El último adiós a Fernando Botero
El día de ayer, 22 de septiembre, comenzó en el Congreso de la República el último homenaje a Fernando Botero. La cámara ardiente estará en Bogotá hasta el lunes y luego partirá hacia Medellín.
Sarah Gutiérrez
Los buqués de flores decoraron el Salón Elíptico del Congreso de la República. Entre lirios y tulipanes blancos, que representaron la paz y la tranquilidad, se rindió homenaje al maestro Fernando Botero, quien falleció el pasado 15 de septiembre en Mónaco.
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Los buqués de flores decoraron el Salón Elíptico del Congreso de la República. Entre lirios y tulipanes blancos, que representaron la paz y la tranquilidad, se rindió homenaje al maestro Fernando Botero, quien falleció el pasado 15 de septiembre en Mónaco.
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Los instrumentos de viento de la Banda del Batallón de la Guardia Presidencial ensayaron por última vez sus partituras, mientras los organizadores y la prensa ultimaron detalles entre voces y paquetes de comida, haciendo tiempo mientras trasladaron el féretro del maestro desde la funeraria que lo recibió en el aeropuerto en la noche del jueves.
Un sonido constante de ring tones y el zapateo que anunció movimiento por el inicio del homenaje llenaron el ambiente, haciendo un eco a las ansias por hacer un cubrimiento que estuviera a la altura de la inmensidad de Fernando Botero. Su cuerpo descansó dentro del ataúd custodiado por soldados de la Guardia Presidencial.
El ambiente estuvo cargado de un profundo respeto por parte de los presentes, desde senadores, representantes a la Cámara, militares y prensa, hasta la presencia de sus hijos Fernando y Lina Botero, junto a sus nietos y demás familiares. Casi de inmediato los cantos del Coro Nacional de Colombia ocuparon el recinto, para dar paso a un breve momento de oración presidido por el monseñor Sergio Pulido.
Hasta ese momento solo fuimos unos pocos los que tuvimos la oportunidad de asistir a esta etapa del velorio, en la cual se escucharon las palabras de personajes como el presidente de la Cámara de Representantes, Andrés David Calle Aguas, y del Senado, Iván Leonidas Name Vásquez, quien recordó a Botero como “un artista universal”, mientras a su lado, en una pantalla, se mostraron imágenes de su obra, sus pinturas y esculturas alrededor del mundo.
Durante el desarrollo del acto litúrgico, los presentes fuimos testigos también de la ausencia del presidente Gustavo Petro, que de acuerdo a la Casa de Nariño, dio por cancelada la participación en el homenaje debido a otras actividades que tenía programadas para el día de hoy.
De parte de la familia Botero Zea, la única hija del maestro, Lina, se acercó al estrado a dar un discurso de agradecimiento a las instituciones políticas que estaban detrás de del homenaje. Fue puntual en decir que su padre, más allá de ser un destacado artista, también fue un gran ser humano. Recordó con un comentario cargado de una gracia nostálgica como su abuela había condenado a su padre a “morirse de hambre” cuando este le confesó, a sus 15 años, la intención de dedicar su vida al arte, a la escultura y a la pintura, y como también se aventuró a la ciudad de Nueva York con solo 200 dólares en sus bolsillos y una gran determinación que estuvo presente en su ser hasta el último de sus días.
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La grandeza de Botero no solo estuvo reflejada en sus obras, a las que la misma academia denomina como ‘boterismos’, sino también en su filantropía, de la que fue beneficiada Colombia en 1998, después de que realizará una donación de más de 80 de sus pinturas, dibujos y esculturas, que hoy hacen parte del Museo Botero de Bogotá, el Museo de Antioquia y la Plaza de Botero en Medellín.
Estos aportes significaron para la sociedad colombiana una oportunidad de conocer el arte no solo local, sino mundial. Algunos de los asistentes a la cámara ardiente pasaron por el lado del ataúd cubierto de pies a cabeza con la bandera de Colombia, y como un símbolo de camaradería, golpearon sutilmente el féretro. Otra forma de decir ‘adiós’.
A las afueras de la edificación, dos pendones cayeron por las columnas, mostrando a Fernando Botero como el “artista universal”, y algunas de sus obras más representativas, como Pedrito a caballo, Una pareja bailando y su propia representación a volúmenes de la Monalisa, fueron reproducidas. Los transeúntes hablaron sobre sus percepciones sobre la obra de Botero y el homenaje que se le realizó: algunos la calificaron de “simple”, y otros dijeron que era “una buena representación” de lo que él significó para el país. Lo cierto es que Fernando Botero dejó un legado más allá de su grandeza.