La influencia de Tolstói en Gandhi y la no resistencia al mal con la violencia
Cada 2 de octubre se celebra el Día Internacional de la No Violencia, un día elegido en conmemoración del nacimiento de Mahatma Gandhi. Su filosofía de la no violencia se inspiró en pensadores como León Tolstói, cuyo ensayo “El reino de Dios está en vosotros” señalaba la resistencia pacífica y el amor como fuerzas transformadoras en la lucha contra la opresión.
Diana Camila Eslava
Hoy, 2 de octubre, Día Internacional de la No Violencia, el mundo sigue resonando con los ecos de la guerra. Israel lanzó nuevos ataques en el sur de Beirut, mientras que Irán, en represalia, ha bombardeado Tel Aviv y Haifa.
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Hoy, 2 de octubre, Día Internacional de la No Violencia, el mundo sigue resonando con los ecos de la guerra. Israel lanzó nuevos ataques en el sur de Beirut, mientras que Irán, en represalia, ha bombardeado Tel Aviv y Haifa.
Los misiles atraviesan el cielo y las promesas de paz se desvanecen. Las sirenas suenan en Israel, más víctimas huyen de Palestina y del Líbano, y las amenazas entre Teherán y Jerusalén oscurecen cualquier intento de diálogo. La cruel ironía es que, en un día dedicado a la paz, el mundo parece destinado a repetirse en la tragedia, rompiéndose y fragmentándose una vez más. Es un escenario muy alejado del ideal de Gandhi, cuya memoria hoy se conmemora por su lucha por la independencia de la India a través de la no violencia, la desobediencia civil y la resistencia pacífica.
En el Transvaal, una región de Sudáfrica, Mahatma Gandhi comenzó su lucha por la justicia social y los derechos humanos y allí se marcó el inicio de su filosofía de la no violencia, o ahimsa. Llegó a Sudáfrica en 1893 como un joven abogado para representar a una firma india en un caso legal, pero fue allí donde experimentó de primera mano el racismo y la discriminación que sufrían los indios bajo el régimen colonial británico y las leyes segregacionistas del gobierno sudafricano.
El episodio que lo llevó a su despertar político fue cuando lo expulsaron de un tren por negarse a moverse a un vagón de tercera clase, a pesar de tener un boleto de primera clase.
En el Transvaal, Gandhi organizó a la comunidad india y se convirtió en un líder del movimiento de resistencia pacífica contra la legislación que los obligaba a llevar pases de identidad y los privaba de muchos derechos básicos.
En 1906, cuando Gandhi fundó el movimiento de “resistencia pasiva”, conocido como satyagraha, ya estaba profundamente influenciado por ideas filosóficas y espirituales que afirmaban que la verdad y la no violencia podían ser fuerzas más poderosas que cualquier forma de opresión. Para ese entonces, Gandhi había leído a pensadores como Henry David Thoreau, cuyo ensayo sobre la desobediencia civil le inspiró a adoptar la resistencia pacífica como herramienta política. Pero una de las influencias más significativas en su pensamiento fue la obra de León Tolstói, especialmente su ensayo El reino de Dios está en vosotros.
La obra del novelista y pensador ruso exploró la relación entre el individuo, la fe y la violencia. Tolstói escribió este ensayo en 1894 en un contexto de introspección personal y espiritual, a medida que se alejaba de la iglesia ortodoxa rusa, y se cuestionaba sobre la verdadera esencia del cristianismo.
Empezó Tolstoi su ensayo: “En 1884 escribí un libro titulado ‘¿En qué consiste mi fe?’, en el cual expuse verdaderamente mis creencias. Al exponer mis creencias en las enseñanzas de Cristo no pude dejar de expresar los motivos por los que no creo en la doctrina de la Iglesia –habitualmente llamada cristianismo–, y por qué razón considero que esta doctrina es errónea. Entre las muchas desviaciones de esta doctrina respecto a las enseñanzas de Cristo señalé cuál es la principal, esto es, el no reconocer el mandamiento sobre la no-resistencia al mal con la violencia, que es la desviación más evidente que muestra la tergiversación que la doctrina de la Iglesia ha hecho de las enseñanzas de Cristo”.
El escritor, que relató su experiencia tras la publicación de su obra “¿En qué consiste mi fe?” y las reacciones que esta generó, contó que las primeras cartas que recibió fueron de cuáqueros americanos, quienes expresaron su interés por sus opiniones sobre la ilegitimidad de la guerra y la violencia para los cristianos.
Durante su estudio de los escritos de los cuáqueros, Tolstói aseguró constatar que la incompatibilidad entre el cristianismo y la violencia era un tema reconocido desde hace tiempo. Se sintió sorprendido de que la Iglesia hubiera defendido una combinación tan contradictoria. Este periodo de reflexión también lo llevó a recibir cartas de otros grupos en América con visiones similares.
Entre los que se comunicaron con el autor ruso estaba el hijo de William Lloyd Garrison, un destacado abolicionista de la esclavitud, quien le hizo notar las similitudes entre las ideas de su padre y las expuestas en su libro. Garrison había redactado en 1838 una proclamación sobre la no resistencia, en la que abogaba por rechazar la guerra y promover una revolución pacífica. En esta declaración, se afirmaba que no reconocían a ningún gobierno, sino únicamente a la humanidad en su conjunto como rey y juez en la Tierra.
Profundamente inspirado por esta proclamación, el escritor encontró en ella un eco de sus propias convicciones sobre la necesidad de un renacimiento espiritual. Tanto los cuáqueros como los seguidores de Garrison compartían la idea de abolir las instituciones vinculadas a la guerra y desafiaban la noción de que los gobiernos actuaban conforme a la voluntad divina.
La correspondencia entre Ghandi y Tolstói
En 1909, Gandhi expresó su gratitud por correspondencia a León Tolstói por su ensayo Carta a un hindú, pues sus palabras resonaron profundamente con sus principios de lucha no violenta. Esta conexión se fortaleció en 1910, cuando Tolstói, en otra misiva, abordó el dilema entre la gentileza y la brutalidad, agradeciéndole a Gandhi por su trabajo y por su diario, Indian Opinion.
Tolstói escribió sobre el amor como la ley suprema de la vida, una noción que, según él, fomentaba la unidad y la comprensión entre los seres humanos. En su carta a Gandhi, el ruso compartió su creciente necesidad de expresar sus pensamientos sobre un tema que consideraba de inmensa importancia: la renuncia a la resistencia por la fuerza. Le explicó que esta renuncia era, en esencia, una manifestación de lo que él denominaba la “ley del amor”, un principio que unía a todos los seres humanos y que era fundamental para la vida.
En la misiva se puede leer:
“El amor o, en otras palabras, el esfuerzo de las almas de los seres humanos hacia la unidad y el comportamiento dócil entre sí que resulta de ello, representa la más elevada y, en realidad, la única ley de la vida, como todo ser humano sabe y siente en lo más profundo de su corazón (como comprobamos claramente en los niños), y que conoce hasta que se ve atrapado en la red de los pensamientos mundanales. Esta ley fue enunciada por todas las filosofías, tanto india como china, así como judía, griega y romana. Creo que el que la enunció con mayor claridad fue Cristo, que dijo explícitamente que de ella derivaba toda la Ley y los Profetas. Y además, previendo la distorsión que ha impedido su reconocimiento y que siempre lo entorpecerá, indicó en especial el peligro de la tergiversación que se presenta ante los seres humanos que viven movidos por los intereses mundanos: es decir, que pudieran afirmar el derecho a defender sus intereses por la fuerza o, tal y como él lo expresó, a devolver golpe por golpe y a recuperar las propiedades robadas mediante la fuerza, etcétera. Supo, como deberían saber todas las personas razonables, que el empleo de la fuerza es incompatible con el amor, siendo esta la ley más elevada de la vida, y que tan pronto como se considera permisible el uso de la fuerza, aunque sea en un único caso, entonces la propia ley se negativiza de inmediato.”