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                                                                                                                                  Elegía a “Desquite”

                                                                                                                                  En el marco de la conmemoración de la muerte de Gonzalo Arango, presentamos Elegía a “Desquite”, uno de sus textos.

                                                                                                                                  Gonzalo Arango

                                                                                                                                  Gonzalo Arango, fallecido el 25 de septiembre de 1976.
                                                                                                                                  Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Le sugerimos leer El oráculo del profeta (Gonzalo Arango)

                                                                                                                                  Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no más que los bandidos del poder.

                                                                                                                                  Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro cierta decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del terror. O sea, la dignidad de un bandolero que no quería ser sino eso: bandolero. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de su satanismo devastador.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un auténtico revolucionario.

                                                                                                                                  Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino, que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio Destino.

                                                                                                                                  “Desquite” era uno de esos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos. Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. “Desquite” no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era irracional, ateo, fiero, y como una fiera tenía que morir: acorralado.

                                                                                                                                  Aún después de muerto, los soldados temieron acercársele por miedo a su fantasma. Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Gonzalo Arango: El profeta de la nada

                                                                                                                                  No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militares. Lo que me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía oculta en el fondo oscuro y enigmático de su biología.

                                                                                                                                  ¿Quién era en verdad?

                                                                                                                                  Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: Yo no tuve escuela, la aprendí en la violencia, a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho, mis primeras armas.

                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar). Sólo le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos de su existencia. El terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos de sangre.

                                                                                                                                  Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido bandolero. Creo que hoy me llamaría “General Exterminio”.

                                                                                                                                  Por eso le hago esta elegía a “Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado. Pero la vida es a veces asesina.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Le sugerimos leer ¿Existió alguna vez el nadaísmo?

                                                                                                                                  ¿Estoy contento de que lo hayan matado?

                                                                                                                                  Sí.

                                                                                                                                  Y también estoy muy triste.

                                                                                                                                  Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio a uno mismo.

                                                                                                                                  Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más remordimiento que el de dejarse matar por su enemigo: toda la sociedad.

                                                                                                                                  ¿Tendrá alguna relación con él aquello de que la libertad es el terror?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Un poco sí. Pero, ¿era culpable realmente? Sí, porque era libre de elegir el asesinato y lo eligió. Pero también era inocente en la medida en que el asesinato lo eligió a él.

                                                                                                                                  Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.

                                                                                                                                  ¿Qué le dirá a Dios este bandido?

                                                                                                                                  Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho a ser hombres.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues él ya pagó sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.

                                                                                                                                  Pero tampoco irá al Cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.

                                                                                                                                  Entonces, ¿adónde irá Desquite?

                                                                                                                                  Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.

                                                                                                                                  Le sugerimos leer “Incendiar establos”, por William Faulkner

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba por las montañas como un condenado, ya no existe.

                                                                                                                                  Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: “Esta es mi vida”.

                                                                                                                                  Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.

                                                                                                                                  Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.

                                                                                                                                  ***

                                                                                                                                  Obtenido del sitio web de Gonzalo Arango

                                                                                                                                  Fuente: Obra negra. Santa Fe de Bogotá, Plaza & Janés, primera edición en Colombia, abril de 1993, p.p.: 42 - 44.

                                                                                                                                  Gonzalo Arango, fallecido el 25 de septiembre de 1976.
                                                                                                                                  Foto: Archivo Particular
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Le sugerimos leer El oráculo del profeta (Gonzalo Arango)

                                                                                                                                  Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no más que los bandidos del poder.

                                                                                                                                  Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro cierta decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del terror. O sea, la dignidad de un bandolero que no quería ser sino eso: bandolero. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de su satanismo devastador.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un auténtico revolucionario.

                                                                                                                                  Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino, que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio Destino.

                                                                                                                                  “Desquite” era uno de esos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos. Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. “Desquite” no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era irracional, ateo, fiero, y como una fiera tenía que morir: acorralado.

                                                                                                                                  Aún después de muerto, los soldados temieron acercársele por miedo a su fantasma. Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Si le interesa leer más de Cultura, le sugerimos: Gonzalo Arango: El profeta de la nada

                                                                                                                                  No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militares. Lo que me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía oculta en el fondo oscuro y enigmático de su biología.

                                                                                                                                  ¿Quién era en verdad?

                                                                                                                                  Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: Yo no tuve escuela, la aprendí en la violencia, a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho, mis primeras armas.

                                                                                                                                  Read more!
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                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una sicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar). Sólo le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos de su existencia. El terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos de sangre.

                                                                                                                                  Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido bandolero. Creo que hoy me llamaría “General Exterminio”.

                                                                                                                                  Por eso le hago esta elegía a “Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado. Pero la vida es a veces asesina.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Le sugerimos leer ¿Existió alguna vez el nadaísmo?

                                                                                                                                  ¿Estoy contento de que lo hayan matado?

                                                                                                                                  Sí.

                                                                                                                                  Y también estoy muy triste.

                                                                                                                                  Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio a uno mismo.

                                                                                                                                  Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más remordimiento que el de dejarse matar por su enemigo: toda la sociedad.

                                                                                                                                  ¿Tendrá alguna relación con él aquello de que la libertad es el terror?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Un poco sí. Pero, ¿era culpable realmente? Sí, porque era libre de elegir el asesinato y lo eligió. Pero también era inocente en la medida en que el asesinato lo eligió a él.

                                                                                                                                  Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.

                                                                                                                                  ¿Qué le dirá a Dios este bandido?

                                                                                                                                  Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho a ser hombres.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues él ya pagó sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.

                                                                                                                                  Pero tampoco irá al Cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.

                                                                                                                                  Entonces, ¿adónde irá Desquite?

                                                                                                                                  Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.

                                                                                                                                  Le sugerimos leer “Incendiar establos”, por William Faulkner

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba por las montañas como un condenado, ya no existe.

                                                                                                                                  Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: “Esta es mi vida”.

                                                                                                                                  Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.

                                                                                                                                  Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.

                                                                                                                                  ***

                                                                                                                                  Obtenido del sitio web de Gonzalo Arango

                                                                                                                                  Fuente: Obra negra. Santa Fe de Bogotá, Plaza & Janés, primera edición en Colombia, abril de 1993, p.p.: 42 - 44.

                                                                                                                                  Por Gonzalo Arango

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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