El sueño de la Bomba atómica, sobre pequeñas y grandes catástrofes
El estreno de la nueva obra escrita y dirigida por Julián Arango está por llevarse a cabo en una nueva sala ubicada en las torres del parque, el Teatro del Embuste, su estreno se dará para la última semana de noviembre, la primera y la segunda semana de diciembre.
Carlos Moisés Ballesteros P.
Pensar la catástrofe y trabajar con ella, con el hecho de terror que es capaz de pasar por alto el deseo íntimo de vivir y todo lo que implica la existencia, puede llegar a estar por encima de las búsquedas clásicas y aristotélicas de un teatro y del devenir de sus personajes. La catástrofe natural, por su parte, en su mirada más primigenia, tanto como el terrorismo, no tendría como darnos tregua a entender los hechos, a mirar las causas o quedarnos para ver las conclusiones, dada su intempestiva manera de atravesar nuestra cotidianidad para destruirla y transformarla en caos. Cuando se trabaja con la catástrofe no hay una línea de progresión posible en esta mirada, la hay, sí, sí se romantiza, de algún modo, el hecho mismo, o si la cámara se detuviera, o si la narración se estacionara en el ambiente y en discursos que van sin un tiempo real, o si, simplemente, no nos hacemos cargo de su verdad; cuando un cataclismo, una bomba atómica, por ejemplo, no deja detrás de sí una historia, no, acaba con todo, lo anula, acaba incluso con el recuerdo.
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Si me lo propongo como autor, por ejemplo, pienso en una historia que va de un lugar concreto, con personajes cuyas historias pueden interesarnos como espectador, con conflictos de valía y que progresan en este cuento, avanzando por los obstáculos de la vida tal y como lo hace el héroe del melodrama, sobreponiéndose a todas las vicisitudes del camino, pero habría un momento, un pequeño momento, casi fugaz, en que todo tendría que valer un poco menos de lo que se piensa, casi nada y reducirse a un suceso cuya magnitud parece ser capaz de anular los deseos más grandes de cualquiera.
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Así imaginé, antes, que debía tratarse esta clase de acto espantoso que puede inmolar la línea de acción, destruir el personaje e incluso el mundo del personaje, tal y como la vida, cuando cae un misil, o estalla una bomba o es derribado un avión y termina con la vida sin darle tregua. Así justo lo hace Julián Arango en su nueva puesta en escena, el sueño de la bomba atómica o la teoría de los glaciares. Una apuesta por contar algo que podía ser y dejó de serlo antes de ser posible a causa de algo mayor, una apuesta por contar sin tener remedio para hacerse cargo de algunos momentos; Amín e Ignacio son dos viejos amigos cuyas vidas han estado cruzándose desde siempre a través de pequeñas derrotas, su vida ha sido ello; asistirse, casi por accidente, en batallas que están perdidas antes de ser comenzadas a librarse y acompañarse en ese espacio que existe entre una derrota y una revancha que no se dará.
Interpretados con habilidad por los actores Fernando Bocanegra y Biassini Segura, Amín e Ignacio nos llevarán por una serie de disparatadas anécdotas que nos recuerdan, tramo a tramo, el modo en que la vida se construye de pequeños fallos y grandes desencantos. Ambos, con un humor cargado de sutileza nos contarán cómo cargan con el vacío del ser humano a partir de unas vidas que parecen dejarles siempre sin un lugar. La historia contada por Arango, llena de entresijos y procedimientos dramatúrgicos nos llevará junto con Amín e Ignacio por un callejón sin salida, a través del que podremos reconocer la desesperanza y del fracaso, pero sobre todo, de cómo la amistad es un camino adornado de complicidades necesarias para la vida. El sueño de la bomba atómica se estará presentando en el Teatro del Embuste, un espacio más o menos reciente que todos deberíamos ir a visitar, ubicado en un local de las torres del parque, el teatro pretende siempre y seguirá buscando la manera, de ocupar cada espacio de la ciudad.
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Pensar la catástrofe y trabajar con ella, con el hecho de terror que es capaz de pasar por alto el deseo íntimo de vivir y todo lo que implica la existencia, puede llegar a estar por encima de las búsquedas clásicas y aristotélicas de un teatro y del devenir de sus personajes. La catástrofe natural, por su parte, en su mirada más primigenia, tanto como el terrorismo, no tendría como darnos tregua a entender los hechos, a mirar las causas o quedarnos para ver las conclusiones, dada su intempestiva manera de atravesar nuestra cotidianidad para destruirla y transformarla en caos. Cuando se trabaja con la catástrofe no hay una línea de progresión posible en esta mirada, la hay, sí, sí se romantiza, de algún modo, el hecho mismo, o si la cámara se detuviera, o si la narración se estacionara en el ambiente y en discursos que van sin un tiempo real, o si, simplemente, no nos hacemos cargo de su verdad; cuando un cataclismo, una bomba atómica, por ejemplo, no deja detrás de sí una historia, no, acaba con todo, lo anula, acaba incluso con el recuerdo.
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Interpretados con habilidad por los actores Fernando Bocanegra y Biassini Segura, Amín e Ignacio nos llevarán por una serie de disparatadas anécdotas que nos recuerdan, tramo a tramo, el modo en que la vida se construye de pequeños fallos y grandes desencantos. Ambos, con un humor cargado de sutileza nos contarán cómo cargan con el vacío del ser humano a partir de unas vidas que parecen dejarles siempre sin un lugar. La historia contada por Arango, llena de entresijos y procedimientos dramatúrgicos nos llevará junto con Amín e Ignacio por un callejón sin salida, a través del que podremos reconocer la desesperanza y del fracaso, pero sobre todo, de cómo la amistad es un camino adornado de complicidades necesarias para la vida. El sueño de la bomba atómica se estará presentando en el Teatro del Embuste, un espacio más o menos reciente que todos deberíamos ir a visitar, ubicado en un local de las torres del parque, el teatro pretende siempre y seguirá buscando la manera, de ocupar cada espacio de la ciudad.
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