El turismo literario: del papel a la realidad
Esta actividad se enfoca en los lugares que han inspirado historias o han marcado la vida de importantes autores. En este texto exploramos algunos casos.
Andrea Jaramillo Caro
Jorge Danilo Bravo Reina
El cemento, los ladrillos y los adoquines de muchas ciudades se han convertido en papel y tinta al ser la inspiración de mundos literarios para cientos de autores. Desde calles, estaciones de tren, castillos, desiertos, cementerios y hasta pueblos enteros, la realidad ha sido el alimento de la ficción. Pero cuando los libros y sus personajes se convierten en leyendas, sus escenarios o aquellos que los inspiraron se transforman en un portal para conectar con las letras que se grabaron en el corazón de los lectores y, por ende, en destinos turísticos.
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El cemento, los ladrillos y los adoquines de muchas ciudades se han convertido en papel y tinta al ser la inspiración de mundos literarios para cientos de autores. Desde calles, estaciones de tren, castillos, desiertos, cementerios y hasta pueblos enteros, la realidad ha sido el alimento de la ficción. Pero cuando los libros y sus personajes se convierten en leyendas, sus escenarios o aquellos que los inspiraron se transforman en un portal para conectar con las letras que se grabaron en el corazón de los lectores y, por ende, en destinos turísticos.
A esta práctica de visitar los lugares que figuran en obras literarias o hicieron parte de la vida de los escritores se le llama turismo literario. “Los turistas literarios exploran cómo los lugares han influido en la escritura y cómo la escritura ha creado el lugar. Los destinos con conexiones literarias atraen tanto a visitantes del patrimonio general como a auténticos ‘peregrinos literarios’: turistas bien educados y leídos, versados en los clásicos literarios y con el capital cultural para apreciar y comprender el patrimonio de su destino de viaje”, escribió Zoe Roberts, de la Universidad de Plymouth.
Este tipo de turismo busca proporcionar experiencias que permitan explorar y comprender mejor la cultura literaria de un lugar específico. Sin embargo, hay diferentes formas de hacer turismo literario. De acuerdo con un estudio realizado por Lorraine Brown, de la Universidad de Bournemouth, “en 1986, Judith Butler produjo una útil tipología que presenta cuatro tipos: el primero implica un homenaje a un lugar real, el segundo se refiere al turismo literario relacionado con la ficción, el tercero alude a visitar zonas que atraían a figuras literarias y el último son las visitas a una zona que se ha convertido en un destino turístico por derecho propio gracias a la popularidad de un autor”.
Según algunos aportes teóricos, la elección del turismo literario se ve influenciada por factores diversos donde el autor juega un papel importante, ya que sus vivencias, objetos personales y lugares visitados pueden convertirse en atractivos turísticos. La relación entre distancia, precio e interés también influye en la decisión de realizar una experiencia de turismo literario.
De “La vorágine” a Harry Potter: los vestigios de realidad en la ficción
El paisaje de las extensas praderas de los Llanos Orientales se mezcla con las corrientes fluviales que llegan al río Meta hasta Orocué, municipio del Casanare. Entre copas de árboles llenas de aves, jardines con veraneras y calles bañadas por el sol se encuentra este lugar que inspiró a José Eustasio Rivera para escribir su obra cumbre hace más de cien años.
Orocué es conocido como la cuna de La vorágine y, para aprovechar este legado cultural, se ha creado La ruta literaria territorio La vorágine, propuesta turística que ofrece experiencias que permitan a los turistas vivir la novela de otro modo. Esta ruta es la primera de su tipo en el Casanare y se enfoca en el turismo sostenible y comunitario, colaborando estrechamente con la comunidad local, restaurantes y proveedores de servicios para preservar y promover el territorio y su herencia cultural. Además, esta propuesta incorpora una dimensión ecológica mediante iniciativas que incluyen la eliminación del uso de plásticos.
Esta propuesta turística atraviesa el río Meta y recorre algunos de los vestigios naturales que José Eustasio Rivera conoció hace más de cien años. En ella se puede apreciar la espesa vegetación que crece a lo largo de la fuente hídrica; además, si se es cuidadoso y silencioso, se puede propiciar el encuentro con las toninas, más conocidas como delfines de río, animales de coloración rosada que se encuentran generalmente en los grandes ríos de la Amazonia y la Orinoquia.
Por otra parte, en las calles de Orocué hay sitios emblemáticos que resaltan el valor histórico de La vorágine, como el parque que lleva el mismo nombre de la obra, donde hay esculturas coloridas y dispuestas con fragmentos y descripciones puntuales de la historia. En el centro, sobresale una estatua que retrata al autor con la mirada en el cielo y su obra en las manos. A media cuadra está la casa museo. Allí se resguardan elementos antiguos como fotografías, libros, plumas y muebles que recuerdan la época en la cual se escribió el libro.
Aunque la ruta turística empieza a ofrecerse a propósito de los cien años de publicación de esta novela, hay otros planes de remodelación para el municipio de cara la exaltación de la historia. Se planteó una remodelación del malecón para intervenirlo con un homenaje al autor y ya circula una propuesta escultórica que recuerda la memoria de los pueblos indígenas que sufrieron la época de la explotación cauchera. Según muchos, La vorágine es un texto “difícil de leer”. Con esta propuesta se busca promover la idea de acercarse al texto.
Alrededor del mundo existen varios ejemplos donde las propuestas de turismo literario enfocado en la ficción han tenido acogida. Hay obras que son recordadas por sus personajes y lugares icónicos, historias que conectan a muchos lectores del mundo y generan la curiosidad por buscar los sitios que inspiraron su creación. Así es el caso de Harry Potter en Londres, donde los visitantes tienen la oportunidad de explorar los lugares clásicos que han inspirado la serie de libros y películas de J. K. Rowling.
Uno de los espacios más buscados es el andén 9 3/4 en la estación King’s Cross, pues allí encuentran la posibilidad de sentirse parte del universo mágico de los libros y pueden vivir la experiencia de empujar un carrito de equipaje hacia la pared que llevaría al Expreso de Hogwarts. Además, existen recorridos que conducen a los turistas por los lugares que inspiraron ese universo literario.
Un ejemplo de literatura en español es Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Esta historia, que ha trascendido las fronteras del libro para llegar al cine y el teatro, se inspiró en lugares tan característicos como La Mancha, donde están los famosos molinos con los que el protagonista tuvo que luchar.
Un caso cercano sería el de Gabriel García Márquez y su pueblo natal Aracataca, en el departamento de Magdalena, que recibe anualmente miles de turistas que siguen los pasos del escritor para encontrarse con el paisaje que inspiró la creación de Macondo, el emblemático pueblo de Cien años de soledad. Además, algunas personas sugieren que es posible notar las referencias de naturaleza y geografía de otras obras como La hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba.
Una ventana al interior de un autor
Muchas lecturas y capas de complejidad proponen los lugares que se enmarcan en otra rama del turismo literario: los espacios donde los escritores desarrollaron sus vidas. Desde cafés y calles hasta casas y cementerios, cientos de turistas visitan estos sitios en una especie de peregrinaje literario.
Esta práctica, según Brown, “se puede categorizar como una forma de turismo literario que surge cuando los autores o su literatura se vuelven tan populares que las personas se sienten atraídas por los lugares con los que el autor estuvo asociado o aquellos que aparecieron en los escritos de ese autor en particular”.
Edgar Allan Poe, Jane Austen, las hermanas Brönte, Ernest Hemingway, Anna Frank, Goethe y Víctor Hugo son algunas de las personas cuyas huellas han sido perseguidas en los lugares que habitaron por visitantes que llegaron con la intención de acercarse un poco más a sus nombres míticos.
Colombia no se quedó atrás en este aspecto. Las estructuras que fueron el hogar de personajes como José Asunción Silva, Jorge Isaacs, Fernando González, Gabriel García Márquez, José Eustasio Rivera y otros son algunas de las paradas en el país.
Una de las propuestas de este tipo de turismo se alzó en un terreno de Envigado. En efecto, el lugar que hace años fue el hogar de Fernando González hoy es una casa museo, biblioteca, jardín y café; un oasis en medio del movimiento de la capital antioqueña. Para Gustavo Restrepo, director de la Corporación Otraparte, que administra el legado del autor, la forma en la que se ha configurado el proyecto ha despertado el interés en la vida y obra de González. “Cuando abrimos la casa, en 2002, la gente todavía seguía creyendo que la casa estaba cerrada. Esa percepción se demoró dos o tres años en cambiar y ahora este lugar es, creo, un referente cultural de Colombia”, aseguró.
Restrepo afirmó que, gracias al trabajo realizado por la corporación, el interés y conocimiento de la vida y obra de Fernando González en la comunidad ha aumentado. Puede que la curiosidad impulse a algunos a acercarse a los lugares que habitaron los escritores y que de allí salgan con un interés por su obra, pero, como lo mencionó Roberts, otros se acercan para seguir las huellas de sus autores favoritos.
En su estudio, Brown exploró otro tipo de turismo literario: las tumbas. “Los visitantes estaban motivados por el deseo de sentirse cerca, rendir homenaje y meditar sobre la influencia de su héroe literario. Para muchos no era suficiente simplemente pasar tiempo junto a la tumba, también querían dejar un recordatorio físico de su visita, una muestra de estima, amor o respeto. En lenguaje religioso, querían dejar una ofrenda, un testimonio de su devoción”, dijo la investigadora sobre el sitio donde reposan los restos de Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre.
Por su parte, Restrepo afirmó que “cualquier museo es importante como banco del conocimiento de la humanidad”; por esto y lo que ha significado el trabajo que han hecho, aseguró que estos lugares se han convertido en “catalizadores de otras cosas y, en ocasiones, se prestan para el romance. Hay muchas parejas que se han conocido en Otraparte”. Se vuelven lugares para acercarse a la literatura y seguir escribiendo la vida no solo de sus autores, sino de ellos mismos.