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                                                                                    Colombia +20

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                                                                                                                                El teatro se coló a la cárcel

                                                                                                                                Un grupo de la Cárcel Distrital de Bogotá participa en el V Festival Nacional de Teatro Carcelario. Así se vivió una jornada de ensayos para el certamen que termina hoy.

                                                                                                                                Daniela Cristancho Serrano

                                                                                                                                Grupo de teatro carcel Distrital de Bogotá(favor difuminar rostros)
                                                                                                                                Foto: El Espectador - Óscar Pérez
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Profe, nos avisa cuando”, dice uno de los penados.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El profesor hace un gesto afirmativo y entran dos personajes a escena. Uno de ellos cojea y el otro lo sostiene. Son don Quijote y Sancho Panza. Están vestidos de naranja y gris, y el logo de la Alcaldía de Bogotá se visualiza en sus pechos y espaldas. Ante el público, que se compone de otros hombres privados de la libertad, se desarrolla una versión de la obra de Miguel de Cervantes. Se escuchan risas, tanto de los espectadores como de los actores que esperan su entrada al costado del escenario. Y cuando finaliza la pieza, en el pequeño teatro resuenan los aplausos.

                                                                                                                                Le recomendamos: “Seguimos adelante”, 135 años de un espectador de la historia de Colombia

                                                                                                                                Aquí, en una prisión en medio de la capital, este grupo prepara su obra para la quinta versión del Festival de Teatro Carcelario. En la iniciativa, liderada por la Fundación Acción Interna, participan cinco cárceles de Colombia y una de Panamá. Las seis generan su propuesta escénica y narrativa de la misma obra y la presentan, de manera virtual, en el marco del festival. Tras el concepto del jurado, conformado por Cristina Umaña y Alejandra Borrero, y el público, la pieza ganadora se presentará en abril, en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.

                                                                                                                                En el caso particular de la Cárcel Distrital, confluyeron varios factores que permitieron que hoy dos personas privadas de la libertad encarnen a los personajes de Cervantes. Rullber, el Quijote, fue uno de ellos. Antes de llegar a este lugar, trabajó en una agencia de publicidad y en el desarrollo de una serie web llamada Quinto Suburbio. Una vez en la cárcel, escribió una obra de teatro, Mala idea, que cuenta la historia de un joven que, debido a la pandemia, se endeuda y hace negocios con culebras. Durante el ensayo para el festival, Rullber me contó que, con un grupo de internos, empezaron a ensayar Mala idea en el patio. Esto llamó la atención del profesor de Antropología de la prisión, quien averiguó si se les podía asignar un tutor de artes, sumando el segundo factor clave de esta iniciativa.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le sugerimos: El origen de lo original

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y es que este es uno de los grandes beneficios que el teatro les trae a los penados: es, en muchos aspectos, un acto de libertad. “El teatro se abre como una posibilidad, una grieta por donde se fugan preguntas importantes que llegan a terrenos libres de juicios”, afirma Juanita Delgado, directora del Programa de Teatro Musical de la Universidad Sergio Arboleda. “Desde ese sitio de cuestionamiento y libertad, de promesa y lúdica, concebimos el teatro, y que llegue a la cárcel representa para nosotros la posibilidad de aprender del otro y de su singularidad; de aportar, desde nuestro sitio, a que los cuestionamientos internos, preguntas, experiencias y anhelos de la población carcelaria se desplieguen en momentos ficcionales y en donde todo es posible. No es solo terapéutico, sino político, en tanto es pensamiento libre llevado a la acción”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Además de lo anterior y del alivio que supone ir al teatro, para ir al Iberoamericano y alejarse por un momento del encierro físico, en las tablas cada persona tiene la libertad de crear su propia versión del personaje. De acuerdo con Bolívar, con la apuesta teatral se está trabajando la identidad y el autoconocimiento de las personas privadas de la libertad, pues es lo que les permite personificar a otros. “En estos diez años, hemos evidenciado que con el teatro se han reducido los índices de ansiedad, tristeza y algo muy importante: baja los niveles de conflicto”, afirma Bahamón.

                                                                                                                                Le podría interesar: La historia del Río Magdalena, la historia de Colombia

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                                                                                                                                Grupo de teatro carcel Distrital de Bogotá(favor difuminar rostros)
                                                                                                                                Foto: El Espectador - Óscar Pérez
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Profe, nos avisa cuando”, dice uno de los penados.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El profesor hace un gesto afirmativo y entran dos personajes a escena. Uno de ellos cojea y el otro lo sostiene. Son don Quijote y Sancho Panza. Están vestidos de naranja y gris, y el logo de la Alcaldía de Bogotá se visualiza en sus pechos y espaldas. Ante el público, que se compone de otros hombres privados de la libertad, se desarrolla una versión de la obra de Miguel de Cervantes. Se escuchan risas, tanto de los espectadores como de los actores que esperan su entrada al costado del escenario. Y cuando finaliza la pieza, en el pequeño teatro resuenan los aplausos.

                                                                                                                                Le recomendamos: “Seguimos adelante”, 135 años de un espectador de la historia de Colombia

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                                                                                                                                En el caso particular de la Cárcel Distrital, confluyeron varios factores que permitieron que hoy dos personas privadas de la libertad encarnen a los personajes de Cervantes. Rullber, el Quijote, fue uno de ellos. Antes de llegar a este lugar, trabajó en una agencia de publicidad y en el desarrollo de una serie web llamada Quinto Suburbio. Una vez en la cárcel, escribió una obra de teatro, Mala idea, que cuenta la historia de un joven que, debido a la pandemia, se endeuda y hace negocios con culebras. Durante el ensayo para el festival, Rullber me contó que, con un grupo de internos, empezaron a ensayar Mala idea en el patio. Esto llamó la atención del profesor de Antropología de la prisión, quien averiguó si se les podía asignar un tutor de artes, sumando el segundo factor clave de esta iniciativa.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le sugerimos: El origen de lo original

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Desde aquella primera edición, en 2014, el festival ha ido evolucionando, impactando a 29 cárceles en Colombia y una en Panamá. En 2020, la fundación generó una alianza con la Escuela de Artes y Música de la Universidad Sergio Arboleda, que acompañó a catorce presos de la Cárcel Modelo de Bucaramanga, quienes resultaron ganadores de la anterior versión del festival, con un Diplomado en Juegos Actorales. “Este año la dinámica ha sido diferente; hemos participado desde el inicio del recorrido del montaje que realizan seis grupos de teatro en igual número de cárceles. Al grupo ganador lo acompañaremos con formación intensiva para que su presentación en el marco del Festival Iberoamericano de Teatro sea todo un éxito”, cuenta Julián Montaña Rodríguez, decano de la Escuela de Artes y Música.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Rullber, el Quijote de la Cárcel Distrital, se asegura de permanecer bien afeitado pues, de lo contrario, no recibe autorización para ir a ensayar con Morfosis, el grupo de artes escénicas. Él está de acuerdo con Geofrey, un guajiro que encarna a Sancho Panza. Aunque les descuentan 120 horas de su pena al mes por hacer parte de esta iniciativa artística, ninguno lo hace por ese motivo. “Es como una válvula de escape. Así lo vemos todos”, asegura Geofrey, mientras busca señales de confirmación de sus compañeros. En sus miradas hay algo fraterno y cómplice.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Y es que este es uno de los grandes beneficios que el teatro les trae a los penados: es, en muchos aspectos, un acto de libertad. “El teatro se abre como una posibilidad, una grieta por donde se fugan preguntas importantes que llegan a terrenos libres de juicios”, afirma Juanita Delgado, directora del Programa de Teatro Musical de la Universidad Sergio Arboleda. “Desde ese sitio de cuestionamiento y libertad, de promesa y lúdica, concebimos el teatro, y que llegue a la cárcel representa para nosotros la posibilidad de aprender del otro y de su singularidad; de aportar, desde nuestro sitio, a que los cuestionamientos internos, preguntas, experiencias y anhelos de la población carcelaria se desplieguen en momentos ficcionales y en donde todo es posible. No es solo terapéutico, sino político, en tanto es pensamiento libre llevado a la acción”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Además de lo anterior y del alivio que supone ir al teatro, para ir al Iberoamericano y alejarse por un momento del encierro físico, en las tablas cada persona tiene la libertad de crear su propia versión del personaje. De acuerdo con Bolívar, con la apuesta teatral se está trabajando la identidad y el autoconocimiento de las personas privadas de la libertad, pues es lo que les permite personificar a otros. “En estos diez años, hemos evidenciado que con el teatro se han reducido los índices de ansiedad, tristeza y algo muy importante: baja los niveles de conflicto”, afirma Bahamón.

                                                                                                                                Le podría interesar: La historia del Río Magdalena, la historia de Colombia

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                                                                                                                                Rullber, además de su ejercicio como actor, está escribiendo un libro sobre su tránsito por la cárcel Distrital. Geofrey le escribe poemas a su esposa. El Sancho Panza del penal lleva la música en su sangre. Es originario de Santo Tomás de Villanueva, el municipio de La Guajira donde se realiza el Festival Cuna de Acordeones, y creció tocando la caja y la guacharaca. Cuando le pregunto si canta, inquiere mi nombre e improvisa unos versos con ritmo vallenato. Rullber se ríe. Como ellos, la mayoría de los demás presidiarios que componen Morfosis tienen otros gustos artísticos. Algunos declaman, otros dibujan. En las cinco horas que comparten juntos diariamente ensayan, pero también se dan la oportunidad de hablar de música, películas y los libros que sacan de la biblioteca de la cárcel. Mencionan títulos como Cien años de soledad, Juan Salvador Gaviota y La hojarasca. En este salón de clases, al que se coló el teatro, han encontrado destellos de familia y libertad.

                                                                                                                                Por Daniela Cristancho Serrano

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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