Esculturas de San Agustín permanecen olvidadas en un sótano de Berlín
Hace más de un siglo, 35 piezas de esta colección fueron llevadas a Alemania y actualmente siguen adelantándose acciones diplomáticas con la esperanza de traerlas de vuelta al territorio nacional.
Han pasado seis años desde que un fallo del Tribunal Superior de Cundinamarca instó a que se adelantaran las acciones diplomáticas necesarias para que regresaran a Colombia las 35 piezas del pueblo escultor de San Agustín que hoy se encuentran en el Museo Etnológico de Berlín. Sin embargo, aún parece que el camino de regreso de estas piezas no será tan sencillo.
La historia de cómo terminaron allí nos remonta a principios del siglo XX, cuando Konrad Preuss, un etnólogo alemán que en ese momento era director del museo en cuestión, visitó San Agustín con el propósito de estudiar la arqueología de la zona y de obtener material para sus investigaciones. El problema comenzó en abril de 1914 cuando Preuss volvió a Alemania cargado con algunas piezas de la colección.
Hoy en día, esas piezas no hacen parte de la colección permanente del museo, sino que están guardadas en un sótano en el que se cuestiona su estado de conservación. Es por esto que este mes la representante a la Cámara Luz Ayda Pastrana reabrió el debate con una intervención en el Congreso en la que interpelaba a la Cancillería por la falta de celeridad en el proceso de repatriación.
“Nuestra pregunta es clara: ¿dónde están nuestras esculturas de San Agustín? Estas piezas, que representan el alma de nuestra historia y cultura, fueron extraídas ilícitamente de nuestro territorio. Cada una de ellas lleva consigo el legado de nuestros ancestros y el patrimonio de Huila y Colombia. Es momento de exigir su retorno y preservar nuestra identidad cultural”, escribió la congresista en su cuenta de Instagram.
La cooperación entre Colombia y Alemania
Uno de los avances que ha habido en este proceso ocurrió en 2023, cuando Lars Christian Koch, director del Museo Etnológico de Berlín, visitó el Parque Arqueológico San Agustín. Lo acompañaba entonces la embajadora de Colombia en Alemania, Yadir Salazar Mejía, y la reunión culminó con la propuesta de incrementar la cooperación científica y cultural entre Alemania y Colombia.
“El museo a mi cargo es un museo colaborativo, así lo hemos hecho con Nigeria y Venezuela, financiamos y estimulamos la investigación, el intercambio de conocimiento y el trabajo activo con las comunidades locales”, expresó entonces Koch.
Por su parte, la Cancillería respaldó este avance y lo calificó como un “avance en el proceso de diálogo para la integración de las piezas líticas de San Agustín que se encuentran en Alemania en su terreno originario”. Según las proyecciones de esta institución, el regreso de las piezas está proyectado para el próximo año, pero los retrasos en el proceso que se ha debido adelantar desde hace seis años siembran dudas sobre este plazo.
El Parque Arqueológico de San Agustín, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es uno de los tesoros culturales y patrimoniales del país. El regreso de estas piezas hace parte de una deuda histórica con los pueblos de los que fueron usurpados, además de ser un paso importante en el camino de protección y conservación del patrimonio cultural colombiano.
Han pasado seis años desde que un fallo del Tribunal Superior de Cundinamarca instó a que se adelantaran las acciones diplomáticas necesarias para que regresaran a Colombia las 35 piezas del pueblo escultor de San Agustín que hoy se encuentran en el Museo Etnológico de Berlín. Sin embargo, aún parece que el camino de regreso de estas piezas no será tan sencillo.
La historia de cómo terminaron allí nos remonta a principios del siglo XX, cuando Konrad Preuss, un etnólogo alemán que en ese momento era director del museo en cuestión, visitó San Agustín con el propósito de estudiar la arqueología de la zona y de obtener material para sus investigaciones. El problema comenzó en abril de 1914 cuando Preuss volvió a Alemania cargado con algunas piezas de la colección.
Hoy en día, esas piezas no hacen parte de la colección permanente del museo, sino que están guardadas en un sótano en el que se cuestiona su estado de conservación. Es por esto que este mes la representante a la Cámara Luz Ayda Pastrana reabrió el debate con una intervención en el Congreso en la que interpelaba a la Cancillería por la falta de celeridad en el proceso de repatriación.
“Nuestra pregunta es clara: ¿dónde están nuestras esculturas de San Agustín? Estas piezas, que representan el alma de nuestra historia y cultura, fueron extraídas ilícitamente de nuestro territorio. Cada una de ellas lleva consigo el legado de nuestros ancestros y el patrimonio de Huila y Colombia. Es momento de exigir su retorno y preservar nuestra identidad cultural”, escribió la congresista en su cuenta de Instagram.
La cooperación entre Colombia y Alemania
Uno de los avances que ha habido en este proceso ocurrió en 2023, cuando Lars Christian Koch, director del Museo Etnológico de Berlín, visitó el Parque Arqueológico San Agustín. Lo acompañaba entonces la embajadora de Colombia en Alemania, Yadir Salazar Mejía, y la reunión culminó con la propuesta de incrementar la cooperación científica y cultural entre Alemania y Colombia.
“El museo a mi cargo es un museo colaborativo, así lo hemos hecho con Nigeria y Venezuela, financiamos y estimulamos la investigación, el intercambio de conocimiento y el trabajo activo con las comunidades locales”, expresó entonces Koch.
Por su parte, la Cancillería respaldó este avance y lo calificó como un “avance en el proceso de diálogo para la integración de las piezas líticas de San Agustín que se encuentran en Alemania en su terreno originario”. Según las proyecciones de esta institución, el regreso de las piezas está proyectado para el próximo año, pero los retrasos en el proceso que se ha debido adelantar desde hace seis años siembran dudas sobre este plazo.
El Parque Arqueológico de San Agustín, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es uno de los tesoros culturales y patrimoniales del país. El regreso de estas piezas hace parte de una deuda histórica con los pueblos de los que fueron usurpados, además de ser un paso importante en el camino de protección y conservación del patrimonio cultural colombiano.