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Elkin Díaz: “En ‘Memoria’ está y se siente Colombia, así como su sufrimiento”

“Memoria”, producida y rodada en escenarios colombianos, fue ovacionada en su estreno mundial en el Festival de Cannes. Elkin Díaz, uno de sus protagonistas, cuenta su experiencia.

Janina Pérez Arias
18 de julio de 2021 - 07:58 p. m.
"El encuentro entre Jessica (Swinton) y Hernán (Díaz), en el que no se dicen mucho, es una escena que la trabajé durante cinco meses con Manolo Orjuela, el director de actores de la película, que para fortuna mía es un amigo", afirmó Elkin Díaz (tercero de izquierda a derecha).
"El encuentro entre Jessica (Swinton) y Hernán (Díaz), en el que no se dicen mucho, es una escena que la trabajé durante cinco meses con Manolo Orjuela, el director de actores de la película, que para fortuna mía es un amigo", afirmó Elkin Díaz (tercero de izquierda a derecha).
Foto: sos colombia, Cannes, Festival de Cannes. Tilda Swinton. - GettyImages
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Elkin Díaz está que no cabe de la emoción. Colombia se hizo presente en la alfombra roja del Festival de Cannes con Memoria, de Apitchapong Weerasethakul, cinta que fue ovacionada tras su estreno mundial en el Teatro Lumière. El veterano actor cucuteño busca las palabras para relatar esa noche que venía a cerrar largos meses de intenso trabajo.

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Junto a la conocida actriz Tilda Swinton, Díaz interpretó a Hernán, un hombre enigmático que vive en las montañas y que es clave en la historia de esta película que optó a la Palma de Oro. En el Hotel Majestic de Cannes, Elkin Díaz relata cómo llegó a ponerse a las órdenes de Weerasethakul, al tiempo que habla del paso de Memoria por esta cita cinematográfica.

¿Cómo fue para usted esta experiencia cinematográfica, de la mano de este personaje tan atípico?

Independiente de los nombres, fue más la posibilidad de trabajar en una película con un tailandés, una escocesa y con gente de Colombia. Fue como una torre de Babel. Luego comenzaron a llegar los nombres: Apitchapong Weerasethakul, ganador de una Palma de Oro, Tilda Swinton, ganadora de un Óscar, el gran director de fotografía Sayombhu Mukdeeprom (Call my by your Name, Suspiria), además de los que están en la producción, que son colombianos, mexicanos, alemanes. Fue como: “¡Dios mío, ¿esto qué es?!”.

¿No estaba consciente de las dimensiones del proyecto?

Siendo honesto, no lo estaba. Sabía quién era Tilda Swinton, pero no sabía quién era Apitchapong Weerasethakul. Mi primer casting consistió enviarle al director un video narrando mi vida y él se interesó en algo de mí. Luego fue a Colombia, me llamaron a ese segundo casting y allí lo conocí. Api (acorta el nombre) me pareció tan humilde, como un monje budista. Él no habla español, yo no hablo inglés, así que había un traductor. Me dijo que quería saber sobre ese momento de mi vida cuando miraba para el cielo. Él se refería a algo que había contado en el primer video: cuando tenía 23 años estaba desubicado en la vida, no sabía qué hacer y me la pasaba en una esquina de mi casa en Cúcuta mirando al cielo. Era como un sitio de reflexión, como mi santuario, donde me preguntaba sobre cosas de la vida, de las injusticias. Por aquel momento no tenía ninguna inquietud artística.

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¿Cómo llegó a la actuación?

Por un amigo maravilloso que se llama Juan Carlos Carvajal Franklin, que en aquel tiempo era estudiante de Artes Plásticas y Filología en Bogotá, hoy es escritor. En una vacaciones fue a Cúcuta, vivía a dos casas de la mía, me encontró en mi esquina, le dije que no sabía qué hacer con mi vida, entonces me dijo que probara con el teatro. Yo me moría del susto de ponerme delante de un público. Al otro día me sacó de la cama y me llevó al Teatro Caretas. Allí empezó todo. Hace 36 años estoy acá gracias a Juan Carlos.

Memoria es además un viaje espiritual, ¿qué tanto le tocó el alma?

El encuentro entre Jessica (Swinton) y Hernán (Díaz), en el que no se dicen mucho, es una escena que la trabajé durante cinco meses con Manolo Orjuela, el director de actores de la película, que para fortuna mía es un amigo. Trabajamos esa escena y cada vez que decía una frase o una palabra, comprendía un poco más. Como Api estaba en Tailandia, le mandábamos el material y él siempre pedía menos, más simplicidad. Api me acorraló emocionalmente y eso se lo agradezco. Se trataba de llegar a la mayor simplicidad posible: deshacerme de las morisquetas que uno como actor acumula con el tiempo, y más por mi trabajo en televisión. Cuando fui descubriendo y comprendiendo el alma de este personaje, me sentí libre, ligero.

¿Cree que la percepción de su profesión ha cambiado a través de este trabajo?

Totalmente. Antes de entrar al mundo de la televisión, hacía teatro y era un poco cercano a esto. En el año 90 llegó a Colombia un director polaco que se llama Pavel Nowitzki, quien ha sido mi maestro, mi amigo, mi director, con quien he estado trabajando durante 34 años haciendo muchos montajes. Él también siempre dice “Menos, menos”, como Api.

Tanto Apichatpong Weerasethakul como Tilda Swinton se preocuparon por entender algo de la sociedad colombiana, ¿cómo fue para usted compartir con estas personas foráneas pero que están dispuestas a abrirse para entender el trauma de un país?

Tilda, Apitchatpong y Jeanne Balibar son artistas y qué mejor que un artista para poder entender y comprender lo que pasa en una sociedad. El arte es la manera más simple y profunda de reflejar nuestra cotidianidad, es un vehículo muy poderoso para decir muchas cosas. Sin el arte estamos condenados a la agonía, al sufrimiento, a la barbarie, al ruido de la guerra. Ese interés sincero está plasmado en la película. Memoria es una historia sencilla, simple, rara, con elementos sobrenaturales, pero en ella está y se siente Colombia, así como su sufrimiento.

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¿Cree que los espectadores podrán percibir el trauma y el sufrimiento que quiso transmitir el director?

Tienes que tener en alerta los cinco sentidos, pero creo que ya el primer bang (se refiere a un sonido constante en la historia) te despierta, te hace preguntar qué pasa allí y empiezas a hacer conexiones. Se siente el dolor y la dureza que estamos viviendo en Colombia.

¿Cómo fue el paso por el Festival de Cannes?

La disfruté. No conocía Francia y llegar a Cannes fue entrar en todo este ritmo del festival, tener la posibilidad de ver películas de diferentes países, de compartir, de intercambiar. Yo no hablo inglés ni francés, pero el intercambio cultural, en todos los sentidos, fue maravilloso.

Luego llegó la otra parte de caminar por la alfombra roja con Tilda, Apitchapong, Juan Pablo Urrego y Jeanne Balibar, lo cual fue una gran emoción. La vida me ha premiado a mis 34 años de carrera profesional, de oficio, de trabajo duro que he hecho en Colombia, con esta especie de diploma de graduación. Ahora, con toda la energía y las pilas puestas como actor y persona, regresaré a Colombia y transmitiré toda esta buena vibra a los colegas. Tenemos bastante material, historias, buenos escritores, talento, ojalá podamos volver a Cannes.

Cuando terminó la proyección de Memoria en el Teatro Lumière y el público se puso de pie a aplaudir, ¿cómo fue ese momento?

¡Apoteósico! He tenido la oportunidad de recibir aplausos en el teatro, pero jamás había recibido una ovación de 19 minutos, además hubo muchos aplausos de entrada y después en la salida. Fue muy emocionante ver la alegría de la gente, el respeto, la admiración y el cariño que le tienen a Api, a Tilda Swinton, a Jeanne y los dos actores colombianos que estamos a la altura y nivel de lo que es Memoria.

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¿Qué se lleva del Festival de Cannes y de Memoria, con un personaje clave para la historia como el suyo?

De Cannes me llevo las ganas de volver. De mi participación en la película me llevo bellos momentos y experiencias al lado de Tilda en los ensayos y en el rodaje en Pijao, así como de la manera como nos comunicamos, porque ella estaba aprendiendo español mientras yo tenía ganas de hablar con Api y con ella mucho más del oficio, del cine. Todo eso se queda en el recuerdo y en mi memoria.

Por Janina Pérez Arias

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