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Emprender un camino lejos de casa, la decisión de Francisco Mejía

Las Memorias son Conversadas, las historias escritas en primera persona por Isa López Giraldo. En esta entrega, presentamos a Francisco Mejía, economista.

Isabel López Giraldo
11 de mayo de 2022 - 09:39 p. m.
Francisco Mejía trabajó en Colombia con diferentes entidades tanto públicas como privadas. Tiempo después se trasladó a Washington para laborar con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Francisco Mejía trabajó en Colombia con diferentes entidades tanto públicas como privadas. Tiempo después se trasladó a Washington para laborar con el Banco Interamericano de Desarrollo.
Foto: Cortesía Isabel López Giraldo
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Soy un economista de formación, o de deformación, retirado. Esposo y padre de familia. Migrante o inmigrante, como se prefiera. Un nostálgico de Colombia, pero no la echo tanto de menos. Una persona tranquila, sosegada, no me acelero con mucho. No tengo mayores aficiones, quizás las más convencionales como la lectura, la fotografía, la poesía, la música, charlar con amigos. Y, claro, viajar, porque por mi trabajo durante años viajé muchísimo

Orígenes

Rama Paterna

Soy Mejía García de los Ríos. No tengo certeza, pero se supone que somos descendientes de Liborio Mejía, patriota fusilado o colgado en la Plaza de Bolívar de Bogotá o de Tunja por parte de las fuerzas españolas durante la guerra de la Independencia, después de haber ejercido la presidencia por un par de días. Murió soltero y muy joven, a sus veintitrés años. Unos primos conservan grabados muy bonitos suyos.

Tengo una segunda referencia. El parentesco con Epifanio Mejía, la de un poeta oriundo de Yarumal al cual le deben el Himno de Antioquia. Debió ser tío abuelo de mi abuelo.

Wenceslao Mejía Botero, mi abuelo, de Yarumal (Antioquia), emigró muy joven a los Estados Unidos donde montó una casa de inversiones de bolsa en Nueva York. Hasta donde supe fue inmensamente rico e inmensamente pobre pues se quebró varias veces, una de ellas en la caída del 32, entonces se devolvió al país con su esposa para dedicarse al comercio.

Ana Jaramillo, mi abuela, nació en Manizales, se casó muy joven y tuvo tres hijos: Rodrigo, Luis (que falleció joven) y Frank. No trabajó un solo día de su vida. Fue el centro de la familia, el punto de encuentro a la hora del almuerzo de los sábados. La recuerdo viviendo con nosotros tanto en Madrid, España, como en un apartamento del Edificio Embajador en Bogotá.

Frank Guillermo Mejía Jaramillo, mi papá, nació en 1920 en Nueva York y vino muy niño a Colombia. Estudió en el colegio del Rosario, luego Derecho en la Universidad Nacional. Hizo parte de la generación de Abdón Espinosa Valderrama y varios otros intelectuales. Fue abogado de profesión, juez de la República e hizo parte de la nómina del Consulado de Colombia en Santiago de Chile. Desde ese entonces fue muy adepto al partido comunista, muy de izquierda pese a venir de una familia relativamente burguesa.

Fue corredor de carros de carreras con un grupo de MG. Hacía la doble a Girardot y la vuelta a la Ciudad Universitaria. Ganó tres copas. Su afición a estos carros le duró toda la vida, los coleccionó y disfrutó enormemente.

Sin duda, fue un hombre bien plantado, entretenido, inteligente, simpático, empático. Tremendamente sociable y lleno de amigos. Conoció a mi mamá en una fiesta. Fue muy cercano a los distintos gobiernos, sin que hiciera parte de ninguno. Cambió el derecho por un fusil de caza, aunque nunca lo vi practicar lo que se consideraba deporte en ese momento. Se dedicó al engorde de pollos y producción de huevos, fue uno de los fundadores de esta industria en el país.

Rama materna

Esta es una familia de origen santandereano, García de los Ríos por parte de su papá, y catalana, Boix, por parte de su mamá. Francisco García de los Ríos, mi abuelo, fue fundamentalmente una persona vinculada al gobierno español, algunos de sus hijos trabajaron para los ferrocarriles fundados por Félix Boix, su abuelo. María Dolores Boix, Lola, mi abuela, se dedicó al hogar: cocinaba delicioso. Siempre vistió de negro. Los dos tuvieron siete hijos y tres de ellos vivieron en Colombia.

María Adelaida García de los Ríos Boix, Maida, mi mamá, fue una mujer muy hermosa. Proveniente de una familia de clase media alta a la que le tocó vivir la guerra civil española durante la cual se refugió en Fuenterrabía, al norte de España, mientras su papá permanecía en Madrid. Buena parte de los García de los Ríos y los Boix fueron adeptos al régimen franquista. MI Mamá vino al país a través de una de sus hermanas, quien se había casado con un colombiano que conoció cuando este se fue a estudiar a España en los años 50.

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Sus padres

Mis papás se conocieron en una fiesta que convocó Julio Mario Santo Domingo. Se casaron en la iglesia Santa María de los Ángeles, pero con la oposición de la familia materna al descalificar a mi papá por ser suramericano y comunista. Aunque la abuela sí asistió a la ceremonia.

Somos tres hijos: Ana estudió y se quedó a vivir en Londres. Manuel vivió siempre entre Colombia y España, fue un abogado que murió en el 2020 de infarto en San Gil. Y yo. Nos educaron bajo estrictos valores morales muy fuertes como la lealtad, el amor, porque en mi casa no hubo sino afecto. Mi mamá fue una mujer supersticiosa, pero poco religiosa. Mi papá fue entre agnóstico y ateo.

Infancia

Crecí en una finca al norte de Bogotá cuando esa zona de la ciudad eran terrenos baldíos. La casa fue construida por el arquitecto y diseñador paisa Hernán Vieco, uno de los grandes del país junto con Salmona.

En ella mis papás hicieron muchas tertulias de domingo en la biblioteca que quedaba en el segundo piso. En ellas brindaban comida y whisky. Entonces escuché siempre hablar de actualidad política, porque nos permitían entrar a sus reuniones.

Fueron muy cercanos a escritores como Gabriel García Márquez, a artistas plásticos como Alejandro Obregón, Antonio Roda, a gente del gobierno. Visitaban la casa Jaime Jaramillo Uribe; gran historiador referente de quienes lo sucedieron, autor de muchos libros y profesor de la Nacional. El historiador Jorge Orlando Melo. Mario Latorre Rueda, abogado santandereano, liberal, miembro del Consejo de Estado, profesor de los Andes, papá del Sanedrín de Barco y responsable del: “Dale rojo, dale”. Vicente Laverde Aponte, ministro de Justicia de Alberto Lleras Camargo. El Mosco Cortés, hermano de la Chiva Cortés. Recuerdo al general Ruiz Novoa, ministro de Defensa, porque jugábamos en su carro; un Mercedes 180 negro, con un soldado que hacía las veces de chofer.

La familia de mi mamá fue muy amiga de los Roda, nos visitaban con Alejandro Obregón. Mi papá les compraba arte.

Mi abuela paterna fue una persona muy religiosa. Me llevaba a la misa del cura Párroco en San Pedro Bosco ubicada en la calle 172 en Bogotá, el equivalente al tercer puente. Cuando hice la Primera Comunión me animó a entregar regalos en el hogar para niños que tenía el Padre Luna, sacerdote de la Iglesia de San Diego.

Recuerdo a mi papá bravo con nosotros un par de veces. Cuando le rompimos las ventanas a un vecino de la finca y me metió a la ducha con agua fría. En otra ocasión cuando peleábamos en el carro sobre cuáles eran las murallas más bonitas, si las de Cartagena o las de Ávila en España, él se desesperó y sacó la correa pretendiendo que termináramos el tema.

Academia

Asistí al Colegio Anglo Colombiano que quedaba relativamente cerca de la casa. Fue un colegio muy liberal dividido en cuatro casas que se diferenciaban por la corbata, algo típico de los colegios de clase alta inglesa.

Me gustó mucho jugar y menos estudiar. Esta situación cambió tarde, ya en la Universidad. Se me han facilitado las matemáticas, entonces me iba bien. Era más de tener amigos, aunque a la mayoría les perdí la pista, como a los Vargas Lleras, Felipe Martínez; con quien coincidí en los Estados Unidos, Sergio Pineda, de gaseosas Hipinto.

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España

Mi papá con mi tío Rodrigo montaron un negocio de engorde de pollos que creció muy rápidamente en tan solo una década hasta convertirse en el más grande del país. También incursionaron en incubación de huevo: tuvieron incubadoras en Girardot, la Costa, Santander. En un chequeo médico por infarto de corazón, en Houston, le sugirieron considerar fumar menos o trabajar menos porque así no iba a durar. Decidió entonces retirarse en sus tempranos cuarentas. Fue así como le vendió sus empresas a Julio Mario Santo Domingo y decidió que viviéramos en España.

Llegamos en verano a Fuenterrabía. A mi hermano Manuel y a mí no nos afectó el cambio, por el contrario, a mi hermana sí al tener que distanciarse de su novio, Konrad Brunner, arquitecto austríaco muy reputado, también tuvo que alejarse temporalmente de su gran amiga Alejandra Samper quien después se casó con Antonio Caballero.

Disfrutamos de la familia extendida en la playa antes de instalarnos en Madrid donde mi papá se dedicó a leer, a hacer tertulias con amigos y a la fotografía. Rechazó ofertas importantes de negocios, prefirió disfrutar a la familia, salir a caminar, vivir intensamente.

Durante las vacaciones de verano mis papás nos turnaban a cada uno de nosotros, sus hijos, para que visitáramos a la familia en Colombia, así viajé cada tres años. Las otras temporadas las pasaba en la casa que mis papás tenían alquilada con Plinio Apuleyo Mendoza en Mallorca por donde circulaba la gente de la intelectualidad que vivía en España, como García Márquez, Vargas Llosa y tantos otros.

Por ser mi familia franquista, me enrolaron junto con mi hermano en el colegio Alamán que quedaba cerca a Barajas donde el director era inválido y ciego. A mi hermana la matricularon en el Alamán de mujeres, donde la directora era hermana de nuestro director y también era ciega o sorda. Aquí estudiaban buena parte de mis primos, pero nosotros no nos adaptamos.

Un veterano de la división azul de Franco nos dictaba el curso Formación del espíritu nacional. Esta división había sido enviada por Franco a pelear en el frente de Stalingrado durante la segunda guerra mundial. Se trataba de gente que había estado presa, con arrepentimiento de no haber participado en el triunfo del franquismo, y que se había ido al frente alemán en Rusia. En esta clase me aprendí Cara al sol, Himno de la Falange española, una de las canciones centrales de la extrema derecha que era con que iniciábamos a diario.

Mi papá, siendo un hombre liberal que buscó siempre dejar ser y hacer que cada quien encontrara su camino, no asimiló la filosofía de la institución, por lo que decidió cambiarnos de colegio. Entonces mi hermano estudió en Saint Patrick, colegio laico cerca a la casa, y yo asistí al Estudio, colegio muy liberal español de altísima calidad académica donde dejé grandes amigos.

Aquí aprendí latín, por ejemplo, pero mis papás se preocuparon cuando vieron que estaba perdiendo el inglés, entonces consideraron enviarnos a un internado en Suiza, pero nosotros no quisimos. Llegué pues al Colegio Americano de Madrid, equivalente al Nueva Granada, donde hice todo mi bachillerato. Este no era tan riguroso, más bien poco estructurado, bilingüe y con una población estudiantil hija de ejecutivos de compañías gringas en España. La persona que más me marcó en ese momento de mi vida fue Miss Villalbazo, cubana americana radicada en España, profesora de cálculo.

Decisión de carrera

En mi casa siempre hubo una biblioteca muy grande y abierta a nosotros. Papá nos orientaba las lecturas, nos animaba a leer a Marx, Freud y a tantos otros autores, pensadores, poetas, historiadores, filósofos, psicoanalistas, literatos. Esto me hizo un intelectual de izquierda, con capacidad matemática.

Como mis amigos, me encontraba en las fronteras de lo que era ilegal en España: salíamos a manifestaciones, tirábamos piedra en las plazas. Para ese momento quise estudiar cine, fui muy cercano a un amigo que proyectaba películas en el colegio y yo asistía al mayor número de ellas, normalmente prohibidas por su contenido político. Podría resultar atrevida esta afirmación, pero considero que el mejor cine español es de esa época.

Era obligado a hacer un año adicional de preparación para la universidad y presentar un examen de ingreso, porque no era suficiente el bachillerato. Entonces mi papá me envió a Toronto en Navidad a visitar a un amigo suyo, Alberto Hernández, que se casó con una canadiense y quien estudiaba ingeniería en la Universidad de Toronto. Me quedé durante dos semanas en su residencia estudiantil. Era el año 75. Esta experiencia me cambió la manera de entender la vida. Venía de un entorno y una formación extremadamente dura en todos los aspectos, llevaba una vida monástica para descubrir un mundo hippie.

Regresé a España, terminé mi colegio, fui admitido en Boston para estudiar matemáticas, pero preferí Canadá que exige un grado trece de colegio, entonces lo cursé en el Cantab College donde tenían el negocio de graduar estudiantes extranjeros para que ingresaran a universidades canadienses y así con sus familias migraran a Canadá. En otras palabras, este era un canal de migración. En mi clase todos eran de Honk Kong excepto yo. Para ese momento me revelé a todo lo gringo, no quería ir a los Estados Unidos, entonces ingresé a la Universidad de Toronto en liberal arts, donde permanecí por dos años viviendo la fiesta, la rumba, los amigos, todo con la mesada que me pasaba mi papá, pues resultaba generosa. Para ese momento mis papás vivían entre Paris y Bogotá, entonces decidieron traerme con ellos a Colombia.

Universidad de los Andes

Mi papá me conectó con la Universidad de los Andes y me transferí a Economía, aunque con malas notas. En una de las entrevistas que se dieron, Mario Latorre y Fernando Cepeda me animaron a quedarme.

No tenía familia en Bogotá, pues todos estaban por fuera y ya había muerto mi abuela, igual me adapté. Me instalé en la casa de mis papás y comencé a hacer amigos en una facultad que era muy reducida en alumnos. Fueron mis compañeros Santiago Montenegro, Leonardo Villar, Hernando José Gómez, Darío Vargas, Martha Lee.

El papá de Darío fue director del Instituto Nacional de Radio y Televisión – INRAVISIÓN, el ente gubernamental en estos temas fundado por Fernando Gómez Agudelo. Claudia, hija de Fernando, Darío y yo, tuvimos dos experiencias en televisión. En esa época éramos miembros de Firmes, grupo de izquierda apoyado por José Antonio Ocampo, nuestro profesor, y del que hizo parte Santiago Montenegro. El programa lo presentaba un señor Sánchez que nos pedía asistir a un concurso y lo que ganáramos se donaba a causas sociales.

Darío nos invitó a una presentación de Mercedes Sosa en televisión. No me fue posible asistir, pero quienes sí fueron los entró al estudio. Se acercaron a ella para decirle que tenían miles de estudiantes dispuestos a escucharla en concierto a nombre de las víctimas de la represión y que tendría lugar en la Universidad de los Andes. Ella aceptó y de inmediato pusieron fecha: era sábado y se comprometieron para el miércoles. Entre todos contratamos los equipos que ubicamos en las terrazas de las escaleras, estas las usamos como graderías, el escenario fue una de las terrazas. Al guitarrista le robaron su guitarra, que rescató Santiago Montenegro, además, Santiago fue el presentador del evento. Creo que este ha sido el único concierto masivo, popular y gratis que se ha hecho en los Andes.

Fui monitor en Macroeconomía, de Eduardo Sarmiento. Uno de los alumnos fue Alberto Carrasquilla, a quien rajamos en un examen por presentar excusas que no aceptamos. Por supuesto, luego se lo repetimos por ser él tan buen estudiante. Teníamos un circuito de Teoría Económica que empezaba por Microeconomía, Teoría I y II, Economía del bienestar y Teoría marxista. Fueron nuestros profesores exiliados chilenos y brasileros. Recuerdo a Oscar Landerreche.

Estaba recién creada la Revista Alternativa, muy cercana a Firmes, de Gabriel García Márquez, Enrique Santos Calderón, Antonio Caballero, Daniel Samper Pizano, todos intelectuales de izquierda muy representativos. Para ese momento yo hice algunos pinitos en el periodismo con crónicas sobre arte y literatura apoyado en libros que estaba leyendo, también hice entrevistas a personajes como Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez y varios otros. Porté mi pase de periodista y me acompañaban fotógrafos.

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Departamento Nacional de Planeación

Recién graduado me vinculé al Departamento Nacional de Planeación – DNP, gracias a un compañero de curso. Ingresé a la División de Transporte y luego a la División de Energía como joven profesional, donde ejercí como economista.

En transporte el rol era revisar importantes propuestas de infraestructura para ver su viabilidad. Entre varios proyectos estudié el estadio de Barranquilla, la ampliación por enésima vez de la carretera de Bogotá a Tunja. Luego pasé a energía cuando se adelantaba el primer estudio completo del sistema energético nacional.

Fui la contraparte técnica de los consultores en el tema econométrico y de simulación de modelos energéticos de la firma Mejía, Millán y Perry, empresa de consultoría muy importante de José Manuel Mejía, Jaime Millán y Guillermo Perry. También lo fui de Econometría Ltda.

El cerebro de la parte econométrica de la firma era Manuel Ramírez, quizás el mejor economista que ha producido Colombia, mi profesor de econometría. Alguien enormemente generoso, leía econométrica, dedicado a estos temas. Trabajó mucho tiempo en la facultad de Economía en los Andes y luego en la del Rosario.

Tuve que revisar los proyectos econométricos que presentaba Rodrigo Villamizar, famoso muchos años después por el miti miti como ministro de Energía del gobierno Samper, en alguna reunión lo grabaron mientras hablaba de repartirse algún contrato con alguien de Cali. Tuvo que renunciar.

Tuve ofertas para trabajar en el Banco de la República, pero no acepté al no considerarme monetarista, error de interpretación mío en la época. Pero también tuve la opción de estudiar becado en el exterior y así lo hice.

London School of Economics

El Consejo Británico brindaba dos becas anuales a estudiantes de países en desarrollo, especialmente de América Latina, para estudiar en Inglaterra. Me postulé, gané y me indicaron que estudiaría Desarrollo Económico en Leeeds University, al norte de Inglaterra, pero no me interesó.

Por razones del destino un par de semanas después vino al país el profesor Christopher Dogherty para brindar una asesoría al gobierno. Esta consultoría se daba en la división de mi amigo Jaime Ardila, en Planeación Nacional, quien me sentó a hablar con él. Chris de inmediato me pidió papeles de admisión al London School of Economics para hacer la maestría.

Al ingresar tuve que hacer cursos de nivelación en micro, macro y en una electiva: los mismos del doctorado. Así pude ingresar a segundo año de manera directa en Economía, Sen, Pissarides, pero resultó muy pesado. Tuve varios profesores que fueron Premios Nobel de Economía. Coincidieron conmigo amigos como Fabio Villegas, Santiago Montenegro y Luis Carlos Valenzuela.

Una vez terminado mi estudio tenía la opción de trabajar en grandes empresas o continuar con el doctorado. Pero decidí tomar vacaciones con unos recursos que contaba. Resulta que, cuando me gradué de economista de los Andes, mi papá me regaló mi primer carro, un Renault 4 azul, entonces decidí venderlo para irme a conocer Europa. Tomé vacaciones durante cuatro meses visitando amigos en Francia, Italia, Grecia, Suiza. Me encontré con José Leibovich y Carlos Laverde. En Atenas un señor se quedó mirándome, al rato se acercó para preguntarme: “¿Usted es familiar de Pacho Mejía?” Se trataba de Bernardo Vargas, presidente de ISA durante muchos años.

Por tener el compromiso moral, no legal, de regresar al país por lo menos un año, volví a Colombia.

División Estudios Monetarios – DNP

A mi regreso de Inglaterra me ofrecieron dirigir la división de estudios monetarios en el DNP, en la unidad de estudios globales, cuando el director general era Mauricio Cabrera y los jefes de división éramos Eduardo Lora y yo.

Universidad de los Andes

Me ofrecieron enseñar y trabajar en la Universidad de los Andes en el montaje del posgrado en Evaluación de Proyectos con recursos del Banco Interamericano de Desarrollo. Aquí me encontré nuevamente con Luis Carlos Valenzuela, Pablo Roda (hijo de Antonio Roda). Paralelamente hacía consultorías para el BID y para el Banco Mundial.

Para ese momento el decano de Economía era Édgar Revéiz. Cuando renunció el director del programa, nombraron a una colega, entonces renuncié al pensar que yo era mejor y que merecía el puesto. Otro error propio de la edad y el ego.

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Federación Nacional de Cafeteros

Por invitación de mi amigo Jorge Valencia, durante algunos meses trabajé en la Federación Nacional de Cafeteros en la dirección de Estudios Económicos, cuando el gerente era Jorge Cárdenas Gutiérrez. Hice un estudio con Roberto Junguito y Guillermo Perry sobre el café en Colombia que se publicó en libro.

Centro de Estudios de Desarrollo Económico– CEDE

Eduardo Sarmiento, decano de Economía de los Andes, me llamó a invitarme a dirigir el Centro de Estudios Económicos – CEDE de la Universidad. Acepté y asumí el cargo. Ya contaba algunos años como catedrático, tanto en pregrado como en posgrado, de Micro, Evaluación de proyectos y de Inversiones.

El Centro contaba con treinta profesores adscritos que hacían investigación financiados por los fondos de la Universidad o por entidades del Estado, lo que no gustaba tanto era hacer consultoría, y en ningún caso con privados. Hicimos consultorías con el Banco de la República y con el DNP en temas de inversión pública y efectividad del Banco. Eventualmente se publicaba en la revista de economía de la Facultad. Uno de mis mayores aportes fue el hacer al CEDE viable financieramente, pues al recibirlo no era sólido a largo plazo.

Estando allí nos tocó la toma del Palacio de Justicia por parte del M – 19. Alcanzamos a escuchar las explosiones, tanto de ese hecho como de la retoma por parte del ejército. Hoy concluyo que fue un golpe de Estado por parte del Ejército al gobierno de Belisario Betancur.

Después de tres años me retiré para asumir nuevos retos.

Departamento Nacional de Planeación

Recibí una llamada de mi amigo Luis Carlos Valenzuela, el Chiqui Valenzuela, quien había dirigido la Unidad de Inversiones Públicas de Planeación, cuando la jefe era María Mercedes Cuéllar.

La Unidad contaba con recursos importantes del Banco Interamericano de Desarrollo para reformar el sistema presupuestal colombiano en los temas de inversiones públicas. Ya tenían una historia muy corta con la Organización de Estados Americanos – OEA para montar los sistemas de información sobre la inversión pública cuando se hacía en hojas de cálculo, Lotus 1 2 3, equivalente al Excel.

Silvia Escobar y Luis Carlos Valenzuela me convencieron de liderar el montaje de los sistemas de información a fin de que el gobierno supiera en qué se estaba gastando la plata. El gobierno, con excepción de muy pocos proyectos, los que cuentan con financiamiento internacional, no tenía idea en qué destinaba los recursos. Paralelamente, en Hacienda estaban montando lo mismo. Entonces Luis Carlos me ofreció ser consultor a través de una agencia de Naciones Unidas que depende de la CEPAL.

El corazón de ese sistema es el Banco de Proyectos, repositorio de todos los proyectos de inversión pública que hace la Nación. Introdujimos en la Ley orgánica de presupuesto y en los decretos reglamentarios el requerimiento de no poder gastar plata sin tener registro en el Banco de Proyectos. Para estar registrado se debía cumplir con una serie de estudios definidos por nuestra unidad.

Cuando Luis Carlos se fue como viceministro de María Mercedes en la cartera de Desarrollo, asumí el proyecto hasta dejarlo activo de manera autónoma sin requerir consultores. Y lo logramos no sin antes montar un sistema de capacitación enorme con apoyo de los Andes y otras universidades regionales. Se trató de capacitar a capacitadores, entrenamos gente para que entrenara a otros.

Los sistemas de información se hablaban en las noches vía módem, muchas veces a través del DANE. Para la época no se contaba con un aplicativo que permitiera montarlo en sitio como actualmente ocurre.

Tomamos el modelo chileno de su sistema de inversiones públicas y lo adaptamos a Colombia. Trajimos consultores internacionales que nos enseñaran cómo hacer los desarrollos metodológicos de software y hardware. Los proyectos registrados que resultaran viables pasaban a estudio de elegibilidad para financiación. Además de montar las fichas que contenían la información de los proyectos, se buscaba facilitar técnicamente al ministro o ministra el acceso a los datos.

Si de algo me precio es de haber sido el papá de la evaluación de proyectos en Colombia. Monté la especialización en los Andes que luego replicaron otras universidades.

Juan Luis Londoño, subjefe de Planeación, me decía: “Pacho, lo que quiero es que usted no me sirva, porque eso significa que el programa está listo y podremos hacer otra cosa”. Cuando dejamos el montaje institucional en el DNP y en los Ministerios, cambié de norte.

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Banco Interamericano de Desarrollo - BID

Vivía solo en un apartamento en los Cerros de Bogotá. El edificio requería bomba eléctrica pues no quedaba cubierto por el servicio del Distrito. Era el gobierno Gaviria con su apagón, entonces a falta de energía también faltaba el agua. Esto sumado a los temas de seguridad, al que comunicarse era muy complejo pues se vivía una de las más grandes huelgas en telecomunicaciones porque estaban privatizando a Telecom, me hicieron considerar vivir por fuera. La única forma de sobrevivir en Bogotá era yendo a las fincas y yo iba a la de mis papás en Tota, un lugar que está anclado en mi corazón.

Con mis consultorías y encontrándome en un Hotel en Jamaica, Jerry Jonhson, sub representante del BID, me invitó a leer The Economist pues había publicado un aviso sobre un trabajo en Washington para alguien con mi perfil. Apliqué y fui seleccionado.

Pensé en irme por un año, pero estuve veintitrés.

Mi primera impresión la tuve desde el vuelo al considerar que no había ciudad, pues los campos arborizados no permitían ver los suburbios. Este es uno de los despegues más lindos del mundo, permite maravillarse con lo monumental de sus edificaciones gubernamentales.

Alquilé un apartamento en Maryland, en el mismo edificio de Mario Lotterspil, amigo argentino experto en temas sociales que había trabajado con nosotros. Él hacía parte del staff del BID.

El tema operativo del banco consistía en estudiar una idea de proyecto que alguien presentaba al presidente del banco o al ministro, actualmente es mucho más elaborada la interface y conexión con los países. Mi trabajo como jefe de proyectos era aterrizar en el país con un equipo, solo o con consultores (dependiendo de la magnitud de la inversión), hablar con las autoridades, entender a profundidad sus necesidades, realizar análisis sectoriales para identificarlas y, a partir de eso, armar el proyecto con consultores del país. Esto puede tomar seis y hasta doce meses. Al interior del Banco se procesa en comités hasta que llega el proyecto final a presidencia.

El Banco cuenta con toda suerte de manuales que blindan las inversiones de los países. Si los recursos se perdieran, tendrían que devolverlos. De no hacerlo se suspende el financiamiento. Típicamente lo que se busca es corregir el proyecto para no perder lo invertido.

Una de las cosas que hizo Luis Alberto Moreno, quien tuvo una gestión excelente a la cabeza del BID, fue buscar que los proyectos se hicieran desde el terreno con capacidad de representación, porque el Banco cada vez es más cercano a los países comprometiendo gente de primer nivel.

Por regla no trabajé proyectos con Colombia. El único acercamiento que tuve se dio cuando el equipo económico del primer gobierno de Uribe fue liderado por Roberto Junguito, Juan Luis Londoño, Alberto Carrasquilla, Santiago Montenegro. El Banco me envió a apoyar en temas específicos.

Ayudé a armar sistemas de información pública en Jamaica, República Dominicana, Perú, Bolivia, Argentina, Nicaragua, Honduras. Armé el primer proyecto de reforma de justicia en América Latina del BID en Costa Rica, un proyecto de gestión judicial que después se replicó.

Trabajé haciendo proyectos del sector privado con el grupo de planificación estratégica llamado Oportunidades para la mayoría, que constituyó Luis Alberto Moreno y que identifica financiamientos privados para aliviar la pobreza, reduciéndola. Así armé el sistema costo/efectividad, recuperando su capacidad de analizar proyectos desde este punto de vista.

Consultorías

Me retiré del BID una vez cumplida la edad límite y continué con consultorías atadas al Banco, revisando los informes de terminación de proyectos. También he hecho consultorías con el Fondo Monetario Internacional – FMI en Moldovia, país pequeño al sur de Ucrania.

El jefe de estrategia del fondo internacional de la agricultura en Roma, que maneja billones de dólares para prestarlos a agricultores pequeños y pobres alrededor del mundo, especialmente en África y Asia, me invitó a instalarme en Roma para montar el sistema de inversiones. Acepté, pero viajando por semanas dado que ya estaba casado.

Familia

Estando en Washington buscaba a una persona que nos ayudara en temas de capacitación judicial, en entrenamiento de jueces. Me refirieron a Lisa Mayr, la debía entrevistar mi colega quien dijo que justo se había enfermado ese día, entonces lo hice yo. Esa consultoría era el plan B de otra que en últimas sí se dio.

No me quedaba llamarla, por lo mismo le dije a mi amiga que lo hiciera para manifestarle mi interés en salir con ella. Empujada por su mamá, quien quería que Lisa fuera más social, me llamó, salimos y un par de años después nos casamos. Esta ha sido la mejor decisión que he tomado en la vida.

Liza es una mujer de temperamento tranquilo, vive en calma, es una analítica seria, y una persona muy divertida. Estudió negocios y cuenta con un MBA de Georgetown University. Trabaja en temas de finanzas, es Chief Financial Officer de una empresa grande de tecnología en centro de datos que trabajan la nube. También hace parte de la junta directiva de empresas muy grandes de los Estados Unidos.

Tenemos dos hijos. Isabel cursa tercer año de psicología en Boston University. Es intelectual, excelente lectora, inteligente. Alex se gradúa de colegio este año y va a asistir a la escuela de negocios para hacer sport management en Penn State University. Es un atleta que sufrió una lesión que lo sacó de competencias, ahora va a jugar a nivel recreativo.

Proyecto

Estoy comenzando un libro sobre mi experiencia en evaluación de proyectos, al considerar importante hacer una evaluación más estructurada sobre el tema de la calidad de inversión pública en América Latina y particularmente en Colombia.

Tengo pendiente un recorrido para acompañar a mis hijos a quienes les falta una etapa importante de sus vidas.

Nunca quise volver al país por encontrarme muy anclado a los Estados Unidos, no solo yo, sino también mi esposa que tiene su carrera profesional. Aunque echo de menos a mis amigos, el paisaje, el velero y la pesca en Tota.

Por Isabel López Giraldo

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