“El fomento al libro tendría que seguir siendo una política de Estado”
Emiro Aristizábal, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, habló para El Espectador sobre sus preocupaciones con respecto a la reforma tributaria propuesta por el gobierno de Gustavo Petro y la industria del libro en Colombia.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Comencemos con la Ley del Libro, que se vería afectada con las propuestas de reforma tributaria y que usted tanto ha mencionado como presidente de la Cámara Colombiana del Libro...
Sí, es que el desarrollo que ha tenido la industria editorial colombiana se debe, básicamente, a la Ley 98 de 1993, Ley del Libro. A pesar de que ha habido 19 reformas tributarias, esta no se ha tocado porque ha sido la base y el fundamento del desarrollo de la industria editorial: toca todos los factores que inciden en la edición, impresión, comercialización y venta final del libro. Beneficia a los autores en la medida en que da exención a los derechos de autor, a los editores les tiene una tarifa especial de renta y a las librerías les permite unas ventajas con las inversiones que se tienen para ensanche o apertura de nuevos lugares. Finalmente, tiene una exención de IVA que beneficia directamente al consumidor.
Hablemos de ejemplos con respecto a los beneficios de esta ley desde su expedición…
Cuando la ley se expidió, en el país se leía, aproximadamente, medio libro per cápita al año. En este momento estimamos que puede estar alrededor de tres libros al año. Y este ha sido un beneficio de la ley. Entre librería y editoriales podemos hablar de que todo el circuito del libro tiene cerca de 400 empresas, muchas de ellas pequeñas y medianas en las regiones, así que los beneficios han sido amplios.
Entre ingresos por ventas de libros, pagos de impuestos más altos de las librerías y el incremento del porcentaje de renta para editoriales, ¿habría una suma importante para el recaudo fiscal? Es decir, ¿se justifica?
No. No habrá grandes ingresos fiscales, pero sí habrá efectos negativos para el sector y la industria del libro.
¿Como cuáles?
En Colombia hay muchos escritores, pero no tenemos otro Gabriel García Márquez, que representa unos grandes ingresos por derechos de autor. Sí, hay unos muy importantes que venden internacionalmente, pero la mayoría son autores nacionales que reciben pocos ingresos. Por la escritura de sus libros, esos porcentajes de derechos de autor es lo que reciben por cada una de las ventas de sus obras. Y no son grandes sumas. Lo que la Ley del Libro ha buscado es estimular a nuevos escritores con esta exención de derechos de autor y lo que harían con esta reforma sería ponerlos a tributar, lo que creo que sería un golpe muy duro.
Pero no dejarían de recibir los ingresos por derecho de autor, sino que se les descontaría un impuesto de lo que reciben...
Sí: el escritor hace un acuerdo con la editorial. Un acuerdo sobre un porcentaje por cada libro vendido. Y ese es el único ingreso que recibe. Como un incentivo para que surjan nuevos escritores, la ley dijo: vamos a darles una exención porque eso, tributariamente, no tiene un costo fiscal muy alto, pero sí un beneficio cultural valiosísimo. Y los escritores no pagan un impuesto sobre ese valor.
Ahora hablemos sobre el Artículo 69 de la reforma tributaria: elimina la deducción en renta por ensanche o apertura de nuevas librerías que está contenida en el artículo 30 de la Ley 98 de 1993.
Lo que ocurre ahora es que por el ensanche o apertura de nuevas librerías, esa inversión se pueda deducir de la renta. Nosotros tenemos muy pocas librerías en el país y están concentradas en las grandes ciudades, pero en las intermedias no tenemos y lo que el país necesita es eso. Esto afectaría el crecimiento y desarrollo de nuevas librerías del país.
¿A qué se refieren con el ensanche?
Por ejemplo, tienes 50 metros de librería y decides ampliarla a 80. Y esa inversión requiere de una adecuación, de estanterías, etc. Es el crecimiento de una librería que ya existe, pero dentro de la deducción de renta también se encuentra el montaje de un nuevo lugar.
¿Y sobre la eliminación de la tarifa reducida en renta para empresas editoriales? Actualmente es del 9 % y pasaría al 35 %...
Altísima. En el país hay muy pocas editoriales grandes, la mayoría son pequeñas y medianas. En editoriales independientes, podemos contar unas 130 o 140. Y muchas de estas empresas están fuera de Bogotá, Quijotes que van montando sus lugares y van creciendo. Los gobiernos, desde 1993, han permitido que paguen una tasa más baja de impuestos por esa labor cultural que realizan. Es que son empresas culturales que no representan ingresos económicos muy altos, pero sí unos valores y aportes vitales para el país. Con esta reforma o estos puntos no se conseguirá tanto dinero, pero el perjuicio que recibiría el sector editorial sería inmenso.
En un comunicado, la Cámara Colombiana del Libro anunció el inicio de la defensa del sector editorial ante todas las instancias del Gobierno, haciendo un seguimiento sistemático del proyecto, ¿cómo es esto?
Ya le enviamos a la ministra de Cultura una serie de documentos. También hicimos lo mismo con el ministro de Hacienda, además de que estamos en otro tipo de reuniones porque también estamos conversando con el Congreso, con los senadores y representantes que, finalmente, serán los que deliberarán sobre el tema. Y les estamos dando nuestros argumentos, que son muy claros, además de hacerle un llamado al Gobierno: es necesario que se mantenga la Ley del Libro, el fomento al libro tendría que seguir siendo una política de Estado.
¿Le parece contradictoria esta propuesta de reforma tributaria con respecto a las promesas en materia de cultura que hizo en campaña el gobierno de Gustavo Petro?
Totalmente. En alguna entrevista, al presidente Gustavo Petro le preguntaron qué recomendación o consejo les daría a sus hijos y él dijo: que lean. Te diría una frase que ya dijo otro presidente: creo que esto fue hecho a sus espaldas.
¿No cree que él hubiese estado de acuerdo con estos cambios que se proponen? Pero él es el líder del Gobierno...
Sí, pero también sabemos que él es un gran lector, un enamorado del libro, y que estos textos siempre son susceptibles de cambios o ajustes. Cuando fue alcalde y en las inauguraciones de la Feria del Libro de Bogotá, dejó muy claro que era un amigo de la lectura.
¿Y qué dice el sector?
Todos estamos muy preocupados, porque sabemos las consecuencias que tendríamos que enfrentar. Esto es, prácticamente, ponerle impuestos a la educación.
Algunos de los cambios que se han propuesto en reformas tributarias y afectan a la cultura no han prosperado por distintas razones: conquistas y defensas del sector y hasta porque, legalmente, no son viables, ¿cree que esto será lo que ocurrirá con la Ley del Libro?
Eso espero. El ministro de Hacienda ya dijo que se revisarían las afectaciones que tendría el cine con la propuesta de reforma, eso me da esperanzas, pero sigue siendo una contrariedad que un gobierno de izquierda vaya en dirección opuesta de fomentar la cultura. Lo que debemos pensar es cómo pasaremos de tres libros a cinco libros al año. Que la cultura crezca al final de este gobierno, que se refuerce.
Ahora que menciona lo que querría que pasara a lo largo de este gobierno, ¿qué otras cosas son urgentes para conversar con Patricia Ariza, la ministra de Cultura?
Fijar unas políticas de fomento a la lectura. Debemos fijarnos una meta para que a finales de este gobierno lleguemos a cinco libros per cápita o una cifra cercana. Si nos fijamos un objetivo, miraremos las políticas. “Leer es mi cuento”, por ejemplo, que viene desde la administración Santos, ha dado mucho resultado. Todo es susceptible de ajustes. También creemos que la red de bibliotecas públicas, que son más de 1.500, debería tener más dotaciones o colecciones más actualizadas. La idea es sentarnos y diseñar esas políticas para convertirnos en un país de lectores.
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Comencemos con la Ley del Libro, que se vería afectada con las propuestas de reforma tributaria y que usted tanto ha mencionado como presidente de la Cámara Colombiana del Libro...
Sí, es que el desarrollo que ha tenido la industria editorial colombiana se debe, básicamente, a la Ley 98 de 1993, Ley del Libro. A pesar de que ha habido 19 reformas tributarias, esta no se ha tocado porque ha sido la base y el fundamento del desarrollo de la industria editorial: toca todos los factores que inciden en la edición, impresión, comercialización y venta final del libro. Beneficia a los autores en la medida en que da exención a los derechos de autor, a los editores les tiene una tarifa especial de renta y a las librerías les permite unas ventajas con las inversiones que se tienen para ensanche o apertura de nuevos lugares. Finalmente, tiene una exención de IVA que beneficia directamente al consumidor.
Hablemos de ejemplos con respecto a los beneficios de esta ley desde su expedición…
Cuando la ley se expidió, en el país se leía, aproximadamente, medio libro per cápita al año. En este momento estimamos que puede estar alrededor de tres libros al año. Y este ha sido un beneficio de la ley. Entre librería y editoriales podemos hablar de que todo el circuito del libro tiene cerca de 400 empresas, muchas de ellas pequeñas y medianas en las regiones, así que los beneficios han sido amplios.
Entre ingresos por ventas de libros, pagos de impuestos más altos de las librerías y el incremento del porcentaje de renta para editoriales, ¿habría una suma importante para el recaudo fiscal? Es decir, ¿se justifica?
No. No habrá grandes ingresos fiscales, pero sí habrá efectos negativos para el sector y la industria del libro.
¿Como cuáles?
En Colombia hay muchos escritores, pero no tenemos otro Gabriel García Márquez, que representa unos grandes ingresos por derechos de autor. Sí, hay unos muy importantes que venden internacionalmente, pero la mayoría son autores nacionales que reciben pocos ingresos. Por la escritura de sus libros, esos porcentajes de derechos de autor es lo que reciben por cada una de las ventas de sus obras. Y no son grandes sumas. Lo que la Ley del Libro ha buscado es estimular a nuevos escritores con esta exención de derechos de autor y lo que harían con esta reforma sería ponerlos a tributar, lo que creo que sería un golpe muy duro.
Pero no dejarían de recibir los ingresos por derecho de autor, sino que se les descontaría un impuesto de lo que reciben...
Sí: el escritor hace un acuerdo con la editorial. Un acuerdo sobre un porcentaje por cada libro vendido. Y ese es el único ingreso que recibe. Como un incentivo para que surjan nuevos escritores, la ley dijo: vamos a darles una exención porque eso, tributariamente, no tiene un costo fiscal muy alto, pero sí un beneficio cultural valiosísimo. Y los escritores no pagan un impuesto sobre ese valor.
Ahora hablemos sobre el Artículo 69 de la reforma tributaria: elimina la deducción en renta por ensanche o apertura de nuevas librerías que está contenida en el artículo 30 de la Ley 98 de 1993.
Lo que ocurre ahora es que por el ensanche o apertura de nuevas librerías, esa inversión se pueda deducir de la renta. Nosotros tenemos muy pocas librerías en el país y están concentradas en las grandes ciudades, pero en las intermedias no tenemos y lo que el país necesita es eso. Esto afectaría el crecimiento y desarrollo de nuevas librerías del país.
¿A qué se refieren con el ensanche?
Por ejemplo, tienes 50 metros de librería y decides ampliarla a 80. Y esa inversión requiere de una adecuación, de estanterías, etc. Es el crecimiento de una librería que ya existe, pero dentro de la deducción de renta también se encuentra el montaje de un nuevo lugar.
¿Y sobre la eliminación de la tarifa reducida en renta para empresas editoriales? Actualmente es del 9 % y pasaría al 35 %...
Altísima. En el país hay muy pocas editoriales grandes, la mayoría son pequeñas y medianas. En editoriales independientes, podemos contar unas 130 o 140. Y muchas de estas empresas están fuera de Bogotá, Quijotes que van montando sus lugares y van creciendo. Los gobiernos, desde 1993, han permitido que paguen una tasa más baja de impuestos por esa labor cultural que realizan. Es que son empresas culturales que no representan ingresos económicos muy altos, pero sí unos valores y aportes vitales para el país. Con esta reforma o estos puntos no se conseguirá tanto dinero, pero el perjuicio que recibiría el sector editorial sería inmenso.
En un comunicado, la Cámara Colombiana del Libro anunció el inicio de la defensa del sector editorial ante todas las instancias del Gobierno, haciendo un seguimiento sistemático del proyecto, ¿cómo es esto?
Ya le enviamos a la ministra de Cultura una serie de documentos. También hicimos lo mismo con el ministro de Hacienda, además de que estamos en otro tipo de reuniones porque también estamos conversando con el Congreso, con los senadores y representantes que, finalmente, serán los que deliberarán sobre el tema. Y les estamos dando nuestros argumentos, que son muy claros, además de hacerle un llamado al Gobierno: es necesario que se mantenga la Ley del Libro, el fomento al libro tendría que seguir siendo una política de Estado.
¿Le parece contradictoria esta propuesta de reforma tributaria con respecto a las promesas en materia de cultura que hizo en campaña el gobierno de Gustavo Petro?
Totalmente. En alguna entrevista, al presidente Gustavo Petro le preguntaron qué recomendación o consejo les daría a sus hijos y él dijo: que lean. Te diría una frase que ya dijo otro presidente: creo que esto fue hecho a sus espaldas.
¿No cree que él hubiese estado de acuerdo con estos cambios que se proponen? Pero él es el líder del Gobierno...
Sí, pero también sabemos que él es un gran lector, un enamorado del libro, y que estos textos siempre son susceptibles de cambios o ajustes. Cuando fue alcalde y en las inauguraciones de la Feria del Libro de Bogotá, dejó muy claro que era un amigo de la lectura.
¿Y qué dice el sector?
Todos estamos muy preocupados, porque sabemos las consecuencias que tendríamos que enfrentar. Esto es, prácticamente, ponerle impuestos a la educación.
Algunos de los cambios que se han propuesto en reformas tributarias y afectan a la cultura no han prosperado por distintas razones: conquistas y defensas del sector y hasta porque, legalmente, no son viables, ¿cree que esto será lo que ocurrirá con la Ley del Libro?
Eso espero. El ministro de Hacienda ya dijo que se revisarían las afectaciones que tendría el cine con la propuesta de reforma, eso me da esperanzas, pero sigue siendo una contrariedad que un gobierno de izquierda vaya en dirección opuesta de fomentar la cultura. Lo que debemos pensar es cómo pasaremos de tres libros a cinco libros al año. Que la cultura crezca al final de este gobierno, que se refuerce.
Ahora que menciona lo que querría que pasara a lo largo de este gobierno, ¿qué otras cosas son urgentes para conversar con Patricia Ariza, la ministra de Cultura?
Fijar unas políticas de fomento a la lectura. Debemos fijarnos una meta para que a finales de este gobierno lleguemos a cinco libros per cápita o una cifra cercana. Si nos fijamos un objetivo, miraremos las políticas. “Leer es mi cuento”, por ejemplo, que viene desde la administración Santos, ha dado mucho resultado. Todo es susceptible de ajustes. También creemos que la red de bibliotecas públicas, que son más de 1.500, debería tener más dotaciones o colecciones más actualizadas. La idea es sentarnos y diseñar esas políticas para convertirnos en un país de lectores.
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