Elizabeth Siddal, la tragedia de la musa prerrafaelita
Así como Victorine Meurent fue la musa de Edouard Manet para crear su famosa pintura “Olympia”, Elizabeth Siddal fue la musa de los prerrafaelitas, quien fue famosamente retratada como la enamorada de Hamlet, Ophelia. Su historia y vida es una que se convirtió en leyenda y su belleza traspasó los límites del tiempo.
Andrea Jaramillo Caro
Si Botticelli y otros artistas florentinos del renacimiento encontraron en Simonetta Vespucci una Venus caída del cielo, los prerrafaelitas como Dante Gabriel Rossetti y John Everett Millais descubrieron una figura parecida encarnada en la poeta Elizabeth Siddal. La mujer de origen gales e inglés no solo se convirtió en la musa de muchos artistas del movimiento, también se destacó por sus versos y su historia que se convirtió en leyenda.
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Si Botticelli y otros artistas florentinos del renacimiento encontraron en Simonetta Vespucci una Venus caída del cielo, los prerrafaelitas como Dante Gabriel Rossetti y John Everett Millais descubrieron una figura parecida encarnada en la poeta Elizabeth Siddal. La mujer de origen gales e inglés no solo se convirtió en la musa de muchos artistas del movimiento, también se destacó por sus versos y su historia que se convirtió en leyenda.
De orígenes modestos y con una salud frágil Elizabeth Siddal no siempre se dedicó a ser modelo de artistas. La que se convertiría en la musa prerrafaelita por excelencia conoció a Walter Deverell, el artista con el que comenzó su carrera como modelo, mientras trabajaba en una sombrerería en 1849, a los 20 años. Deverell al verla dijo: “Ustedes no podrán creer qué criatura tan estupendamente hermosa he encontrado... Es como una reina, magníficamente alta, con una figura encantadora, y un rostro del modelado más delicado y acabado ... tiene ojos grises, y su cabello es como un cobre deslumbrante, y brillante”, según Lucinda Hawksley, autora del libro “Lizzie Sidal, la tragedia de una supermodelo prerrafaelita”.
A pesar de que el oficio de modelo era despreciado en la sociedad inglesa de mediados del siglo XIX, la madre de Siddal le permitió trabajar junto al artista solo después de que la madre de Deverell habló con ella y así nació la figura de la musa que aparece en las pinturas de John Everett Millais, William Holman Hunt y, su futuro esposo, Dante Gabriel Rossetti.
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La primera pintura en la que el rostro de Elizabeth Siddal quedó inmortalizado para la historia fue la representación de la obra de Shakespeare: “Duodécima noche, Acto II, Escena IV”, desde entonces sus facciones protagonizaron las obras de varios de los hombres pertenecientes a la hermandad prerrafaelita. Luego apareció en las obras de Holman Hunt: “Una familia británica convertida que acoge a un sacerdote cristiano de la persecución de los druidas” (1850), y como Sylvia en “Valentine rescatando a Sylvia de Proteus” (1850-1851). Su aparición más reconocida fue en la pintura de John Everett Millais, “Ophelia”, en la cual representaba la muerte de la joven enamorada de Hamlet, de William Shakespeare.
Sobre el proceso de pintura y modelaje para la obra el Museo Tate, donde se exhibe la pieza escribió: “Para crear el efecto de Elizabeth fingiendo ser Ophelia ahogándose en el río, posó para Millais en un baño lleno de agua. Para mantener el agua caliente se colocaron unas lámparas de aceite debajo. En una ocasión, las lámparas se apagaron y Millais estaba tan absorto en su pintura que ni siquiera se dio cuenta. Mientras posaba para la pintura, Elizabeth sintió mucho frío y se enfermó bastante. Sin un Servicio Nacional de Salud ni medicamentos fácilmente disponibles, Elizabeth fue atendida por un médico privado pagado por el padre de Elizabeth, quien luego ordenó a Millais que pagara las cincuenta facturas médicas. El asunto se resolvió y la señorita Siddall se recuperó rápidamente”. Sin embargo, su carrera como modelo para la comunidad de artistas duró poco tiempo, pues tomó la decisión de convertirse en la modelo exclusiva de Dante Gabriel Rossetti.
Siddal conoció a su futuro esposo mientras modelaban juntos para uno de sus amigos en común, el mismo año en que comenzó a modelar para Deverell. Para 1851 la joven se había convertido en la modelo exclusiva y musa de Rossetti. A través de las pinturas en las que su figura fue retratada Elizabeth Siddal cambió la perspectiva de ciertos aspectos físicos que eran considerados poco atractivos como el pelo cobrizo, “a través de su trabajo como modelo, Lizzie Siddal ayudó a cambiar la opinión pública sobre la belleza”, escribió Hawksley.
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La relación entre Siddal y Rossetti no fue una sencilla, pues, aunque vivieron juntos desde 1851 y se convirtieron en amantes, el pintor se rehusaba a establecer una fecha de boda, aunque hubieran estado comprometidos durante 10 años. Junto a Rossetti, Siddal aprendió todo lo necesario sobre pintura, a pesar de las infidelidades constantes de él y su propia adicción al láudano.
La carrera artística de Lizzie Siddal comenzó formalmente en 1854, tanto como artista y poeta produjo más de 100 obras entre dibujos, pinturas en acuarela y óleo, patrocinada por el mecenas John Ruskin. Los temas de sus poemas usualmente eran oscuros y lúgubres, hablaba sobre la pérdida del amor y la imposibilidad del amor verdadero, algunos creen que estos estaban motivados por el miedo a que su amado encontrara a una musa más joven, ya que él no quería presentarla a sus padres de clase alta.
Sobre su obra el crítico de arte William Gaunt escribió: “Sus versos eran tan simples y conmovedores como baladas antiguas; sus dibujos eran tan genuinos en su espíritu medieval como obras de arte prerrafaelita mucho más acabadas y competentes”. Para 1857 era la única artista mujer que exhibió en una muestra prerrafaelita, en la que una de sus pinturas “Clerk Saunders” fue adquirida por un coleccionista estadounidense. Durante ese mismo año Siddal intentó escapar del control que Rossetti y Ruskin ejercían sobre su vida, por lo que “se llevó a una de sus hermanas a la ciudad balneario de Matlock en Derbyshire. Luego, en lugar de regresar a Londres, viajó a Sheffield, el lugar de nacimiento de su padre, para quedarse con sus primos. Siddal pronto se mudó a una casa de huéspedes y se matriculó en la Escuela de Arte de Sheffield, decidida a triunfar como artista por su cuenta”, escribe Hawksley.
En 1858 la artista decidió terminar su relación con Rossetti. Sin embargo, con su estado de salud empeorando su familia contactó a su ex patrón, que a su vez habló con el amante de Siddal, quien corrió para estar a su lado. Cuando llegó, lo hizo con una licencia de matrimonio en mano y, finalmente, la pareja contrajo matrimonio el 23 de mayo de 1860. Un año más tarde y después de una larga luna de miel en París, la pareja estaba esperando un hijo. Sin embargo, Hawksley especula que, debido a su adicción, Siddal dio a luz a una hija nacida muerta.
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Este evento se sumó a la depresión que ya padecía y su adicción al láudano no la ayudaba. Su vida terminó el 11 de febrero de 1862, a los 32 años, a causa de una sobredosis accidental. La noche anterior ella y su esposo fueron a cenar con un amigo poeta, en la noche Rossetti dejó a su esposa en la cama para ir a dar una clase, cuando regresó ella estaba inconsciente. Hay teorías que afirman que se trataba de un suicidio y que el pintor ocultó la nota que Siddal dejó para que ella pudiera tener una cristiana sepultura, pues el suicidio era considerado un crimen.
La figura de Elizabeth Siddal se convirtió en leyenda, no solo por su belleza, también por su historia que no culminó con su muerte. Siete años después de su entierro Rossetti decidió exhumar el féretro de su esposa para recuperar un manuscrito de poemas que había enterrado con ella. Así se añadió una capa adicional a su historia, además de ser la belleza prerrafaelita, se convirtió también en una figura gótica de culto. Sobre su tumba inscribieron el último poema que Rossetti escribió para ella, titulado “Sin ella”:
¿Qué hay de su copa sin ella? El gris en blanco
Allí donde el estanque está ciego del rostro de la luna.
¿Su vestido sin ella? El espacio vacío arrojado
del tormento de las nubes de donde ha pasado la luna.
¿Sus caminos sin ella? Influencia designada del día
Usurpado por la noche desolada. Su lugar de almohadas
¿Sin ella? Lágrimas, ¡ay de mí! Por la buena gracia del amor,
Y frío olvido de la noche o del día.
¿Qué hay del corazón sin ella? No, pobre corazón,
¿Qué palabra de ti queda antes de que el habla se aquiete?
Un caminante por caminos yermos y fríos,
Caminos empinados y cansados, sin ella eres tú,
Donde la larga nube, la contraparte del largo bosque,
Los cobertizos doblaban la oscuridad en lo alto de la laboriosa colina.
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