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Esta obra fue escrita por el francés Sebastién Castro, ¿cómo fue traerla a Colombia?
Una idea genial la realizamos con Vive Mikey y Áreavisual, que crean una alianza para generar series de obras cómicas de grandes escritores contemporáneos que están en las carteleras del mundo. Esta es la primera de esa serie de comedias de la alianza. Es una pieza muy fina, que va sobre la crisis de los siete años en una pareja. Es una gran oportunidad para compartir este teatro que se está haciendo en el mundo, con un elenco de alta calidad y profesionalismo, a la cabeza de Santiago Alarcón, Rafael Cea, Marcela Benjumea y Ana María Cuéllar.
¿Por qué decidieron que esta fuera la primera obra que se presentarían con la alianza?
Creo que es una obra cuya temática permea a gran parte de la población mundial. El tema del amor siempre será universal y hablamos de esta crisis que sucede justo a los siete años y se repite en parejas de todos los sistemas sociales. Creo que es una gran entrada a estas dos productoras que permite, a través de unas situaciones de enredos y equivocaciones, llegar al público general bogotano y colombiano con un texto de calidad. En nuestro país estamos acostumbrados a cierta clase de humor y me parece importante que, a través de textos como este, podamos encontrar en las situaciones cotidianas de los seres humanos la posibilidad de reírnos y vernos en el espejo.
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¿Qué es lo más importante al abordar la comedia?
Para mí, desde la dirección, siempre será construir con un equipo de talentos unas convenciones que nos permitan desentrañar el universo de la obra, de la comedia. Allí es muy importante partir de un gran texto, pero, sobre todo, reunir a un grupo de profesionales en las artes escénicas, en la actuación, que puedan contar al público la historia de manera clara y cercana.
¿Cómo describiría su forma de dirigir una obra de teatro?
Cada obra tiene su manera de hacerse. Creo que, así como las obras lo encuentran a uno, estas también van pintando cuál es la hoja de ruta para desentrañar la historia y poderla poner en escena. Yo trabajo mucho con los actores, el teatro es el arte del actor. Tengo una concepción del espacio, del teatro, del texto, de los personajes, pero todo esto se enriquece y se complementa con el trabajo del actor. Así que siempre busco equipos que puedan propiciar nuevos encuentros; es decir, que sobrepasen el texto y puedan contarnos situaciones aún más profundas.
¿Qué características o elementos le gusta tener en su equipo?
Me gusta mucho trabajar con elencos, actrices y actores que se hayan formado. Me encanta respetar y poner en primer plano la formación. Siempre hemos estado en un momento en que hay diferentes caminos para llegar a la actuación, pero yo prefiero el camino largo. Sé que propongo generalmente un trabajo muy intenso en la construcción de personajes, en la construcción de proyectos en escena, por lo que es importante que el elenco pueda seguir ese ritmo y explotar sus herramientas actorales e interpretativas al servicio de un encuentro estético, artístico y humano.
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¿Cuál obra ha marcado su trayectoria como director?
Cada obra es como un hijo, tiene un carácter, una manera de ser, un tema, una vida. En cada proceso, asumido por difícil o sencillo que sea, me genera un gusto y una recordación. Camargo es una de las obras que marcó mi carrera y también mi sello personal como escritor de teatro, actor y director. Es una obra muy fuerte donde se experimenta el suspenso y el terror en escena con un contenido también fuerte para el público. Contar esta historia desde diferentes puntos de vista me ha confrontado como actor, ser humano y artista, y marcó un antes y un después. Cada obra te deja un aprendizaje; eso es lo más importante.
¿Cuál es el aprendizaje que le dejó “Una idea genial”?
Creo que refuerza esta idea de la diversión y del juego. Es una obra que para mí significa un reencuentro con grandes amigos como Santiago Alarcón y Rafael Cea, con quienes he compartido hace muchos años el teatro y la vida. Me ha permitido conocer a dos mujeres espectaculares: Marcela Benjumea, actriz de toda la vida, y Ana María Cuéllar, que es muy talentosa y llega con pisadas muy fuertes, pero creo que lo que reúne al equipo es la diversión, hacer teatro para pasarla bien, para reírnos y profundizar en los aspectos del alma humana.
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¿Cómo definiría la palabra “diversión”?
Es una comunicación de almas, un encuentro donde las almas celebran, festejan, se abrazan y producen creación. Es cuando estás en una fiesta y te encuentras conectado en la alegría con tus amigos, estás creando momentos inolvidables; esa es la diversión para mí, crear momentos inolvidables que siempre me produzcan carcajadas.
¿Y el teatro?
El teatro lo defino como mi casa, mi hogar íntimo; es el espacio donde puedo generar encuentros profundos y mundos posibles. Es mi casa y es la casa del otro. Es el lugar de la otredad.
¿Hacia dónde cree que va el teatro en Colombia?
Creo que tiene un gran destino. Venimos de una historia poderosa de maestros y maestras que marcaron hitos en el teatro universal, y creo que el teatro que se está haciendo ahora corrobora y camina esos senderos que abrieron grandes maestros como Santiago García, Carolina Vivas y Fabio Rubiano. Creo que estamos siguiendo esa continuidad con los nuevos creadores, directores potentes y agrupaciones. En Colombia se escribe con mucha personalidad, vida y descaro, que creo que es muy importante. Creo que este arte posibilita una nueva concepción del país.