El “ser para la muerte” de Martin Heidegger
Para el filósofo, la finitud de la vida confronta al ser humano con sus posibilidades de elección. Además, aseguraba que el hombre siempre está preguntándose por su propia existencia. Sus postulados sirvieron como base filosófica de la psicología humanista.
Danelys Vega Cardozo
Martin Heidegger creció en un ambiente católico. De hecho, su padre Friedrich Heidegger era sacristán. Tal vez sería por esa influencia religiosa que a sus catorce años empezó a cursar sus estudios secundarios en un seminario de Constanza. Aunque tres años después se trasladó a otra institución educativa, en Friburgo, de la misma índole, en donde se inició en la teología. Sin embargo, de a poco se alejó de esta disciplina y se acercó más a la filosofía. En 1914 recibió su título como filósofo gracias a sus tesis La teoría del juicio en el psicologismo. En 1916 conoció a Edmund Husserl, fundador de la fenomenología, y se convirtió en su asistente y discípulo. Doce años después, Heidegger terminó ocupando el puesto de Husserl en la Universidad de Friburgo. Y aunque en dos ocasiones la Universidad de Berlín lo contactó para ofrecerle un puesto ahí, prefirió continuar en Friburgo, dicen que al parecer al filósofo no le agradaba el trajín de la ciudad. Y es que solía pasar sus días en una cabaña en Todtnauberg, en donde se dedicaba a sus lecciones y escritos.
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Martin Heidegger creció en un ambiente católico. De hecho, su padre Friedrich Heidegger era sacristán. Tal vez sería por esa influencia religiosa que a sus catorce años empezó a cursar sus estudios secundarios en un seminario de Constanza. Aunque tres años después se trasladó a otra institución educativa, en Friburgo, de la misma índole, en donde se inició en la teología. Sin embargo, de a poco se alejó de esta disciplina y se acercó más a la filosofía. En 1914 recibió su título como filósofo gracias a sus tesis La teoría del juicio en el psicologismo. En 1916 conoció a Edmund Husserl, fundador de la fenomenología, y se convirtió en su asistente y discípulo. Doce años después, Heidegger terminó ocupando el puesto de Husserl en la Universidad de Friburgo. Y aunque en dos ocasiones la Universidad de Berlín lo contactó para ofrecerle un puesto ahí, prefirió continuar en Friburgo, dicen que al parecer al filósofo no le agradaba el trajín de la ciudad. Y es que solía pasar sus días en una cabaña en Todtnauberg, en donde se dedicaba a sus lecciones y escritos.
Las cátedras de Heidegger se caracterizaban por estar repletas de estudiantes jóvenes. “Había en Heidelberg, conscientemente rebelde y proveniente de una tradición diferente de la filosófica, un Karl Jaspers, que, como se sabe, fue durante mucho tiempo amigo de Heidegger, precisamente porque le gustaba lo rebelde del comportamiento de Heidegger como algo en principio filosófico en medio del parloteo académico sobre filosofía”, decía Hannah Arendt. Y pese a todo, Heidegger también fue víctima de cuestionamientos debido a su cercanía con el nazismo. En 1933, tras la llegada de Adolf Hitler al poder, se convirtió en el rector de la Universidad de Friburgo; además, se afilió al Partido Nacionalsocialista. Algunos dicen que actos antisemitas tuvieron lugar bajo su rectoría. Parece ser que el filósofo permitió la quema de libros marxista y judíos, y que los subsidios a los estudiantes pertenecientes a esta religión fueron suspendidos durante aquella época. El 21 de abril de 1934, un año después, renunció a su cargo como rector y se desafilió del Partido Nazi. “Dejo mi cargo a disposición porque ya no es posible ninguna responsabilidad. ¡Vivan la mediocridad y el ruido!”.
Pero más allá de esta época oscura de su vida, lo cierto es que su pensamiento estuvo influenciado por Husserl, pues terminó fascinado con su “método fenomenológico”, lo que le sirvió de base para la construcción de su “ontología fundamental”. Husserl lo llevó a volcarse hacía “las cosas mismas”, hacía la comprensión del ser. Su obra El ser y el tiempo, publicada en 1927, se la dedica a este filósofo, a “Edmund Husserl como prueba de respeto y amistad”. En el libro, a diferencia de su maestro, no solo describe los fenómenos, sino que busca acercarse al “sentido del ser”. Para él, el ser humano se diferencia de los objetos y de otros seres vivos, en que constantemente está cuestionándose acerca de su propia existencia, y a partir de ahí se relaciona con otros. Decía que el hombre es arrojado al mundo; es decir, que no tiene elección en su existencia, no elige venir al mundo.
Afirmaba que la existencia es un “ser para la muerte”, porque al final de cuentas toda vida siempre conduce, tarde o temprano, hacía la muerte. Sin embargo, esa conciencia del ser humano de su finitud, lo llevaría a alcanzar su plenitud, pues lo confronta con las posibilidades de elección que tiene a su disposición, con su propia libertad. Visto de esta forma, el miedo a “no ser” sería el catalizador para que el hombre logre su realización.
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Heidegger consideraba que la “elección” y “decisión” activa, que implicaba la existencia del ser humano, se podría entender ya fuera a nivel “formal” o “de contenido”. En el primer caso, el hombre se encuentra rodeado de circunstancias en donde tiene un margen de posibilidad de elección, en donde puede decir “sí” o “no”. En el segundo, la sola existencia del ser humano implica que “tiene que ser”, él tiene la obligación de decidir y elegir. Esto se podría explicar a través del miedo, pues el hombre tiene dos opciones: confrontarlo o huir de él. Bajo estas circunstancias se encuentra también con su libertad o se aparta de ella. “El miedo lleva la existencia frente a su libertad”.
El filósofo aseguraba que el hombre no estaba consigo mismo, lo que le permitía relacionarse con el mundo como alguien externo, como un “se”. “El ‘se’ puede permitirse que “se” refieran constantemente a ello. Puede responsabilizarse con toda facilidad de todo, pues no es nadie que tenga que responder de nada”. Sin embargo, el ser humano está llamado a buscar la forma de convertirse en él mismo. Heidegger habló del concepto de “solicitud” para referirse a las relaciones que establecen los seres humanos con sus pares. Para él, existen dos tipos de “solicitudes”: “está al quite” y “previsora”. En la primera se le quita la responsabilidad al otro, se le aligera su carga, corriendo así el riesgo de que se convierta en “dependiente y dominado”. En la segunda no se busca eliminar la preocupación del otro, sino “restituirla primeramente como tal”. La idea es que aprenda a” hacerse transparente y libre en su preocupación”.