“En el ojo nace la rosa”: aprender a abrazar las sombras
La exposición de Luz Lizarazo, que se presenta hasta el 10 de junio en la galería Casas Riegner (calle 70A # 7- 41), utiliza metáforas para hablar de dos elementos presentes en todos los seres humanos: la luz y la oscuridad.
Danelys Vega Cardozo
Hay pintados dos círculos grises en una pared blanca, y uno de ellos es más claro. Sus circunferencias se unen en algún punto, como si representarán el yin y el yang. Sobre aquellos círculos se sostienen nueve cuadros que en realidad son nueve dibujos. En cada uno de ellos hay dos personajes con tonalidades distintas, quienes se miran, se abrazan y se reconocen, porque al final son lo mismo: seres humanos con sombras y luces. Aquel espacio corresponde al “Eclipse”, el nombre que le dio Luz Lizarazo en su exposición En el ojo nace la rosa. “Es muy bonito poder reconocer las sombras, que pueden ser lo que no decimos, lo que ocultamos y los miedos que tenemos, hay que abrazarlas para que convivan con nuestra otra parte: la luz. Por eso está la metáfora del eclipse en la mitad, porque no existe la luz sin la sombra”.
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Hay pintados dos círculos grises en una pared blanca, y uno de ellos es más claro. Sus circunferencias se unen en algún punto, como si representarán el yin y el yang. Sobre aquellos círculos se sostienen nueve cuadros que en realidad son nueve dibujos. En cada uno de ellos hay dos personajes con tonalidades distintas, quienes se miran, se abrazan y se reconocen, porque al final son lo mismo: seres humanos con sombras y luces. Aquel espacio corresponde al “Eclipse”, el nombre que le dio Luz Lizarazo en su exposición En el ojo nace la rosa. “Es muy bonito poder reconocer las sombras, que pueden ser lo que no decimos, lo que ocultamos y los miedos que tenemos, hay que abrazarlas para que convivan con nuestra otra parte: la luz. Por eso está la metáfora del eclipse en la mitad, porque no existe la luz sin la sombra”.
- ¿Qué le ha permitido reconocer que usted también es oscuridad y no solo luz?
- Soy una persona que se observa mucho, que hace un trabajo interior muy fuerte. Entonces, cuando miro que mi reacción, frente a algo que no controlo, se está yendo por un camino que no es, me doy cuenta de que estoy en un lugar en donde no estoy sabiendo relacionarme con mi sombra, porque la tengo. La sombra no es algo negativo, porque también puede ser algo que nos ayude a sacar nuestros instintos primarios para protegernos y salir adelante.
- ¿Y esa sombra le ha ayudado en algún momento de su vida?
- He vivido sombras muy profundas. Las sombras también pueden ser los duelos, y viví uno muy profundo, en donde podía quedarme ahí (donde estuve un tiempo) o sacar mi cabeza y empezar a buscar y ver cómo uno sigue adelante con la vida y de qué manera quiero vivir.
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Aquella sombra tan profunda -que quizás es tan oscura como el color de la ropa con la que está ataviada Luz Lizarazo ese día- fue lo que permitió que hoy sea una realidad En el ojo nace la rosa, “porque sí hubo una muerte mía profunda que me obligó a renacer con el tiempo; sencillamente no me podía morir, no era el momento. Soy mamá, tenía que sobrevivir de la forma que fuera”.
De la manera que fuera, pero, con el tiempo, no como fuera. Por eso eligió que quería vivir con conciencia de sus luces y sombras, como aquellas que están presentes en “La noche”, otro de los espacios de su exposición. Allí siempre la noche está acompañada de la luz, recordándole que, a pesar de la oscuridad, hay un lugar luminoso esperándole. En una de las piezas se observan distintos rostros, algunos son de humanos y otros de animales, pero todos comparten el mismo objeto blanco: una vela encendida. “Me gusta tenerlas encendidas porque siento que son sagrados los lugares en donde está el arte, porque para mí el arte es sagrado”.
- ¿Por qué?
- Porque es algo que nace de adentro, primero de una manera inconsciente se empieza a germinar, pero luego se va volviendo consciente. Este trabajo lo hacemos desde otro lugar.
Y el trabajo detrás de esta exposición lo hizo desde la libertad, una libertad que no tenía antes, cuando estaba enfocada en responderle a alguien más o sencillamente no tenía la claridad suficiente sobre ciertos temas. “Me sentí muy libre de lo que iba a narrar y usé todas las herramientas que tenía a mi disposición para poder hacerlo, y no se me quedó nada guardado en el camino”.
- ¿Cómo ha logrado ser libre, que ahora pueda sentirse así?
- Creo que esa libertad ha venido de diferentes lugares: la edad puede ser uno, otro puede ser las certezas que tengo de que puedo hablar de lo que quiero, porque siento que estoy en un contexto seguro en el que puedo permitírmelo. También pienso que si no soy libre en mi trabajo, en el que soy yo, ¿en dónde más voy a ser libre?... Mi trabajo es el único lugar de mi vida en el que puedo ser absolutamente libre.
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Esa libertad la aprovechó para construir una exhibición llena de metáforas, en donde tomó diferentes elementos para hablar de la vida, no solo la humana, sino también la animal y vegetal. Tras aquella decisión emprendió una investigación sobre todos esos reinos. Estudiando sobre el de las plantas leyó que la rosa es la flor de los secretos. Por eso lo que hizo fue unir dos conceptos para el nombre de la exposición: el secreto y el ojo, “porque continuamente estoy haciendo este diálogo para adentro, para ver qué sale de allí y poder compartirlo con quienes visitan la exposición”.
- ¿Por qué llevar ese diálogo a una exposición?
- Porque si no muestro mi trabajo, no existo… si mi trabajo no lo ve nadie, no existe. El trabajo de un artista guardado en un taller no existe, existe para él, pero el trabajo coge importancia en una exhibición expuesta a los ojos de los demás.
Entonces, los visitantes se dan cuenta de que los ojos son recurrentes en las piezas de aquella exposición, pues en realidad son una metáfora de la conciencia. A veces los ojos están abiertos, con plena conciencia de lo que sucede a su alrededor, pero en otras ocasiones están cerrados, simbolizando que una persona está atravesando por un proceso de introspección, de conexión con ella misma. De hecho, “En la noche” se encuentra un toro con los ojos abiertos, quien se encarga de proteger todo lo que sucede en ese espacio, que solo es posible de recorrer después de pasar una puerta con varios ojos abiertos. “Para poder cerra los ojos tenemos que mirar con los ojos bien abiertos”.
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“En el día”, otra de las divisiones de la exhibición, hay una pared blanca repleta de figuras, de círculos de distintos tamaños, que a los lejos parecen ojos, pero que en realidad son pezones. “Hay algo dentro de la vida de la gente de la que nunca habla: el placer. Y me parece que, a través de estas figuras, puedo evocar el placer”. Si a las personas no les gusta hablar de placer, menos de brujas. De ahí que esa palabra haya generado tanta controversia tras afirmarse que eso de ser bruja es una de las facetas de Luz Lizarazo, “pero es una manera de decir que utilizo lo que está a mi alrededor para transformarme a mí misma”.
La transformación que también viene con los años y que hace que la respuesta a la pregunta de la que se deriva su exposición cambie con el tiempo: ¿quién yo soy realmente? “Siento que esos ‘yo soy’ terminan siendo como una armadura y un disfraz que uno se va poniendo, que es necesario e importante para vivir la vida, pero sería lindo e ideal que al final de la vida uno pudiera decir: “Soy”, sin todos esos títulos que nos vamos imponiendo o que la sociedad nos dice que debemos tener”.
- ¿Y quién es usted en estos momentos?
- Soy una mujer que está en continua búsqueda, que quisiera llevar toda su intención a ser lo que ama: ser mamá, profesora de kundalini (yoga) y artista. Y en estos momentos sí vivo con esas etiquetas, porque siento que debo conocerlas a fondo para algún día, tal vez, poder desligarme de ellas, que ya no me importen.
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