En la cuna de Mozart

¿Cómo la música se constituye como una herramienta de transformación social de estos jóvenes?

Eso depende de la forma de la enseñanza, porque la mayoría de los jóvenes músicos aprenden a tocar lo mejor posible su instrumento, pero muchas veces les falta una formación más integral, que les haga entender que a través de la música pueden tener responsabilidad. La música en general te puede dar autoestima, seguridad en ti mismo y en tus habilidades, sentido de responsabilidad y ayuda al comportamiento social. Una orquesta funciona como una comunidad, cada uno sabe cuál es su función y responsabilidad. Esos valores básicos se aprenden a través de la música. Y eso es algo muy importante para el maestro Alejandro Posada, fundador del programa, que los jóvenes aprendan sobre la excelencia artística y con respecto al trato con el otro. Para mí la palabra clave es empoderar. La música les da a los jóvenes la posibilidad de soñar con llegar mucho más lejos de los lugares en los que empezaron su vida y superar las barreras.

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Hablemos de la importancia de Salzburgo en el marco de la música clásica.

Salzburgo (Austria) es un centro de la música clásica, de Mozart, que nació en esta ciudad. La mayoría de su legado está allí. La Fundación Internacional Mozarteum es el lugar donde tienen la mayoría de sus partituras originales y también son responsables del Festival Anual de la Semana de Mozart, que empieza en torno al cumpleaños del músico, el 27 de enero. Ese es el inicio del año para la música clásica en Austria. Nosotros como fundación hemos empezado este programa de intercambios que llamamos “Building bridges” (“Creando puentes”), porque hemos visto la importancia de que jóvenes músicos de diferentes lugares tengan la oportunidad de encontrar el mundo de la música europea. Hay diferencias entre la enseñanza musical en Suramérica y en Europa, en general son encuentros de dos culturas distintas, que normalmente están en burbujas y puede haber miedo de abrirse y de intercambiar conocimiento. Así que un momento de encuentro es fundamental para ambos lados.

Ahondemos en el valor de la música clásica y figuras como Mozart en estos procesos de formación.

En el caso de Wolfgang Amadeus Mozart, el valor radica en conocer su personalidad. Fue un niño con un montón de talento y, a través de su vida, un artista joven puede aprender a superar los desafíos de su propio camino. Y eso sucede con otros músicos, Rolando Villazón, por ejemplo, ha tenido muchos problemas con su voz y ha aprendido y trascendido esta situación. Para mí la música funciona porque también es muy emocional, no va por la cabeza, sino a través del corazón. Por eso tiene un poder de catarsis y de ayudar a sobreponerse ante la tristeza. Trabajamos mucho en la música clásica, pero para nosotros es muy importante enfocarnos en la música tradicional de los países en los que trabajamos. La música clásica no tiene más valor que la folclórica, pues esta última es identidad de un país, y por eso en este festival tocan Mozart, pero también ritmos colombianos.

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¿Cómo nació la asociación entre la Fundación Hilti e Iberacademy?

Como Fundación Hilti, somos socios fundadores y estratégicos de este proyecto, nos contactó Alejandro Posada en 2011 porque tenemos un enfoque en el tema de cambio social a través de la música. Su programa, que en este momento se llamó Academia Filarmónica de Medellín, busca ayudar a jóvenes que tienen un montón de talento, pero a quienes les hacen falta las oportunidades. Él quería ayudarlos a desarrollarse artísticamente y, al mismo tiempo, de ir más allá de la situación que la vida les ha dado. Durante los años hemos desarrollado la idea de trabajar fuera de Colombia, conectándonos con otros programas con muchos jóvenes, en Bolivia, Chile y Perú, y eso es lo que falta.

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¿Cómo la música se constituye como una herramienta de transformación social de estos jóvenes?

Eso depende de la forma de la enseñanza, porque la mayoría de los jóvenes músicos aprenden a tocar lo mejor posible su instrumento, pero muchas veces les falta una formación más integral, que les haga entender que a través de la música pueden tener responsabilidad. La música en general te puede dar autoestima, seguridad en ti mismo y en tus habilidades, sentido de responsabilidad y ayuda al comportamiento social. Una orquesta funciona como una comunidad, cada uno sabe cuál es su función y responsabilidad. Esos valores básicos se aprenden a través de la música. Y eso es algo muy importante para el maestro Alejandro Posada, fundador del programa, que los jóvenes aprendan sobre la excelencia artística y con respecto al trato con el otro. Para mí la palabra clave es empoderar. La música les da a los jóvenes la posibilidad de soñar con llegar mucho más lejos de los lugares en los que empezaron su vida y superar las barreras.

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Hablemos de la importancia de Salzburgo en el marco de la música clásica.

Salzburgo (Austria) es un centro de la música clásica, de Mozart, que nació en esta ciudad. La mayoría de su legado está allí. La Fundación Internacional Mozarteum es el lugar donde tienen la mayoría de sus partituras originales y también son responsables del Festival Anual de la Semana de Mozart, que empieza en torno al cumpleaños del músico, el 27 de enero. Ese es el inicio del año para la música clásica en Austria. Nosotros como fundación hemos empezado este programa de intercambios que llamamos “Building bridges” (“Creando puentes”), porque hemos visto la importancia de que jóvenes músicos de diferentes lugares tengan la oportunidad de encontrar el mundo de la música europea. Hay diferencias entre la enseñanza musical en Suramérica y en Europa, en general son encuentros de dos culturas distintas, que normalmente están en burbujas y puede haber miedo de abrirse y de intercambiar conocimiento. Así que un momento de encuentro es fundamental para ambos lados.

Ahondemos en el valor de la música clásica y figuras como Mozart en estos procesos de formación.

En el caso de Wolfgang Amadeus Mozart, el valor radica en conocer su personalidad. Fue un niño con un montón de talento y, a través de su vida, un artista joven puede aprender a superar los desafíos de su propio camino. Y eso sucede con otros músicos, Rolando Villazón, por ejemplo, ha tenido muchos problemas con su voz y ha aprendido y trascendido esta situación. Para mí la música funciona porque también es muy emocional, no va por la cabeza, sino a través del corazón. Por eso tiene un poder de catarsis y de ayudar a sobreponerse ante la tristeza. Trabajamos mucho en la música clásica, pero para nosotros es muy importante enfocarnos en la música tradicional de los países en los que trabajamos. La música clásica no tiene más valor que la folclórica, pues esta última es identidad de un país, y por eso en este festival tocan Mozart, pero también ritmos colombianos.

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¿Cómo nació la asociación entre la Fundación Hilti e Iberacademy?

Como Fundación Hilti, somos socios fundadores y estratégicos de este proyecto, nos contactó Alejandro Posada en 2011 porque tenemos un enfoque en el tema de cambio social a través de la música. Su programa, que en este momento se llamó Academia Filarmónica de Medellín, busca ayudar a jóvenes que tienen un montón de talento, pero a quienes les hacen falta las oportunidades. Él quería ayudarlos a desarrollarse artísticamente y, al mismo tiempo, de ir más allá de la situación que la vida les ha dado. Durante los años hemos desarrollado la idea de trabajar fuera de Colombia, conectándonos con otros programas con muchos jóvenes, en Bolivia, Chile y Perú, y eso es lo que falta.

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