los tiempos. No hay una prueba definitiva de la autenticidad de la pintura. El nombre Shakespeare, que aparece en la parte de abajo del marco, no demuestra nada, porque ese marco se incorporó a la obra uno o dos siglos después. Solo hay una acumulación de señales, coincidencias e indicios que obligan, sin embargo, a prestar atención al desafío”, escribió De Miguel.
Para Duncan Phillips, el experto en arte que investigó la obra antes de su exhibición, “Hay más evidencia de este retrato de Shakespeare que cualquier otra pintura conocida del dramaturgo. Es un trabajo con monograma y fechado de un retratista de estatus serio con conexiones con el artista que produjo la imagen para el Primer Folio. La imagen ha sobrevivido los últimos 400 años casi intacta gracias a que fue propiedad de una familia de entusiastas de Shakespeare que la colgó en su biblioteca”.
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El Instituto Courtalud en 2016 concluyó, tras un análisis, que la pigmentación corresponde a la época y su buen estado de conservación se puede atribuir a que estuvo colgado durante mucho tiempo en un mismo lugar. Por su parte, Michael Dobson, director del Instituto Shakespeare de la Universidad de Birmingham y uno de los mayores expertos en la obra y la vida del dramaturgo, refuta la teoría de que este sea un retrato de Shakespeare afirmando que es “pura ilusión”. “No aparece etiquetado como retrato de Shakespeare, quien seguramente hubiera insistido en que su escudo familiar apareciera en una esquina de la pintura [una lanza dorada sobre una franja negra diagonal, y el lema francés Non Sans Droict, No Sin Derecho]. Y no tiene semejanza alguna con los retratos encargados por familiares y amigos: el monumento funerario de Stratford o el grabado del First Folio”, dijo Dobson.
De acuerdo con De Miguel, la única similitud que Dobson pudo encontrar entre las imágenes “es un rasgo físico menor, aunque los que lo han querido detectar han practicado cierto voluntarismo. El párpado ligeramente caído e hinchado del ojo izquierdo, propio de un tipo raro de cáncer del conducto lacrimal que algunos médicos han atribuido a Shakespeare, aparece en el grabado y en la nueva pintura, aunque de manera mucho menos perceptible en la segunda”.
A lo largo de los años se han hecho afirmaciones de retratos que podrían mostrar la imagen fidedigna de William Shakespeare, sin embargo, los intentos de acreditar estas obras no han sido exitosos. Este nuevo intento continúa creando controversia como los anteriores y aún está por verse si tiene el mismo destino que ellos.
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